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Advertencia: Capítulo con contenido explícito.
Haechan lo miró fijamente y luego gimió cuando Jeno pellizcó la punta de su polla.
—Contéstame, —dijo Jeno.
—Sí, lo recuerdo. Lo intentaré —respondió él, tratando de mantener el descaro fuera de su voz.
—No lo intentes. Hazlo.
Haechan frunció el ceño.
—Eres un hombre difícil de complacer, Jeno Sin Apellido.
Eso le hizo reír. Haechan tenía la sensación de que, como las sonrisas de Jeno, la risa también era rara. No importaba. Haechan podría trabajar con un compañero melancólico, poner algo de sol en la vida de Jeno. Mierda. Había otra vez esa palabra, compañero, como si fuera algo siniestro.
Las tendencias shifters para aparearse deben estar haciendo que su cabeza se sienta divertida. Normalmente, no golpearía a un extraño tan fuerte, pero tenía la sensación de que si dejaba que Jeno se escapara, nunca volvería a verlo.
—Tú, por otro lado, me complaces un montón, Omega, —fue la respuesta de Jeno. Acarició a Haechan más rápido. Las callosidades en la mano de Jeno se sintieron ásperas pero maravillosas contra su carne sensible. La temperatura en el auto subió. La tensión aumentó.
—Por favor, —pronunció, sin aliento.
—¿Por qué exactamente me estás rogando, Omega?
Haechan sabía la respuesta a esa.
—Permiso.
—Hazlo. Vente por todos mis dedos. Ahora.
La orden autorizada de Jeno hizo el truco. La presión se rompió dentro de Haechan como una presa. Con un fuerte grito, él se vino. Su visión se arremolinaba mientras lanzaba chorros de su semen por toda la mano que esperaba del Alfa.
Cuando su visión se aclaró, encontró a Jeno mirándolo como, bueno, un lobo que todavía tenía hambre de más. Haechan miró al miembro de Jeno presionando contra los pantalones para correr. Había visto por sí mismo lo grande que era Jeno en ese departamento. Una imagen apareció en su cabeza, inesperada y erótica, de Jeno empujando toda esa gloriosa longitud dentro de él.
—Déjame atender tu necesidad, —susurró, sonando lánguido a sus oídos.
—Esta posición es demasiado restrictiva.
—¿Asiento trasero? —Sugirió Haechan .
—Tengo una mejor idea. Sal del auto.
Haechan se dio cuenta de que todavía tenía la bragueta abierta.
Comenzó a cerrarla antes de salir, pero Jeno lo detuvo.
—No hay necesidad de eso.
Inseguro de lo que Jeno estaba planeando, Haechan salió del vehículo. Si no es el asiento trasero, ¿a qué se refería Jeno? Cualquier otro lugar sería demasiado frío. Sin embargo, la idea de que Jeno lo jodiera a la intemperie donde cualquiera pudiera encontrarlos era extrañamente emocionante.
