N i n e

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— ¿Pero fue un piquito o fue un beso de esos intensos? – Preguntó Gwen con una risita.

Soleil casi escupe el café, pero se puso la servilleta sobre los labios.

— Bueno... - Vanille y Gwen le miraron atentas a su respuesta. – Digamos que algo intermedio, no fue un piquito, pero tampoco tan intenso. Me tomó por sorpresa.

— Pero te gustó, eso es seguro. – Acusó Gwen.

— Bueno sí.

— ¿Y entonces ahora qué? – Preguntó Vanille y Soleil se encogió de hombros.

— No tengo idea, de hecho... volvió a besarme cuando fui a su oficina.

— Ya está ¡Se enamoró!

El comentario de Vanille atrajo la atención de las personas que estaban en las dos mesas contiguas.

— ¡Shh! – Soleil le cubrió la boca con su mano. – No creo, me parece que sólo juega conmigo.

— Pero te dio el permiso. – Añadió Gwen.

— Sí, pero porque Lou se lo pidió y además él nos vio.

— ¿¡Qué!? – Preguntaron al mismo tiempo.

— Lo que escucharon. – Aseguró Soleil.

— No creo que debas preocuparte. – Dijo Vanille. – Sabes sobre nosotros, aunque no se lo dije, debe suponerlo así que dudo mucho que quiera contárselo a alguien. En todo caso fue culpa del profesor Yoo.

— Espero que tengas razón, no quiero ni imaginar lo que mi madre me haría si se entera.

— No pensemos en eso, mejor hay que celebrar que regresaste al equipo. Te extrañábamos. – Comentó Gwen con un puchero.

— Sí, Amelie está insoportable. – Agregó Vanille con una risita.

— Ella siempre ha sido insoportable. – Respondió Soleil y las tres rieron.

♡•♡•♡

Soleil daba vueltas en la silla giratoria que tenía en su habitación, ya había terminado con su tarea así que sólo estaba escuchando música y cantando algunas líneas que ya salían espontáneamente de sus labios, empujó su silla hacia su ventana y a través del cristal vio el auto de su padre estacionarse, enseguida se puso de pie y bajó corriendo las escaleras hasta la puerta principal la cual abrió antes de que su padre usara sus llaves.

— ¡Bienvenido! – Dijo ella con una sonrisa.

— Hola, cariño. – Le saludó de la misma forma y le dio un abrazo.

— ¿Cómo te fue en tu viaje?

— Bien, te he traído un recuerdo.

— ¿En serio?

— Sí. – Abrió su maleta y le entregó una esfera de nieve con un castillo dorado dentro. – ¿Te gusta?

— ¡Me encanta! – Observó detenidamente la esfera y después le dio un abrazo a su padre. – Por cierto, quería pedirte permiso para llegar tarde las siguientes semanas.

— ¿Qué tan tarde?

— ¿Diez de la noche?

— ¿Por qué?

— Encontré la manera de ajustar mis horarios para ir al grupo de estudio y luego a mi asesoría particular.

— Está bien, pero creo que sería mejor que tu madre pasara por ti.

— No, no, no. Vanille va a traerme, también está conmigo en el grupo.

— Ya veo, entonces está bien.

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