E i g h t

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Soleil se separó del beso y se cubrió los labios con una mano.

— Creo que es mejor que me vaya.

Taeyang retomó su distancia y se incorporó, no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, Soleil se sintió aún más confundida.

— No. – Dijo él rodeando el escritorio. – Tenemos tarea que hacer. – Le entregó un lapicero y se sentó frente a ella sin mirarle, se concentró en los documentos que estaban dentro de una carpeta azul.

Ahí estaba de nuevo esa actitud aparentemente de indiferencia hacia ella.

— Profesor Yoo...

— ¿Tienes alguna duda, Soleil?

Ella se quedó callada y negó con la cabeza, después levantó el libro del suelo y lo abrió.

Pasaron los minutos, el lugar estaba en completo silencio, como de costumbre cuando estudiaban, pero esta vez resultaba sumamente incómodo para Soleil.

— Terminé. – Le entregó la libreta en la que había contestado algunas preguntas y se puso de pie, quería salir corriendo e ir a casa.

— Espera, Soleil.

— ¿Hay algún problema?

— Siéntate.

Volvió a sentarse.

— De hecho, todo lo que hiciste es el problema.

— No entiendo...

— ¿En qué estabas pensando cuando respondiste? Ninguna de tus respuestas tiene sentido.

— ¿Y cómo querías que me concentrara después de...?

— ¿Después de que te besé?

Soleil asintió.

— Supongo que crucé el límite. – Se puso de pie. – Lo siento por eso. Entonces, puedes quedarte y corregirlo, o hacerlo en casa...

— Lo haré en casa. – Le arrebató la libreta y se dirigió a la puerta.

— ¿Quieres que te lleve?

— ¡No! – Respondió desde el pasillo.

Taeyang esbozó una sonrisa cuando escuchó la puerta principal cerrarse, pero ese gesto duró poco, tan pronto como recordó el beso que le había dado a Soleil se preguntó si sería correcto actuar de manera indiferente delante de ella.

Su debate mental terminó tras escuchar su teléfono sonar, lo buscó entre los papeles del escritorio y contestó la llamada cuando lo tuvo en su mano.

— ¿Sí?

— ¿Ya tienes lo que te pedí?

Apartó el teléfono de su oreja como si fuese un objeto peligroso y se pasó una mano por el cabello, ojalá hubiese revisado el número antes de responder.

— No. – Dijo luego de unos segundos. – Dame unos días más.

— ¿Qué tan difícil puede ser, Yoo?

— Si fuera fácil, lo harías tú.

— Está bien, está bien. Pero... ¿Seguro que no te estás distrayendo con algo más?

— ¿Algo cómo qué?

— No lo sé, eres una persona a la que le interesan muchas cosas.

— No estoy distraído, ahora déjame trabajar.

— Bien, pero la próxima vez que llame espero que tengas todo listo.

— Estoy en eso.

Colgó y botó el teléfono a alguna parte del escritorio mientras se recostaba en el respaldo de la silla mirando al techo.

Playing with fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora