EPÍLOGO

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Una vez llegaron al lugar exacto, todos bajaron del vehículo, Cais llevaba a Jamie de la mano mientras que Ethan se acomodaba a la pequeña Isabel en la mochila de bebé. Si bien convertirse en el padre de Jamie Fraser le había producido un regocijo indescriptible, cuando nació la niña fue un sinfín de sensaciones únicas.

Cais y él ya llevaban un año juntos, se habían casado enseguida y él había adoptado al pequeño Jamie que había conservado también su propio apellido. De modo que Jamie Fraser MacLeod volvía a tener un papá y una mamá, incluso una hermana.

Cais había conseguido un nuevo esposo, muy parecido al anterior, a decir verdad, con el paso del tiempo había descubierto muchas más similitudes. Noah y Ethan eran tan idénticos a veces que ella tenía que recordarse que no eran la misma persona. Algunas veces pensaba que era injusta, que quizás no le amara por ser quien era sino por parecerse a Noah. En esos instantes era cuando Ethan hacía o decía algo que le recordaba que no eran tan parecidos.

En cuanto a Ethan, estaba seguro de haber alcanzado el paraíso. Miembro de una numerosa familia, encontrar a Cais y a Jamie había supuesto una bendición. Conocía la historia de la chica, se la creía porque desde que había leído el libro no paraba de encontrar paralelismos. Por ello estaba convencido de ser descendiente directo de Noah MacLeod, y por consiguiente ella era su tatara-lo-que-sea.

—Aquí es.

Estaban delante de lo que quedaba de la gigantesca torre donde vivía el laird MacLeod, seguía siendo un lugar impresionante y no había más que mirar alrededor para ser capaz de visualizar las escenas del libro.

Y asi fue como unos embelesados Jamie y Ethan escucharon con mucha atención los detalles sobre la vida de la baja edad media en una aldea de las Tierras Altas que les narraba la "viajera" Cais MacLeod.

FIN.

Estas dos vidas míasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora