El juicio es cruel, querido

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El auto de una desconocida es lo mejor, es una manera muy sencilla de terminar lo casual, sin embargo, ser visto por Gianna no es una manera muy buena de terminar mi noche.

Cuando regresamos al hotel, todos estamos callados, simple y sencillo silencio, espero con ansias que me digan algo, pero en su lugar, Gianna toma la mano de Santino y acomoda su cabeza en su hombro, con su vista perdida. Llegamos al hotel y cada uno se separa, pero siento que Gianna tiene la necesidad de decir algo más, quiere mencionar mi desliz.

Tener sexo en un auto no es algo nuevo, ni mucho menos fuera de este mundo, simplemente es sexo, Gianna es conciente que ambos somo adultos, tanto ella como yo tenemos este tipo de relaciones, no puede venir a reclamarme por una chica cuando yo soy consiente de lo que pasa en su habitación de hotel.

En cuanto cierro la puerta de mi habitación, prendo un cigarrillo y me sirvo otro trago, un poco de alcohol es bueno. Me paseo por la habitación fumando y me quito el saco y corbata, así como desabotono la playera que llevo, es realmente una manera un poco extraña de terminar esta noche, pero el juicio de Gianna no debería de afectarme, no puedo dejarme matar por ello, no más, pero es inevitable preocuparme por la opinión de alguien importante para mi y mi vida, es horrible depender de lo que piensan de mi.

La puerta de mi habitación suena y sé que se trata de Gianna, por lo que apago el cigarrillo antes de ir a abrir, pero al momento que la puerta es abierta, veo a Elena, la recepcionista. Al verme me parece que se apena un poco por mi atuendo, pero realmente no la esperaba, sin embargo, su presencia es un respiro de todo el asunto que está por suceder mañana.

Su cabello rojizo va peinado en una coleta y va vestida con un vestido negro, así como noto que lleva unas toallas en la mano, su cara cambia un poco y sonríe.

-Lo lamento-dice y parece que no sabe que decir. -Vengo a traer las toallas.

-¿A las 4 de la mañana? -digo con la pequeña intencion de incomodarla mas.

-Si -dice firme y con las mejillas sonrojadas.

-Me parece un poco tarde o temprano para hacer algo así -digo recarcandome en el marco de la puerta. -¿No lo crees?

-Un poco, pero son ordenes.

-¿De quien?

Reto a Elena, la recepcionista, con la mirada y ella permanece firme, en esa batalla me doy cuenta que sus ojos si son verdes, así como veo que tiene pecas en la nariz, su piel es bronceada y me parece que no tiene lunares, pero aun así, es una cara muy bonita.

-Mías -dice firme y me parece que está pasando por un momento vergonzoso.

-Ya, creo que no puedo dejarte ahí sin hacer tu trabajo-digo para hacerla sentir más cómoda. -Pasa.

Ella asiente y me hago a un lado para dejarla entrar, ella analiza mi habitación y yo me dirijo a fumar de nuevo. La veo moverse y entrar a la recamara, donde se tarda menos de 5 minutos en salir, yo en cambio aprovecho para relajarme un poco y pensar mejor.

-Listo -dice ella saliendo con las toallas sucias entre sus manos y quedándose a unos metros de mi. -Muchas gracias, señor Bradamanti.

-Dime Luka -digo terminando mi cigarrillo y la veo fijo. -¿Cual era la verdadera razón de venir aquí?.

-En realidad quería verlo -dice ella y parece más avergonzada. -Sé que suena tonto, pero cuando lo vi entrar con sus acompañantes, sentí que no estaba bien y quería verlo.

La rara preocupación de otra desconocida hacia mi, me alaga, pero me atormenta un poco, sé que no soy feo, pero nunca creí que algo así me pasaría en la vida, pero aquí estoy, una chica preciosa viene y me dice que estaba preocupada por mi, claramente levanta el ego para cualquiera.

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