Amor

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Ella solo le atino a reírse al mismo tiempo que su corazón se aceleraba al ver que él no se inmutaba en lo absoluto aún más cuando su mirada se mantenía seria y sin expresión alguna, entonces supo que no bromeaba con respecto a casarse.



- ¿Es una broma cierto? - preguntó incrédula que él se quisiera casar con ella era lo último que esperaba escuchar por parte de él.


- ¿Tan increíble te parece que te proponga matrimonio? - una sonrisa maliciosa se asomó en su rostro provocando que las emociones dentro de ella se alteraran como siempre pasaba cada vez que lo miraba a los ojos.


- Increíble no, apocalíptico sí - se burló, esperaba que todo fuese mentira y que no estuviera tentada a discutir con Jorge, era mejor que hablaran de ese tema estando él de buen humor, si era todo lo contrario la que saldría perdiendo, como siempre, sería ella.


- Deberías estar agradecida - siguió con su sonrisa mientras se paseaba lentamente de un lado al otro en la habitación, intensificando la angustia de ella que por supuesto no le era difícil alterar - Muchas mujeres darían lo que fuera por estar en tu lugar - ella entreabrió la boca creía que Jorge no se superaba a sí mismo en cuanto a ego y vanidad pero luego de esto, no conocía ningún límite con respecto a señor Don Perfecto.


- Perdón pero no recuerdo que mi nombre sea muchas mujeres ¿Por qué no vas y te buscas una de esas? Porque en realidad aquí no haces falta. Te lo aseguro - Su mal humor se notaba en la ira que sus ojos demostraban retándolo tan solo con la mirada.


- Porque ninguna de ellas está esperando un hijo mío - Martina no sabía si tenía que sentirse halagada, preocupada u ofendida o todas las anteriores, segundos después de meditar claramente como debía sentirse, la realidad llegó a abofetearla, su argumento se basaba en que ninguna mujer con la que había estado él había sido tan estúpida como ella de no protegerse al estar con él, se sintió tan tonta y humillada que su mirada se apagó ante la verdad. Él notó claramente como su mirada iba bajando hasta chocar la vista en sus piernas - ¿Pasa algo? - pregunto con un tono frío pero que por dentro moría por saber que había pasado que su mirada había perdido ese brillo que había visto desde que le anuncio la propuesta de matrimonio y amo tanto que deseaba todo lo posible por mantener en esos ojos que tantas veces le había robado el sueño.


- No - susurró apenas audible, que aunque se escuchó muy bajo pudo notar como le temblaba la voz y se mordía el labio inferior negándose a mirarlo ¿La había hecho sentirse mal antes de decirle que la amaba? ¡Era un genio! ¿Qué clase de hombre hace llorar a una mujer de tristeza antes de alegrarla al decirle que la amaba? Solo ese Blanco superdotado para los negocios pero estúpido para los problemas amorosos.


- Martina yo no quiero que te sientas mal - su voz fue amable pero a pesar de eso ella seguía sin mirarlo - No quiero que el niño crezca sin sus padres juntos. Yo sé perfectamente lo que es eso y no quiero que pase lo mismo - su mirada se alzo ante él, sus ojos estaban brillantes mientras tenía la mirada perdida. Su corazón dio un vuelco cuando lo miró tan indefenso y frágil, sigilosamente se bajo de la cama y, a paso lento, camino hacia él, aun pensando que la idea era tonta se acercó a él y lo rodeo con sus brazos en torno a su cintura, sintió como él la apretaba con fuerza teniendo la necesidad de desahogarse, acaricio su espalda dándole apoyo y pocos segundos después sintió su hombro húmedo, él estaba llorando, y eso fue una catapulta para sus lágrimas que salieron rápidas y sin aviso. Cuando el ambiente estaba ya ligero y sentía como él dejaba de llorar poco a poco entendió de lo importante que ese hombre era para ella, pero no podía aceptar casarse con él, no si él no sentía nada por ella, eso era exactamente lo que pasaba.


- ¿Aceptas casarte conmigo Martina? - trago grueso y se separo lentamente de él, la miro confundido por haberse separado y negarse a mirarlo a los ojos, él no la amaba a ella y no lo haría nunca, debía despertar de esa ilusión.


- No Jorge - la mirada de él fue gélida y su rostro denoto seriedad mientras tensaba su mandíbula - No puedo casarme contigo.


- ¿Enserio Martina? - soltó exasperado mientras le daba la espalda y pasaba su mano por el cabello, frustrado, no podía soportar que ella se negase a estar con él, una clara verdad de que no lo amaba, y si no tenía intención de casarse con él era porque nunca lo haría - No permitiré que mi hijo crezca con sus padres separados - su mirada se volvió fría y su voz se agravó, estremeciéndola, sus ojos no demostraban compasión alguna y sabia que él no tendría piedad con ella al atacarla.


- ¿Pero qué crees? Si ese matrimonio se lleva a cabo seremos infelices - le dolía tanto decir la verdad que le costó pronunciar esas simples palabras - Esa relación no tendría bases y un niño no puede ser la razón de un matrimonio si no hay en que basarlo - él la miro buscando algún indicio que era mentira en su rostro, tal vez el que no quisiera mirarlo a los ojos podría ser una señal de que todo era mentira por tener miedo, por el simple miedo.


- Yo te respeto y podríamos vivir bien, podrías tener las comodidades que quisieras y el niño no le faltaría nada jamás - trataba de convencerla por lo menos con lo material, aunque si de algo él estaba seguro y apostaría su vida en ello, era que Martina no se dejaba llevar por lo material, pero no tenía otra opción - Y te aseguro que no seríamos infelices.


- ¡Pero no hay amor, y eso es lo fundamental! - él se acercó a ella y la atrajo a sí mismo por la cintura chocando con el cuerpo de ella, burlándose de lo que causaba en ella.


- ¿Quién dijo que no hay amor entre nosotros? - le dijo lento y claro, no perdiendo el contacto con sus ojos y notando que ese brillo volvía a aparecer en sus ojos, y si de algo le sirvió el mirarla a los ojos mientras se lo decía era para saber que ella si lo amaba.


¿El Orgullo O El Amor? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora