Maratón 2/4

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El mundo se detuvo un segundo, el entorno estaba congelado y la tensión abrumaba aquel momento, cuando una lágrima resbaló por la mejilla de ella él lo invadió una especie de ira incontrolable, la expresión en el rostro de él era extraña y a la vez temible, mientras que ella respiraba hondo para no soltar otra lágrima de humillación y la rubia moría por soltar una carcajada estruendosa, ella se dirigió a la salida a pasos agigantados cuando sintió la voz de él.


- Martina - no lo dijo en modo de llamar la atención, más bien se escuchó con una especie de voz arrepentida, ella lo escuchó llamarla pero solo hizo que su intento de salir de ese calabozo se hiciera mayor, salió de la tienda y tomo el primer taxi que vio, sin mirarle el rostro ni nada, solo dio la dirección y se recostó en el sillón, apretando con fuerzas la hilera de sus dientes casi hasta hacerlos crujir.


Al bajarse del taxi sus pasos se hicieron más lentos de lo normal a pesar que caminaba lo más rápido posible la puerta de su casa se hacía cada vez más lejos de lo esperado. Al cerrar la puerta un tormentoso trueno la saco de su lugar, dirigió su mirada a la ventana y las gotas de la lluvia comenzó a caer en su ventana, el clima combinaba perfecto con su estado de ánimo, las lágrimas empezaron a caer sin obstáculo alguno, su corazón pendía de un hilo en cuanto a emociones se refería.


Se estremeció al escuchar el timbre por toda la casa, se asustó al notar que nadie cuerdo saldría con esa tormenta y, sobretodo, a visitarla a ella. A pasos lentos fue a la puerta y la persona detrás de ella la asustó de sobremanera. Era Jorge. Su mirada era fría como la tormenta que azotaba la ciudad, una oleada de ira la invadió literalmente, sacudiéndola entera de pies a cabeza. Él la miraba como si tuviera la culpa de algún error cometido y la estuviera torturando si piedad, ella endureció su mirada al ver que su la expresión en su rostro era de todo menos la de arrepentimiento o de culpabilidad. Un silencio suicida se alojo entre ellos a pesar que la tormenta era una de las más poderosas que había caído en los últimos diez años.


- El bar está en la otra cuadra - soltó ella luego de unos segundos con un sepulcral silencio.


- No busco el bar, sabes perfectamente a lo que vengo.


- Créeme que si lo supiera ya te estaría echando por adelantado.


- Necesitamos hablar - dijo intentando entrar pero ella se atravesó con una mirada asesina.


- Concedido, ya hablamos. Ya te puedes largar.


- No me iré sin antes haber aclarado cosas - él aún estaba afuera.


- ¿Qué cosas? ¿Qué te burlaste de mí con la teñida esa?


- Vengo a decirte algo.


- Ya te dije que luego iré por el resto de las cosas.


- No es eso - ella espero que continuara - Necesito que vuelvas a trabajar en la tienda.


- ¿Te has fumado un cable? - pregunto atónita ante su pedido.


- No - contesto serio por el insulto que acababa de recibir.


- ¿Estás drogado? - pregunto aun más fuerte.


- No me insultes, no te conviene.


- ¿No me conviene? ¿Y quién eres tú para venir a mi casa a darme órdenes?


- No hagas que me arrepienta - soltó arrogante haciendo que ella explotara.


- ¡Me vale un comino lo que hagas!


- ¡Ya te lo advertí!


- ¡No me grites!


- ¡Joder! ¡Sabía que no tenía que venir y sin embargo lo hice solo porque Carly me lo pidió! - El corazón de ella que ya estaba amontonado con tantas, malas, emociones se termino de estrujar al escuchar esas palabras tan frías y violentas contra ella.

¿El Orgullo O El Amor? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora