El caso de Draken y Mikey IV

255 26 0
                                    



Capítulo 4: 

2 de septiembre, 2015.


Han pasado unos buenos meses desde aquel pequeño susto que tuve en el baño, ¿quién iba a pensar que la inseminación avanzaría de tal manera que acabarían siendo gemelas? Es algo inaudito, aunque tengo entendido que en los casos femeninos es bastante común que el cigoto se divida, dando lugar a más de un nacimiento. Pero no tenía la menor idea de que a los hombres nos pudiera pasar lo mismo, es un hecho que ha asombrado al mismo doctor Inui.

El embarazo ha proseguido sin la menor de las dificultades, salvo el incidente en el baño que ya he mencionado, por lo demás..., bueno, considero normales las náuseas matutinas, la fatiga a la hora de moverme demasiado o los cambios de humor. Últimamente estoy un poco más irascible que de costumbre, además de tener una gran propensión al llanto, afortunadamente no llego a llorar -pues esto sería más que bochornoso-, pero más de una vez he sentido cómo mis ojos se humedecían rápidamente.

Por supuesto tanta reacción involuntaria en mi cuerpo sólo puede deberse a los desajustes hormonales propios de un embarazo viable, ésta sería la más perfecta justificación a mi comportamiento. Pero he de admitir que me preocupa enormemente que una sola persona se haya vuelto el motivo de tanto cambio.

Ken-chin siempre ha sido alguien muy importante en mi vida, pero ahora mismo la situación es extrema, llega a tal punto que sólo quiero estar con él a cada rato. Tan escalofriante que en las últimas semanas ha procurado salir más temprano del taller o encargar a alguno de sus empleados y tomar más días libres, siendo sinceros se me caía el mundo encima cuando veía a Ken-chin salir de la cama. Es vergonzoso, es malditamente vergonzoso, y él no pierde ocasión de recordármelo diciendo cosas como "¿te echarás a llorar si ahora voy al baño?" o "ah, qué tierna expresión, ¿me echabas tanto de menos?".

Pasan los días y siempre dice alguna nueva frase que logra abochornarme. Suerte que Melissa no es como su padre.

---


La mañana de hoy comenzó con los gritos de nuestros vecinos, esto es el colmo, si decidimos vivir en un chalet en lugar de un apartamento es para ahorrarnos ruidos del exterior. Bostezo intentando ignorarlos, pero es imposible, la ventana de la habitación está abierta para que, entre algo de aire, por desgracia entran también los gritos. No tengo la menor idea de sobre qué discuten, pero parecen más que enfadados el uno con el otro, supongo que toda pareja discute alguna vez, pero..., ¿tantos gritos desde tan temprano?

— ¿Quién demonios grita tanto? —el escándalo ha despertado a Ken-chin, está acostado detrás de mí, de hecho me entretengo entrelazando sus dedos con los míos a la altura de mi pecho.

— Las discusiones de pareja suelen ser así.

— Perfecto, luego escucharemos los gemidos de la mujer cuando vayan a follar.

— No seas tan desagradable desde tan temprano, por favor —suspiro—, además, han venido bien, hoy tienes la reunión de padres en el colegio de Melissa. Levántate de una vez.

— ¿Por qué dices "tienes" y no "tenemos"?

— Que yo recuerde, Melissa sólo tiene un padre —le digo mostrando lo más obvio del asunto, quizá su cerebro siga aún medio dormido—, ¿qué pinto yo en una reunión de padres?

— Mikey —su voz sonando junto a mi oído ha logrado que me estremezca por completo—, estás muy equivocado si crees que Melissa te ve sólo como un padrastro o un tío.

— Eso no..., tú..., ¿tú te das cuenta de lo que estás diciendo?

— Te has puesto nervioso, ¿eh? —él ríe incorporándose, revuelve mi cabello antes de ponerse en pie, yo me cubro el rostro con ambas manos escuchándole reír—. Umh, ¿no huele como a dulce? ¿Hay alguien en la cocina? ¿Melissa está despierta?

— No sé más que tú, Ken-chin —le digo incorporándome muy poco a poco, tengo ya una tripa más que considerable y me cuesta bastante moverme. Tengo que agradecer que Ken-chin se haya acercado y me haya tendido sus manos para poder salir de la cama; le agradezco dándole un pequeño beso, aunque debo ponerme de puntas para apenas alcanzar su barbilla, no debe haber problemas porque me apetezca besarle, ¿no es así?

— Ah, lo siento..., interrumpo, debería haber tocado la puerta. No se preocupen, volveré más tarde... —me echo a reír escuchando a Melissa y es Ken-chin quien le dice que pase, señalando la cama, la vemos cargando una bandeja con el desayuno, ha preparado lo suficiente como para los tres—. Los vecinos hacían mucho ruido, así que he aprovechado el tiempo y he preparado algo para comer..., pero no tienen que comer si no quieren.

— ¿Y este servicio al dormitorio a qué se debe? —le pregunta sentándose a su lado, acaricia su cabeza y ella ríe—. Oh, has hecho taiyakis, dorayakis con mermelada, huevos revueltos, café, té, ¿cuánto tiempo llevas despierta?

— El suficiente —responde asintiendo con la cabeza—, pensé que sería agradable desayunar los tres juntos, pero parece que los gritos de los vecinos han frustrado mis planes, lo siento.

— No te disculpes por algo así.

Me quedo en silencio mirando la escena, está claro que Melissa no es una niña de lo más expresiva -varios de sus profesores tienen problemas al intentar hablar con ella-, pero ahora mismo sólo veo a una niña riendo junto a su padre.

— Mikey, ¿ocurre algo? —me sorprendo escuchando su voz—. ¿No te gusta nada de lo que he preparado? ¿Quieres que haga algo en especial? Sólo dime y... —Ken-chin estira su mano y la deja sobre su cabeza, revolviendo una vez más su rubio cabello e impidiendo que baje de la cama, Melissa sin duda iba a la cocina.

— Sé que te supondrá un esfuerzo inhumano, pero, ¿podrías volver a la cama? —bromea mirándome—. Échate a rodar si te es más cómodo, Melissa y yo te atraparemos.

— No ha tenido gracia —avanzo hacia la cama, me siento junto a Melissa y sonríe cuando tomo la taza de té.

— Es té verde, pero le he puesto un poco de menta para que sea más refrescante, ¿está rico?

— Sí, es un gran alivio ver que no has heredado la nefasta habilidad de tu padre en la cocina.

— Oye, oye, sin faltar.

— Sólo expongo un hecho, no deberías sentirte ofendido, Ken-chin.

— ¿Cómo puedes ser tan irritante desde tan temprano?

— No es cosa mía si te has sentido ofendido con mi inocente comentario.

— ¿Ah? ¿Qué tienes tú de inocente, Mikey?

— Eso es un tanto hiriente... —más de una imagen llega a mi cabeza, concretamente imágenes de Emma que me arrancan un desganado suspiro.

— Draken, tienes que disculparte, Mikey va a llorar por tu culpa.

— ¿Es así?

— No, no es... —les miro sonriendo—, he olvidado que el té lleva menta, escuece un poco, lo siento —consigo engañar a Melissa, que me ofrece compensar el sabor con varias dorayakis que empiezo a comer; pero Ken-chin me mira arqueando una ceja, no le he despistado en absoluto, así que aparto la mirada centrándome en mi desayuno—. Está todo muy bueno, Melissa, muchas gracias por cocinarlo.

Pasamos un buen rato desayunando y luego nos ponemos en marcha hacia el colegio, no es nada extraño que se celebren reuniones orientativas antes del comienzo de las clases, y mucho menos cuando Melissa termina este año su enseñanza primaria, así que..., sólo un año más y comenzarán sus años de secundaria en el instituto, es aterrador ver cómo crece día tras día. Aunque me divierte saber qué cara se le pondrá a Ken-chin el día en que Melissa deje de ser "su niña" y se convierta en "la mujer" de alguien más.

Pero, dejando eso a un lado, somos Ken-chin y yo los que entramos al despacho de la tutora del curso, con Melissa por los pasillos hablando con sus compañeros.
La mujer nos mira y me dedica una amable sonrisita señalando mi abultado vientre, me pregunta cuántos meses llevo de embarazo y me desea la mejor de las suertes con el parto. Hubiera seguido hablando con ella -pues al parecer tiene tres hijos e iba a darme varios consejos-, pero el sonoro bostezo de Ken-chin interrumpe tan animada conversación.

— En el caso de Melissa, con la próxima venida de no una, sino de dos hermanas —dice extendiendo varios papeles por su escritorio, todos de consultas de varios psicólogos infantiles—, será muy probable que experimente los celos al ser la mayor. Su atención, lógicamente, se la llevarán las pequeñas durante un largo periodo de tiempo. Yo, como tutora, me preocupo de que esta nueva situación familiar pueda afectar a su rendimiento académico que, como pueden ver, es impecable —nos enseña los datos en un par de carpetas, es asombrosa tal cantidad de sobresalientes.

— No creo que este tema sea importante —dijo Ken-chin—, estamos hablando de Melissa al fin y al cabo.

— Señor Ryuguji, por muy maduro que sea el carácter de su hija, sigue siendo una niña. Y, como tal, estará molesta cuando vea que el cariño y atención de su padre le son arrebatados tan fácilmente por dos -le ruego disculpe mi expresión-, por dos "intrusas".

— Concuerdo totalmente en este punto. Ken-chin, tú ves a Melissa con ojos de padre, por supuesto que no le verás ni un solo defecto, aunque tener celos de sus hermanas no es un defecto en absoluto.

— El señor Sano lleva razón, les recomiendo encarecidamente que hablen con el psicólogo de la escuela, o, si no les convence, con cualquier otro especializado en la mente de los niños. Estoy más que segura de que será de gran ayuda para...-

— No pienso llevar a Melissa a un psicólogo cuando no lo necesita.

— Señor Ryuguji, por favor, no sea tan terco. El nuevo ambiente en su hogar le afectará, lo quiera usted o no, no sería el primer caso donde...-

— Empieza a molestarme con eso, señora profesora. Conozco mejor que usted a mi hija, ¿no cree?

— ¡Ken-chin! —golpeo su frente con mis dedos, ¿acaso no se da cuenta de que su mirada da miedo? ¡Mucho más si ha clavado sus ojos en la pobre profesora! ¿No se ha dado cuenta de que ha temblado en su asiento? —. Espera fuera y déjame esto a mí, ¿de acuerdo?

— Pierden el tiempo —suspira alzándose de hombros—, en fin, estaré fuera mirando el colegio. Eso, si la señora profesora me lo permite, ¿puedo?

— Ken-chin, por favor.

— Está bien, está bien.

Después de disculparme, continuamos con la conversación.

---


Salgo del despacho soltando un muy largo suspiro, simpatizo totalmente con las palabras de la profesora, entiendo su preocupación cuando Melissa es tan buena chica, es lógico el preocuparse por ella. Pero dudo que Ken-chin permita llevarla a un psicólogo..., ahora que lo pienso, Melissa nunca ha ido a uno, ¿no es suficiente trauma el divorcio de sus padres? Y, por si fuera poco, perdió a su madre siendo ella demasiado joven..., ¿qué clase de apoyo le ha brindado Ken-chin? El rostro de Melissa no se ensombrece cuando alguien nombra a su madre, nunca la he visto llorar frente a su tumba cuando vamos a visitarle..., bueno, Ken-chin me asegura que Melissa no suele expresar muy abiertamente sus emociones, pero..., todo tiene un límite, ¿cierto?

Hablamos de una niña, tiene 10 años, si intenta poner alguna barrera entre ella y el resto del mundo será peligroso para su completo desarrollo emocional. Maldición, este tema es demasiado serio, ¿cómo puede Ken-chin tomárselo con tanta calma? "Estamos hablando de Melissa al fin y al cabo", ¿qué clase de mal argumento es éste? ¿A quién intenta convencer con una frase tan vaga como ésa?

Y, hablando de vagos..., vaya una escena encontrar a Ken-chin durmiendo a pierna suelta en un banco. Tiene suerte de que Melissa esté sentada a su lado bebiendo un jugo, parece entretenida mirando a su padre durmiendo, su cabeza está peligrosamente echada hacia atrás -casi colgando por la parte trasera del banco- y sus brazos estirados, impidiendo que cualquier otra persona se siente allí. Me basta ver las miradas asustadas de los niños que pasan por el patio para descubrir que nadie querrá hacerle compañía.

Sonrío cuando Melissa me saluda con la mano, mira hacia Ken-chin, luego a mí, vuelve hacia Ken-chin..., parece que duda un momento y de un saltito baja del banco, dando un par de pasos hasta que queda frente a mí, sujetando la manga de mi jersey.

— Mikey, ¿está todo bien? Draken y yo llevamos un buen rato esperando por ti, ¿ha pasado algo con la profesora?

— No, no, está bien, no te preocupes —camino con ella hacia el banco, suspiro una vez más mirando a Ken-chin dormir. ¿En serio estoy enamorado de un hombre capaz de dormirse en el patio de un colegio? Vaya, es vergonzoso pensar algo así...

— Mikey, tu cara está roja.

Carraspeo acomodando vagamente mi cabello, tratando de ocultar mi rostro me siento junto a Ken-chin y suspiro -esta vez aliviado- cuando noto el respiro que le doy a mis tobillos. Es agotador cargar con este "peso extra", me acomodo echando hacia atrás la espalda, cierro los ojos por un momento dejando las manos en mi vientre. Sonrío sintiendo movimiento aquí dentro, están dando más de una patadita al moverse.

— Melissa —la llamo mientras la miro, me sorprende un poco descubrir que me ha estado mirando todo este rato—, te lo he dicho muchas veces, pero felicidades por tener tan buenas notas durante todo el curso. Es asombroso.

— No es la gran cosa..., sólo me esfuerzo... —murmura girando el rostro, ¿se ha puesto nerviosa?—. Mikey, ¿puedo pedirte una cosa? —asiento y ella vuelve a mirarme, no logro descifrar esa mirada que me dedica, pero me atrevería a decir que sigue algo tensa—. ¿Puedo tocar...? L-lo siento si te molesta, pero parece que se mueven...

— Son tus hermanas, Melissa, por supuesto que puedes —le digo sonriendo—, estoy seguro de que ambas se mueren de ganas por conocerte.

Ahora puedo decir sin error a equivocarme que se ha emocionado, sonríe acercándose a mí, gateando por sobre las piernas de Draken -él ni siquiera se inmuta-, se sienta en ellas y estira su mano algo temblorosa hasta mi tripa, la deja en ella y puedo ver cómo vuelve a sonreír cuando siente golpecitos contra su palma. Entonces estira la otra y deja ambas sobre la tela de mi suéter, sintiendo de nuevo las leves patadas o golpecitos que harán sus hermanas.

— Si apoyas la cabeza podrás oír latir sus corazones —se inclina un poco hasta que deja su oído contra mi barriga, supongo que habrá escuchado su "bump-bump", porque ha vuelto a sonreír..., ¿por qué dicen los profesores que Melissa es una niña inexpresiva? En muy poco rato la he visto sonreír numerosas veces—. ¿Qué tal?

— Están vivas, ¡las dos lo están! —me mira asintiendo con la cabeza.

— Sería bastante dramático que no lo estuviesen, Melissa —río viendo que vuelve a apoyar su cabeza en el vientre, incluso cierra los ojos centrándose en escuchar. Ahora soy yo el que duda, pero me atrevo a mover mi mano y acariciar su cabello.

Melissa se separa después de un rato, me dice que sería peligroso quedarnos más tiempo aquí en el patio, a pesar de tener una temperatura agradable, hace un sol de justicia y me advierte que no me vendría nada bien sufrir un golpe de calor.

Entonces nos ponemos en pie, es ella la que me ayuda y sujeta mi mano para evitar que pierda el equilibrio, es un poco exagerado pero no veo la forma de negarme cuando me mira tan convencida. Nos vamos del colegio tras despertar a Ken-chin de la única manera que sé -la cual es un tanto vergonzosa: me acerco a su oído y me basta susurrar un "Ken, hora de despertarse" para que él abra los ojos.

Ya en casa no tardo en irme directamente a la cama, mis tobillos vuelven a pedirme un largo descanso y el resto de mi cuerpo me ruega que haga caso de la petición; apenas me acomodo el nemaki -esto es, el ligero yukata que uso para dormir- y me echo en el colchón, me duermo casi de inmediato.

No tengo la menor idea de qué harían Ken-chin y Melissa mientras yo dormía, pero al despertar, ella estaba durmiendo frente a mí, sujetando mi mano entre las suyas. Ha sido un despertar bastante agradable.

La arropo con una de las mantas y luego salgo en silencio de la habitación, pero Ken-chin no está aquí, tampoco en el salón o en la cocina, ¿dónde está?
De nuevo la misma sensación amarga recorriendo mi garganta, es desagradable, es demasiado desagradable sentirme angustiado porque Ken-chin no está en casa..., no, más que desagradable, es estúpido, ¿hasta dónde pueden llegar los sentimientos de dependencia cuando se descontrolan y no soy capaz de reprimirlos? Es un asunto que ya empieza a preocuparme.

Afortunadamente no tuve que esperar demasiado para saber del paradero de Ken-chin, él mismo apareció por la cocina cargando un par de bolsas del supermercado mientras me bebía mi té, aún sobraba un poco del desayuno, así que bastó con calentarlo de nuevo.

— Ken-chin, ¿dónde estabas? —le pregunto sujetando la taza entre mis manos.

— Pensé que seguirías durmiendo —contestó dejando las bolsas en la encimera—. He ido a comprar, Hakkai me avisó de que había descuentos en el super de la esquina, ¿sabías que va a cerrar? Parece que la señora que lo cuidaba se jubila, ¿o era su marido el que se jubiló?

— Ken-chin.

— Como sea, he comprado un montón de cosas..., aunque Hakkai me hizo hacer de mula de carga hasta su casa cargando las bolsas..., aaah, ha sido agotador —ahora suspira rascándose la cabeza, mirando de un lado a otro—. ¿Melissa sigue dormida?

— Me extraña que no haya salido contigo a comprar, has ido incluso a casa de Mitsuya con los chicos y ella no ha ido, ¿estará cansada? ¿Tanto ha madrugado esta mañana?

— No, no es eso —niega con la mano, está apoyado en mi hombro mirándome—. Ella no quiso ir, ¿sabes qué me respondió cuándo le pregunté el por qué?

— Es obvio que no lo sé, Ken-chin, sólo dilo.

— Oh, qué mal genio —ríe un poco antes de hablar—, "Mikey estará triste si al despertar se encontrara solo en casa, no quiero que Mikey esté triste". Emotivo, ¿verdad?

— Eso... —sin quererlo acabo sonrojándome, así que giro el rostro hacia otro lado—, eso demuestra que Melissa es mucho más amable que su padre.

— Entonces, ¿crees que alguien tan amable tendría estúpidos celos de su propia familia?

— Aun sigues con eso...

— Sí, y era una pregunta, espero su respuesta.

— Ken-chin, eso... —suspiro—, los celos entre hermanos son algo inevitable. Por favor, asimila eso de una vez antes de que sea tarde —le miro, pero con esa mueca de desagrado está claro que no le he convencido—. La profesora lleva razón, debes admitirlo, Melissa verá a sus hermanas como "dos intrusas", al menos al principio..., quizá con el paso del tiempo no sea así, pero no podemos garantizar nada hasta que entre en confianza con ellas, digamos, que no será una situación cómoda hasta que las pequeñas se ganen el cariño de su hermana.

— Hablas como si fueran dos perros lo que llevas en el vientre: "ganar cariño, confianza...", ¿de verdad no son dos perros lo que llevas dentro?

Decido ignorar ese comentario y le doy vueltas a cierta idea que me ronda la mente, aunque muy a mi pesar ha sido esa desagradable comparación con dos perros lo que ha iluminado mi bombilla. Al igual que las mascotas, el proceso de "cariño" empieza con el nombre, pura suerte que no nos hayamos decidido por algunos todavía.

Vuelvo mi mirada a Ken-chin tras dejar la taza en el lava-vajillas, él me devuelve una mirada algo curiosa, debe saber que estoy pensando en algo -¿es que son tan obvias las expresiones en mi rostro? ¿Puede leerme con tanta facilidad?

— ¿Qué te parece si dejamos que Melissa decida el nombre de sus hermanas? —él se inclina y apoya la cabeza en mi tripa—, ¿pasa algo?

— Ssssh, no hables.

Me confunde con lo que pide, pero le obedezco y me mantengo en silencio. La situación es un tanto extraña, y aun así pasamos 5 minutos de la misma forma, hasta que la intriga pudo conmigo y volví a preguntar, pero Ken-chin me contestó exactamente lo mismo, así que no logramos avanzar demasiado.
Suelto un suspiro sinceramente, no entiendo en qué está pensando.

— Pues... —al fin, y tras un silencio que se me ha hecho eterno, ha hablado—, no, no escucho ningún ladrido ahí dentro.

— ¡Ken-chin!

— ¿Umh? Supongo que sí serán dos niñas, o quizá sólo estén durmiendo.

— ¡Ken-chin!

— No te alteres tanto, ¿quieres?

— ¡Contigo es imposible no alterarse! —vuelvo a suspirar yendo hacia el salón, allí me espera el comodísimo sofá, no estoy de humor para aguantar sus estupideces una detrás de otra. Pero claro, apenas he dado un par de pasos y siento cómo sus brazos me apresan desde mi espalda hasta que sus dedos se entrelazan en mi vientre. Astuto, de esta forma no podré irme—. ¿Qué pasa ahora?

— Nada realmente, sólo pensaba en que Melissa estará muy contenta con tu idea —me dice apoyando su cabeza en mi hombro—. ¿Acaso intentas quitarme el puesto como padre? —vuelve a reír mordiendo mi mejilla, arrancándome un pequeño quejido al sentir sus dientes marcando mi piel—. Qué cruel eres, Mikey.

— ¡No digas estupideces!

— Ya te he dicho que no te alteres, ¿cierto? ¿Tanto trabajo te cuesta?

— ¡Por supuesto que me cuesta si se trata de ti! ¿Tú te escuchas cuando hablas?

— Vaya una pregunta, por supuesto que me escucho al hablar, ¿qué te ha dado a ti hoy con las cosas estúpidas?

— ¡Eres tú el que...!

— Ah, lo siento —esta voz tan dulce no es la de Ken-chin y mucho menos la mía, giro el rostro y veo a Melissa en mitad del pasillo—, parece que vuelvo a interrumpir. No se preocupen, iré a ver la tele un rato, así que...

— Melissa, ven —le dijo Ken-chin mientras se separaba, ahora está a mi lado moviendo su mano—, Mikey tiene que decirte algo importante—ella viene bastante intrigada y me mira esperando que hable, pero no sé cómo enfocar el tema—, hala, ¿no me digas que te ha comido la lengua el gato cuando ni siquiera tenemos uno?

— ¿Quieres callarte de una vez? —llego casi a gruñir mirándole, logro mantener la calma y me agacho para poder ver de frente a Melissa.

— ¿Ocurre algo...? —por su voz y expresión veo que se está preocupando.

— En absoluto —sonrío logrando que se relaje—. Verás..., Ken-chin y yo hemos decidido que seas tú la que elija el nombre de tus hermanas.

— ¿Eh? ¿De verdad? ¿Puedo?

— ¿Y por qué no ibas a poder? —pregunto ladeando un poco la cabeza.

— Serán las hijas de Draken y Mikey, ¿de verdad está bien que sea yo la que elija sus nombres?

— Para ahí un momento —es la mano de Ken-chin la que acaba sobre su cabeza, revolviendo su cabello—, no son "las hijas de Draken y Mikey", son simplemente "mis hermanas", ¿no es más sencillo así?

— Pero...

— ¿Lo es o no lo es? —ella asiente desviando la mirada—. Melissa.

— Pero..., Draken, yo... —vuelve a mirarle manteniendo esa expresión preocupada—, ¿y si no les gustan los nombres que elijo?

— ¿Ah? No hay manera de que no me guste algo que tú decidas —creo que Ken-chin no se ha dado cuenta del profundo significado que tienen esas palabras para cualquier hijo que las escuche. En efecto, le veo enderezándose como si nada hubiera pasado—. ¿Y esa cara? ¿Qué pasa? Melissa, ¿estás bien?

— ¡Me esforzaré! —nos mira más que decidida—. ¡Estudiaré todos los kanjis de los nombres que decida y elegiré los más bonitos! ¡Sólo esperad, por favor! —imparable, es simplemente imparable tanto entusiasmo, se ha ido corriendo hacia las escaleras, supongo que irá a su habitación.

— No pensé que le entusiasmara tanto la idea... —murmuró Ken-chin a mi lado arrancándome un suspiro. Se vuelve a apoyar en mi hombro y puedo ver que se muerde el labio.

— Deberías salir al jardín y fumar, te harás daño.

— Oh, ¿y qué hará el pobre Mikey si me voy de su lado? ¿Llorará tal vez?

— ¿Q-quién lloraría por algo así...? Si llego a llorar, sería de pura felicidad, me libraría de muchas molestias si desaparecieras, Ken-chin.

— Cuando nos despedimos tu cara no dice eso en absoluto, ¿sabes?

— E-eso no...

— Ah, lo siento —esta vez río casi en carcajadas, es Melissa de nuevo—, yo venía a pedirles ayuda, el diccionario que quiero está muy alto en la estantería y no llego. Pero usaré un taburete y...

— ¿Es que quieres torcerte un tobillo?

— No, no quiero. Pero tampoco quiero interrumpir los momentos de pareja que tienen, por favor sigan, yo sólo tomaré el taburete y ya... ¡D-Draken!

— A ti no me harás tomarte en brazos, ¿o sí? —me pregunta cargando a Melissa en su hombro, con sus piernas colgando por su pecho, la forma en la que la ha cargado ha sido irremediablemente cómica, parece una muñequita de porcelana.

— No será necesario y, Ken-chin, por favor, no cargues a Melissa como si fuera mercancía —les sigo caminando justo detrás de él—. Esa manera de cargarla es peligrosa.

— No es peligrosa en absoluto —por mucho que diga no puedo evitar estirar mis brazos hasta sujetar las manos de Melissa, que me mira sonriendo.


Ya en el despacho, tiene un escritorio, ordenador, sillones pequeñitos y una gran librería que guarda numerosos libros en sus estantes. Además de más muebles que tienen más y más libros.

Melissa se ha sentado en mitad de la alfombra, rodeada de diccionarios y papeles donde apunta los kanjis que llaman su atención. Ken-chin está inclinado en la ventana, fuma y echa el humo hacia el exterior; estoy de rodillas junto a Melissa y desde aquí sólo podemos ver su espalda.

— Esto va a ser difícil —dijo subrayando algunas palabras—, me gustan demasiados. Me pregunto cuál sería el adecuado para cada una.

— No te lo tomes tan en serio, son sólo nombres —respondió Ken-chin desde su posición.

— Draken, el nombre es muy importante para cualquier persona, debo tomármelo en serio —parece que Melissa me ha leído la mente.

— Melissa, ¿qué tal si señalamos todos los kanjis que te interesan y luego hacemos una selección? "Divide y vencerás", ¿cierto? —el proverbio no se usa normalmente en este contexto, pero parece valer.

— Pero no puedo dejar que sepan los que elegiré, esto es algo que debo hacer yo sola —me mira primero a mí y luego a Ken-chin, que había terminado el cigarrillo y venía hacia nosotros—. No lo malinterpreten, agradezco su ayuda, pero esto quiero que sea una sorpresa.

No nos quedó otra opción que despedirnos y dejarla sola en el despacho, parece que se pasará aquí toda la tarde leyendo de un kanji a otro.
No pensé que se tomaría este asunto con tanta seriedad, pero me intriga saber qué nombres escogerá..., "estamos hablando de Melissa al fin y al cabo", ¿no es así?

KISEKI - Drakey/Bajifuyu/MitsuKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora