Habían muchas cosas de las que Charles estaba seguro en la vida, la fé que sentía por una amplia cantidad de personas diferentes, la esperanza, el congenio de los humanos y los mutantes, del mañana brillante y por sobre todas las cosas; sabía que Erik, eventualmente, siempre iba a volver a su lado.
Rememoro el encuentro en Paris y como se sintio al volver a confirmar esa seguridad, pensó que nunca funcionaría y tal vez es cierto, tal vez nunca funcione. Sin embargo, cada vez que se reúne con él intenta disfrutar cada momento. Cada mirada furtiva o directa, cada frase estructurada y valiosa que sale de su boca, cada rose al andar juntos.
Incluso encuentra valiosos los momentos en los que Erik toma control de su silla sin que siquiera se lo pida, el simplemente tira las riendas de su relación fuera de cualquier hueco de tristeza en el que haya caido esa vez.
Son compatibles en un 40% el otro 60% es incompatibilidad, reproche y furia descontrolada, más ese 40% es tan fuerte en el momento en que cruzan miradas que todo ese reproche, dolor, incompatibilidad y furia se transforma en el más profundo y pasional amor que alguna vez podría sentir.
Incluso lejos, incluso sin verlo su corazón late desesperado por encontrar la excusa perfecta para buscarlo otra vez, o simplemente enloquecer cuando lo ve volver a él otra vez. Pero jamás va a decírselo, un simple saludo con una intolerante distancia que odia pretende ser amistoso y casual que es respondido con algo parecido pero es inútil ocultar lo imposible, cualquiera se da cuenta de la forma en que se miran, de las sonrisas que se roban las simples presencias del otro.
Erik le roba las palabras cuando aparece frente a él y sabe de primera mano que él le roba un montón de sonrisas a Erik de igual forma. Es tonto, es un desperdicio de tiempo el evitar lo que sucede entre ellos.
Porque todo eso es lo que ven los demás sin embargo estando solos, todo se les va de las manos siempre y es que no importa cuanto tiempo pasen separados, cuantas personas se entrometan en sus vidas romanticamente, ellos siempre vuelven a los brazos del otros, a sumergirse en la boca del otro, en revolcarse juntos hasta que uno de los dos diga adiós otra vez sin realmente decirlo. No hay palabras entre ellos, ni una sola.
Es un secreto a voces incluso entre ellos, porque fingen no recordar nada al siguiente día, porque no hay complicidad alguna que les confirme que efectivamente no soñaron aquello. Siempre serán amigos, viejos amigos, que pretenden tan bien que incluso ellos suelen olvidar que en realidad si han pasado cosas entre ellos.
No hay celos, al menos no a la vista, pero tampoco parece haber intenciones de decir una sola maldita palabra que cambie sus situaciones. Charles esta algo cansado de aquello, ahora que realmente lo perdió todo, cuando creyó que estaba solo Erik apareció y le ofreció un hogar. Entonces que más daba arriesgarse? quería poner todo lo que tenía sobre la mesa y retar a Erik a tomarlo o botarlo de una vez por todas.
Charles estaba algo incómodo, si bien en aquel lugar habitado sólo por mutantes le dio la bienvenida amablemente, muchos de ellos con algo de admiración, no se sentía bien aún. Erik había desaparecido de su lado en el momento que bajaron de aquel helicóptero y no volvió a verlo ni siquiera en la cena.
Una de las niñas de allí, Kitty, lo acompañó a la cena y más tarde a la que sería su habitación en la precaria casa de Erik, tal vez podría verlo al siguiente día si es que él en realidad vivía allí. Su silla, como siempre, fue un estorbo para movilizarse. El sitio no tenía muchas comodidades para alguien tan limitado como él a excepción de la casa de Erik que contaba con una rampa en la entrada y espacios más amplios dentro para andar en su movilidad con libertad.
Ya arropado en su cama, no podía acabar de relajarse, estaba en un lugar nuevo en muchisimos sentidos y contextos que lo obligaron a sentarse en la cama sin soportar la cantidad de pensamientos que empujaban los demás mutantes y el mismo hacia sus nervios. La noche era muy oscura y muy silenciosa para su sorpresa, tanto que el sonido de la puerta abriéndose y los pasos alrededor lo mantuvieron alerta hasta que se detuvieron en su puerta.
