El caso de Draken y Mikey V

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Capítulo 5: 

29 de septiembre.


Estoy nervioso.
Heh, ¿nervioso...? Maldición, estoy más que nervioso.

Y el ambiente de la sala de espera, con todos estos padres primerizos entrando en pánico, no me ayuda a calmarme. Los asientos cumplen su función de mantener a las personas sentadas, pero dejan bastante que desear en cuanto a comodidad, por no hablar de ese cartel de "prohibido fumar", ¿qué demonios? ¿Por qué tengo que soportar quejas que no me importan mientras estoy aquí?

— Ah, tan molesto —tengo que suspirar echando hacia atrás la cabeza, la apoyo en la parte trasera de la silla tan incómoda donde me han hecho sentarme y me pongo a mirar el techo. No es que pueda hacer otra cosa ahora.

— Draken, deberías ir a la azotea y fumar un poco, estás muy tenso.

— No pienso irme y dejarte aquí sola.

— Pero... —Melissa suspira sentada entre mis piernas—, los chicos llegarán de un momento a otro, no te preocupes por mí, de verdad.

Parece pura casualidad, pero justo ahora se abre de golpe la puerta de la salita, entrando por ella Chifuyu seguido de Hakkai, casi a trompicones, tras ellos puedo ver a Baji suspirando y a Mitsuya pidiendo orden. Ha sido sin duda una entrada triunfal, se han ganado toda la atención de los que estamos aquí.

— ¡Melissa, Draken-san! ¿Estáis bien? ¿Se sabe algo de Mikey-san? ¿Está bien? ¿Cómo va todo?

— Chifyu, haz el favor de calmarte —su marido le tira de la oreja escuchando sus refunfuños—, de Mikey no sabremos nada hasta que salga del quirófano, pero está claro que tanto Draken como Melissa estarán nerviosos, tsk, sólo lee un poco el ambiente de la situación, no es tan difícil.

— ¡Maldito! ¡No sabré de las cosas si no pregunto, no vayas con esa cara de arrogante por la vida! ¡Es molesta, tú eres molesto, eres una molestia tras otra, maldición!

— Chicos, aquí hay que guardar silencio —les advierte Hakkai sentándose a mi lado—. Draken, no te preocupes, estaremos todos aquí. Y también junto a nuestra pequeña princesa, ¿cierto?

— Agradezco enormemente su compañía.

— ¡Qué formal y educada, eres toda una dama!

— Muchas gracias por el cumplido... —murmura agachando la cabeza, sin duda se ha sonrojado.

Y sobre la mía siento un pequeño golpecito, me enderezo y veo a Mitsuya con una cajetilla de cigarros en la mano, la mueve un poco señalando luego la salida. No hace falta mucho más para que me ponga en pie y le siga hasta las escaleras que llevan a la azotea del edificio, mientras que los chicos le hagan compañía a Melissa no habrá el menor de los problemas.

Me apoyo en la barandilla tomando la primera calada, es lenta y pausada -la verdad, logra calmarme. O quizá sea el viento contra mi cara, ya está atardeciendo y la sensación es agradable, es fresca; nada que ver con el agobio de padres en aquella sala.

— ¿Estás nervioso? —río escuchando su voz, está fumando a mi lado, pero de espaldas a la baranda, así que más que al atardecer, está mirándome a mí—. De verdad, eres como un mejillón: te cierras y no hay forma de averiguar qué demonios pasa contigo.

— Muy amable por tu parte compararme con un molusco.

— Draken, que estoy hablando en serio —suspira revolviendo su cabello—. Con el tema del embarazo o cualquier otra cosa, sabes que puedes contar con nosotros, estaremos ahí dispuestos a echarte una mano. No tienes por qué cargar todo a tu espalda, ni siquiera con lo de Emma tenías que hacerlo.

— Los mejillones no tenemos espalda, no puedo cargar nada.

— Draken.

— Era una broma, hombre, que te veo tenso y me preocupas.

— ¿Cómo no voy a estar tenso? —suspira—. Mi mejor amigo va a ser padre -una vez más- y ni siquiera se emociona. Vamos, no pido que des saltos de alegría, pero, no sé, al menos una sonrisita de padre orgulloso, ¿quizá? —me pregunto cómo sería esa sonrisa—. Como sea —vuelve a suspirar mirándome—, si estás nervioso, sólo dilo.

— ¿Me darás un masaje en la espalda para relajarme?

— Demonios, no —ríe apoyándose a mi lado en la barandilla, esta vez de frente, ambos dejamos caer la colilla hacia la carretera—. Pero te puedo hacer descuento en la confección de tu traje de bodas si algún día decides pedirle matrimonio a Mikey.

— No es bonito cobrarles a los amigos.

— Mucho me temo que tu amistad no pagará mis facturas.

— Te has vuelto un tacaño con el paso de los años.

— Aunque de nada me sirve ahorrar cuando Hakkai necesita cosas tan caras para su trabajo, ¿qué pasa con el negocio de las cámaras? ¿Por qué son todas tan malditamente caras? ¡Y los accesorios! ¡Por el amor de dios, miles de yenes en un objetivo!

— He aquí a un hombre sufriendo..., oye, no me mires así, no es mi culpa si las cámaras son caras, es tu problema por haberte enamorado de un fotógrafo —se echa a reír apoyando todo su peso en sus brazos, me pregunto que estará viendo allá abajo que es tan interesante, no aparta los ojos de la carretera.

— Enamorado, ¿eh? —vuelve a hablar después de un rato, donde yo me he fumado ya el segundo cigarro—. Demonios, de verdad lo estoy.

— A Hakkai le gustará oírlo, ¿se lo has dicho?

— Por supuesto que sí: un caballero siempre es sincero con sus emociones, ¿qué hay de ti? No te imagino confesándote de ninguna manera.

— Los mejillones como yo no nos confesamos —le digo divertido logrando que ambos riamos—. Más que nada porque es algo obvio después de tanto tiempo juntos, ¿no es así?

— Compadezco a Mikey —arqueo una ceja viéndole reír—. Pero está bien, está bien, nuestro dragón no es el rey de la expresividad, no importa, todos sabemos que eres más de actuar y no tanto de hablar —mientras que él habla, dejo caer la colilla al suelo, la aplasto con el zapato retorciéndolo un poco—. Aunque, en serio, ¿no es más fácil decir "te quiero" a "tengamos un hijo"? Algo como eso es..., ¿no es demasiado compromiso con una sola persona?

— Oh.

— ¿Qué? ¿Qué pasa?

— Nada, sólo te veo queriendo ser padre, ¿lo sabe Hakkai?

— No es eso, es sólo... —suspira mirándome, vaya una mirada, está cargada de curiosidad y preocupación—. No es fácil criar un hijo, ¿no? Son demasiadas responsabilidades y cuidados con una nueva vida..., y ustedes van y ya de golpe tendrán dos. Que serán tres contando a Melissa —vuelve a mirarme, pero esta vez asombrado—. ¿Cómo puedes estar tan calmado con todo esto? ¿Cómo estás tan relajado sabiendo todo lo que se viene encima?

Ah, pero no estoy tranquilo en absoluto.

- - -

Volvemos a la salita de espera y nos sentamos recibiendo los cafés que Baji ha comprado en la máquina expendedora del pasillo. No es el mejor café del mundo, pero al menos es aceptable.

No tengo muy claro de dónde han salido las cartas, pero en algún momento hemos acabado jugando -supongo que habrá sido cosa de Hakkai-; y los demás padres, si bien no se unen a la partida, sí nos aconsejan en más de una jugada. Y estábamos en mitad de un interesante duelo entre Mitsuya y Baji, en busca del as de corazones que terminaban las escaleras que tenían entre manos, cuando uno de los enfermeros apareció por la puerta. Se libró de los padres más inquietos hasta quedar junto a nosotros.

— Señor Ryuguji, por favor, acompáñeme —¿era Peh-yan? No logro recordarlo.

— ¡¿Ha pasado algo?! —es Chifuyu quien salta hacia él, incluso le sacude por los hombros mientras prácticamente le grita preguntando por el estado de Mikey o las niñas.

— Por favor, cálmese —le pide—, todo está perfectamente. No ha habido ninguna complicación en la cesárea y tampoco con ninguna de las pequeñas, no se altere tanto, por favor.

— ¿Entonces ya podemos ver a las niñas? —esta vez es Hakkai el que habla, encendiendo su cámara de vídeo—. ¡No sólo a ellas, también a Mi-chan!

Y lo primero que ha grabado han sido mis carcajadas, ¿se supone que ese "Mi-chan" es Mikey?

- - -

Avanzo por el pasillo junto a Melissa, ambos siguiendo los pasos de Peh-yan.

KISEKI - Drakey/Bajifuyu/MitsuKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora