Celoso

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- ¡Jorge! — Se escuchó una voz chillona que se acercaba, era la rubia con silicona que caminaba como si bailara meneando tanto las caderas y haciendo resonar su tacón de diseñador en el frío suelo — Necesito que me ayudes a escoger algo.

- Ve Jorge, la cliente está esperándote — dijo Martina divertida burlándose en su propia cara, Jorge se fue sin decir nada echando fuego por los ojos, Martina encontró una nueva forma de molestarlo, por ahora ese era su plan de vida en el trabajo, molestarlo y molestarlo hasta que se canse y le venda la tienda a ella así tenga que vender hasta el último inmueble de su casa, e incluso, sus joyas.

- ¿De verdad es tu novio? — pregunto Pablo pasándose la mano por el cuello, nervioso, Martina sonrió ante tal gesto y le contestó.

- No sería novia de un cretino. Si en verdad fuera su novia no estaría tranquila viendo como él le coquetea a una rubia teñida — dijo ella y vio como Jorge estaba serio mirando al piso mientras la plástica le hablaba de cosas sin importancia, ella se acercó a él y le besó en la comisura del labio — Que lo único que hay en su cuerpo es silicona y en su cerebro plástico — le dijo Martina a Pablo mientras miraba furiosa la escena de aquellos dos.

- Entonces si te molesta — dijo Pablo tomando un papel que Martina tenía entre sus manos, haciéndolo trizas al ver la escena de la rubia plástica y el ególatra sin vida.

- ¿Qué? — Bufó — Claro que no ¿Por qué lo dices? — sonrió nerviosa. Pablo levantó el papel hecho nada que había roto muriéndose de los celos, Martina sonrió nerviosa sin saber que decir, Pablo se dio cuenta que se puso celosa ¿Celosa? Ya quisiera.

- Bueno debo irme, aquí está mi teléfono para que me llames y me avises cuando puedes enviarme los diseños ¿Te parece? — preguntó dándole una tarjeta con su número telefónico.

- Claro, te avisaré — sonrió viendo a Pablo saliendo de la tienda, por inercia giró la mirada a la derecha y se encontró a Blancor al lado de la chica rubia mirándola serio. La teñida estaba distraída con su teléfono y Jorge aprovechó para acercarse a Martina, ella estaba de espalda en el mostrador cuando vio una mano colocando un paño y un frasco de desinfectante en él, ella miro confundida eso y se dio vuelta.

- ¿Y esto? — preguntó ella frunciendo el seño.

- Aprietas el gatillo frente a un vidrio y luego pasas el trapo — le explicó a como a una niña de 5 años, retrasado.

- Ya sé cómo funciona ¿Pero por qué me lo das? — pregunto ella confundida.

- Limpia los vidrios de afuera — le ordenó él ahora serio y con ínfulas de rey.

- ¿Qué? ¿Por qué? — pregunto ella confundida ¿Cuándo fue que su nivel de trabajo descendió de ser una diseñadora de modas casi famosa a limpiar vidrios porque alguien más le ordene? ¡Esto era el colmo!

- Porque me da la gana ¿Tienes algún problema? — Pregunto él mirándola a los ojos asesinamente pero con una sonrisa cínica en sus labios que hacía que ella despertara su lado psicópata - ¿No quieres perder tu empleo, cierto? - ¿Cómo puede ser tan imbécil de jugar con su empleo así? Ella no estudió cinco años lo que tanto amaba para que un tarado como él venga a darle órdenes por darlas, y no le molestaba el tener que limpiar vidrios lo que lo hacía molesto era que él la mandara como si fuera su empleada doméstica.

- Cretino — susurró ella tomando con rabia el trapo y el frasco y caminando arrastras a la puerta, él le habló.

- ¿Qué dices? — pregunto él enojado.

- ¡Te dije cretino! ¿Bien? — espetó furiosa volteándose y prácticamente escupiéndoselo en la cara, ella sonrió jurando que le molestaría pero él también sonrió.

- Gracias — aludió con una sonrisa.

- ¡Agh! — bufó ella y fue a limpiar los vidrios por la parte de afuera, lamentablemente, siguiendo su orden.

Mientras ella limpiaba los vidrios frustrada Jorge estaba aún atendiendo a la rubia y diciéndole a cada rato dónde limpiar 'porque según él' no había pasado el trapo por allí, al mismo tiempo que la rubia salía con cerca de diez bolsas en su mano meneando las caderas como en un antro, Martina bajó de la escaleras en donde estaba montada limpiando la parte más alta de la ventana, al bajar, la rubia le pasó por un lado:

- Zorra — le susurró y siguió caminando pateando el balde en donde estaba el agua con que limpiaba los vidrios, gracias a Dios había terminado, ella detuvo a la rubia por el brazo y la volteo inmediatamente.

- Zorra tu abuela, ve a menearte así a la esquina de allá que allí es donde perteneces — sentenció Martina enseguida de irse, dejándola allí enfadada y muerta de rabia. Ella entró a la tienda, abriendo la puerta con fuerzas — Zorra descarada — susurró al atravesar la puerta.

- ¡Oye no le digas así! — dijo Jorge furioso quien le dio un tremendo susto al estar al lado de la puerta sin que Martina se diera cuenta.

- Yo le puedo decir como se me dé la gana — dijo ella seria ¡La estaba defendiendo! ¿Cómo se atrevía?

- Pues yo no permitiré que le digas así.

- ¡Pues me vale un rábano lo que tú me permitas o no!

- Vaya, no creo haber recordado de que le hayas mostrado esta fachada a 'Pablo' — exclamó serio mirándolo, ella lo miro incrédula.

- ¿Has escuchado nuestra conversación? — preguntó aún más furiosa, increíble, hasta donde podía llegar tal estupidez.

- Sí y te prohíbo que él vuelva aquí — parecían un pareja de casado peleándose por cualquier estupidez el cual convertían en una guerra si fin.

- ¡Tú me prohíbes un comino! No decides quien viene aquí y quién no además la única que debería prohibirte cosas aquí, es esta belleza que tienes en frente. Además no te hagas el tonto conmigo porque no tengo un cerebro tan minúsculo como el tuyo para no darme cuenta — él rió irónicamente ¿Belleza? Sí, tenía lindos ojos, hermoso cabello, carácter fuerte, linda sonrisa.... ¡Jorge que dices!

- Dime 'belleza' ¿De qué hablas? — aludió sarcástico.

- ¿Porqué le dijiste que yo era tu novia? — ¡Rayos! Él no había pensado en una excusa coherente para justificarse ante esa situación, tal vez su plan le había salido a la perfección, solo ese detalle le faltaba, de pronto ella rió al ver que él no respondía - ¡Ja! Déjame adivinar — volvió a reír mientras él se preparaba para recibir otro par de insultos de parte de ella - ¿Estabas celoso? — ¿Él escucho mal? ¿Celos? ¡No!

- ¿Celoso de ese patiquín? — él dio una risa nerviosa, la pregunta era ¿Por qué estaba nervioso?

- Sí, celoso de él ¿Estabas o no celoso de él?

¿Celoso? ¡Ja! Tal vez.

¿El Orgullo O El Amor? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora