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—¿La receta de la familia? —

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—¿La receta de la familia? —. La voz resfriada de Matilde no la dejó modular correctamente y sus oraciones parecían una mezcla de palabras sin sentidos —. Recuerdo una parte de la receta desde que la preparé con el tío Benjamín, déjame te escribo los ingredientes.

Por mucho que intenté pasar desapercibido, las personas que caminaban por los pasillos del supermercado comenzaban a mirarme demás, y algunos sacaron sus celulares a la altura de mi carrito de compras.

No sabía qué ingredientes comprar y de los cuales si estaba seguro, tampoco los encontraba por los pasillos.

—No es tu cumpleaños —mencionó ella desde el otro lado del teléfono —, solo preparamos esas empanadas en días especiales, como nuestros cumpleaños o cuando pasamos casting e iniciamos nuevos proyectos —seleccioné unos chocolates de la sección de snacks y los añadí al carrito, seguido a esa acción, una lluvia de flashes inundó mi visión —. ¿Celebrarás tu participación en ese show?

Le picaba la lengua por no estar formulando todas sus preguntas acerca de mi estado físico, los artículos de AllPop y la cantidad de comentarios en internet hablando sobre mi sexualidad.

Sentí una leve irritación en mi cabeza, pero no me detuve para pasar mi mano o algún gesto similar, únicamente seguí avanzado hacia la sección de utensilios de cocina, si iba a cocinar, lo ideal era hacerlo en el departamento de Rodrigo, el fin de semana tendríamos libre y ambos podíamos tener una cena en honor a su cumpleaños.

—Solo dame la receta, Mati —pedí, agotado por caminar sin rumbo por los pasillos y, de paso, exponerme tanto ante las personas.

—La enviaré por mensaje de texto, no me presiones.

Una chica pasó con mucha cercanía por el pasillo que yo estaba, si bien no se trataba de un lugar muy popular —por eso había seleccionado comprar en ese sitio—, después de unos minutos era más difícil transitar por los pasillos sin golpear el hombro de alguien.

Ajusté mis gafas y seguí la lista escrita por Matilde.

—Si es él —supuestamente susurraron entre ellos dos chicos —. Diles que si es él.

Sin percatarme muy bien tomé de los estantes el aceite de oliva extra virgen y sin agilizar mi paso me dirigí a la caja para pagar e irme del lugar antes de que se creara una avalancha humana con dirección hacia mí.

Sin embargo, mis movimientos fueron torpes, el peso de las compras no me dio tiempo de llegar al auto de Keyller y las personas se acumularon en la entrada esperando su turno para tomarme de la mano y encender sus cámaras enfrente de mi cara.

Tenía sentido que mi intento de compras terminara en algo de ese estilo, pero preferí tomar el riesgo antes que encargar los productos y no fueran con exactitud los que necesitaba para la receta de empanadas, por otro lado, con mis productos en bolsa, nada garantizaba que, llevara los correctos.

Cuando Acabe El Show (próximamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora