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7:45 am

Faltaba poco para que iniciara la primera clase del día, estudiantes entraban al instituto y se dirigían a sus salones, algunos pasaban antes por la cafetería para comprar algo de desayunar, mientras que otros conversaban con sus amigos en el patio y los pasillos.

Soleil entró a toda prisa atando su cabello con un listón azul marino, pensó que era tarde porque esa mañana no había escuchado su alarma, de no ser por su madre, no habría despertado a tiempo.

— Hola, chicas. – Saludó a sus dos amigas que la esperaban en el pasillo cerca de los casilleros.

— ¿Corriste un maratón? – Preguntó Vanille con una risita.

— ¿Al menos desayunaste? – Habló Gwen.

— La alarma no sonó, pero no la necesito cuando tengo a mi querida madre. – Comentó con ironía y sus amigas rieron.

Las tres eran consideradas de las chicas más bonitas del instituto y sabían aprovecharlo. Soleil era el tipo de chica que con sus amigas podía ser un completo desastre, le gustaba divertirse, pero siempre tenía que hacerlo a escondidas ya que su madre era demasiado estricta, la presionaba para obtener buenas notas y no le permitía salir de su casa a menos que fuera un asunto de la escuela. Vanille tenía un poco más de libertad, sus padres pasaban mucho tiempo fuera de casa así que rara vez tenía que darles explicaciones, pero eso la llevaba a no medir consecuencias en varias ocasiones. Finalmente, Gwen no tenía una buena relación con sus padres, no lidiaba con exigencias como las que soportaba Soleil diariamente, pero tampoco estaba tan consentida como Vanille, su situación se asemejaba más a la indiferencia, por lo tanto, era una chica más independiente que sus dos amigas.

— Como sea, resumen. – Añadió mientras tomaba a Gwen y Vanille de la mano para salir al patio.

— Miren esto. – Vanille desbloqueó su teléfono y les mostró a sus amigas la fotografía de un arreglo de tulipanes de varios colores.

— ¡Es precioso! – Dijo Soleil.

— Mucho. – Añadió Gwen. – ¿Quién te lo dio?

— El entrenador de americano. – Respondió Vanille orgullosa.

— ¿Estás loca? – Preguntó Soleil entre risas. – Es peligroso para ti salir con cualquier profesor de deportes.

— Ella tiene razón, si tu novio se entera...

— Seunghyub no tiene por qué enterarse. – Dijo Vanille antes de que Gwen terminara. – Además, me adora y confía en mí.

Las tres rieron.

— Bueno, bueno ¿Qué hay de ti, Gwen?

— Convencí al profesor de arte de darme ese cuadro victoriano que tenía de muestra en la galería de la dirección. – Sonrió.

— Nada mal. – Comentó Vanille. – ¿Y tú, Soleil?

— Tuve una segunda cita con el profesor de inglés.

— ¿Por qué? Pensé que intentarías con alguien más.

— ¡Es que es tan guapo! – Suspiró como si estuviese realmente enamorada, acción que hizo reír a sus amigas.

— Perdiste. – Afirmó Gwen.

— Ya sé. – Dijo Soleil haciendo un puchero.

— Las bebidas del próximo fin las pagas tú. – Comentó Vanille con una sonrisa.

— Está bien, pero no se excedan.

Las tres se pusieron en camino hacia el salón de su primera clase, el timbre había sonado.

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