El caso de Baji y Chifuyu II

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CAPÍTULO 2: 19 de abril, 2004.

No entiendo los azares del destino, si lo pienso dos veces, fue de pura casualidad que conociera a la persona que cambió mi mundo por completo -aunque en mi caso ha acabado por volverse todo mi universo-, esa persona cuya presencia me arranca los suspiros sin el menor de los esfuerzos y cuya sonrisa llega a deslumbrarme muchas veces.

Ése es Chifuyu.

Sí, soy consciente de lo ridículamente cursi que ha sonado todo eso..., cosas del amor, ¿qué le vamos a hacer?

Le conocí en la boda más hipócrita a la que jamás he asistido: el fatídico enlace entre el hombre Draken y la mujer Emma. Todos sabemos cómo aquello terminó, y el desengaño podía olerse a kilómetros, un olor tan repugnante que me hacía querer vomitar..., suerte que allí estaba Chifuyu, al menos alguien vomitaría conmigo, él tampoco parecía divertirse mucho, de hecho, más de la mitad del enlace se lo pasó peleado con su corbata.


No me emocionaba especialmente la boda, pero Mikey me había invitado y no podía dejarlo solo, quizás él no tendría el valor necesario como para asistir solo a la boda de quien era amante..., y supongo que habrá sido un gesto de buena voluntad por mi parte, Mikey era mi mejor amigo después de todo, nos conocemos desde niños. Esperaba fuera entretenido. O eso pensaba, pero fue mucho más que eso, en esta ceremonia llena de hipocresía estaba él, brillando sobre el resto de una forma especial; me pregunto si no sería por alguna bombilla mal colocada en el salón, si ése no era el motivo, entonces se debe a que tuve mi primer y último encontronazo con el amor en aquella boda -lo que viene siendo un flechazo en toda regla.

Muchas veces me pregunto qué habría pasado conmigo si Chifuyu no hubiese ido, quiero decir: ¿qué habría sido de mi vida sin él? De seguro que sería mucho más silenciosa, porque a sus regaños y sonrojos no me acostumbraré nunca: "Baji-san ¿trajiste otro gato a casa? Porque me pareció contar uno de más". "Baji-san, ya te dije que no metieras en otra pelea" o también: "¡Mierda, Baji-san, hoy te tocaba a ti lavar la ropa, no tengo ropa interior limpia! ¡¿Ha?! ¡No pienso ponerme unos calzones tuyos! E-eso es vergonzoso".

Ah, no hay que olvidar el: "¡Baji-san, no me llames en mitad del trabajo para decirme cualquier tontería, esas cosas se dicen sólo en casa! ¡No, no me mandes mensajes, que Kazutora los lee y luego me mira raro todo el día! ¡¿En qué demonios piensas cuando me escribes eso?!"

Pero, volviendo al tema que nos ocupa -la boda-, recuerdo que el sermón del cura fue demasiado largo, rozando lo eterno. Colmaba de buenas palabras el amor, la fidelidad e inocencia..., me habría gustado decirle que éste era un matrimonio forzado, me habría encantado decirle que si esta unión se llevó a cabo fue por una racha de mala suerte, ¿quién iba a pensar que esa mujer emborracharía de tal forma a Draken para colarse en su cama? Luego sólo le bastaría venir con el cuento de "estoy embarazada" y todo dispuesto, ya te habrás atado de por vida a un hombre que fuera medianamente amable.

En serio, la mente de las mujeres es aterradora.

A pesar de que nuestra "inocente novia" tendría entonces sólo 16 años -los mismos que Chifuyu o yo como invitados (me preguntaba entonces y me pregunto ahora si éste era un enlace totalmente legal)-, ya había creado toda una artimaña para atrapar a Draken..., luego se sorprendería porque su marido se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, ¿qué se espera si no quería casarse? ¿Esperaría acaso que se enamorara de ella por arte de magia? ¿Cuánto manga para adolescentes leía esa mujer?

Ni siquiera cuando nació Melissa cambió demasiado la situación entre los dos, aunque quizá sea porque Draken no es un hombre especialmente cariñoso. En fin, el resto de la historia la conozco gracias a Mikey, en esos años se centró en su trabajo para poder abrir su cafetería, que al día de hoy ha tenido bastante éxito que incluso Kokonoi -un exnovio de Mikey de cuando estudiaba gastronomía- le ha propuesto ampliarlo y abrir más sucursales.

Pero me estoy desviando una vez más del tema, ¿por dónde me había quedado en la boda? El discurso interminable del cura, ¿cierto? Pues bien, mientras ese señor hablaba y hablaba sin intenciones de callarse me tomé la libertad de mirar a los invitados, por un lado, los familiares y amigos de la novia, y por otro, los del novio; era obvio el cambio entre unos y otros. Unos sonreían, otros aplaudían y el resto lucía bastante sorprendido..., supongo que yo me encontraba en un cuarto grupo, el reservado para la indiferencia, poco me importaba con quién fuera a casarse ese hombre, ¿qué más daba si no había amor en el matrimonio? No sería el primero de este tipo en producirse.

KISEKI - Drakey/Bajifuyu/MitsuKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora