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Advertencia: Capítulo con contenido explícito.
Jeno se despertó gritando de una vieja pesadilla. Respirando con dificultad, se enderezó y abrió los ojos. Jeno esperaba ver paredes grises y rejas, pero en cambio, vio la ventana abierta y los árboles más allá. La luna llena colgaba en lo alto, brillante en medio de un grupo de estrellas. A estas alturas, su lobo generalmente estaría nervioso, ansioso por destrozar cualquier cosa que se moviera, pero la bestia estaba en silencio. Contenido.
Su lobo y él estaban más sincronizados que nunca ahora que Jeno había encontrado su otra mitad, la mejor parte de él. Su compañero.
—Hola, bebé. ¿Pesadillas otra vez? —Llegó la voz somnolienta de Haechan a su lado. Haechan se frotó los ojos y envolvió sus delgados brazos alrededor del pecho de Jeno.
—Vuelve a dormir. Estaré bien, —Jeno lo tranquilizó, frotando la espalda de Haechan.
....
Habían pasado tres días desde que él y los demás habían acordado ejecutar su plan de batalla final. Jeno había pasado esos días estudiando los planes que habían hecho, señalando los puntos débiles para mejorar. Discutieron y recogieron armas.
El plan fue bastante simple. En las últimas semanas, Chan había logrado meter a un hombre dentro de la Base Black Rockwell. Su espía los encontraría afuera a través de los túneles de transporte subterráneos y les entregaría una tarjeta de acceso de alto nivel.
Durante su último ataque a la base, Chan y los demás no se preocuparon por el sigilo. Esta vez, no iban a cometer un error. Todos tenían demasiado que perder ahora, y la destrucción de los datos de la organización y la liberación de los otros cautivos del programa eran sus prioridades número uno.
—No quiero, —Haechan murmuró contra su hombro. Parecía más despierto de lo que Jeno había pensado que estaba. —Bebé, no quiero que te vayas.
—Es necesario.
—Lo sé. —Haechan dejó escapar un resoplido. —No puedo convencerte de que cambies de opinión. Estoy asustado por ti.
Al darse cuenta de que Haechan estaba temblando, Jeno agarró la barbilla de Haechan y besó a su compañero fervientemente, profundamente. Mordisqueó y mordió el labio inferior de Haechan y movió su mano entre las sábanas para darle un apretón en la parte baja de Haechan. Sus lenguas se enredaron y sus dientes chocaron, luego Jeno se apartó.
Haechan jadeó, gimiendo cuando Jeno le tocó.
—No uses el sexo para distraerme, —se quejó Haechan.
—¿Te estás quejando? —Jeno preguntó, alejando sus dedos.
—¡No!
—Quiero salir mañana recordando el sabor de tus labios, tu dulce cuerpo, —susurró Jeno contra la oreja de Haechan.
