Mariposas En Plena Oscuridad.

¿Ahora que hice?

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Feliz lectura.

SEBASTIÁN...

En mis años trabajando para la empresa, nunca había sentido tanto estrés por el trabajo pendiente. Hacer nuevas creaciones y ver crecer edificios siempre ha sido un trabajo duro. Pero los planos evolucionan con los años y las exigencias por mejorar la calidad del producto son cada vez más...

Al diablo, jodido dolor de cabeza me cargo. Necesito unos analgésicos.

Estaciono en la tienda y farmacia. Doy un tirón a mi corbata y lanzó hacia atrás mi saco. Bajo del auto. La noche es fría; pequeñas gotas mojan mi cabello desordenado y se mezcla con el sudor.

En la farmacia, camino directamente a los analgésicos, que aparecen casi de inmediato como si en vez de buscarlos a ellos, ellos me buscaran a mí y tomo una cajita para ir a pagar. Ya en la fila, veo la sección de libros y dada a las declaraciones de disculpa de Brida. Decido corresponderle con un bonito gesto, no porque tenga toda la paciencia del mundo para quedarme un minuto más aquí, si no por mi aprecio a la relación.

Sacrificios de hombre.

De camino al pasillo de libros, que no está muy lejos, veo también pasteles, de todos colores y sabores. De los que también le gustan a Brida. ¿Qué prefieren las mujeres? ¿Un libro o un pastel?

No me gustan los libros de clichés, ni las historias de amor, mucho menos el pastel; este último va en contra de mis hábitos para mantener mi condición física, así que no estoy seguro de que llevar. Creo que a Brida le podría encantar cualquiera de las dos cosas.

Le llevaré las dos.

Hay miles de pasteles, tomo uno de sus favoritos, el de piña. En la sección de libros, estoy rodeado de más portadas de las que se ven a los lejos. Pero como los libros no se juzgan por sus portadas, tomo el primero que encuentro y me voy a pagar.

Una linda chica rubia, de lentes y sonrisa tímida, toma mi compra y empieza a facturarla. Ella se ve muy alegre y yo resumo mi alegría en un frío contundente "Buenas noches"

-¿Problemas en la relación?

-¿Ah?

-Si mi novio me diera algo así, le daría 100 razones para terminar con él. -se burla. ¿De qué habla?

-Le gustan mucho los libros. Y el pastel de piña. Es un regalo.

-Seguro que sí... -la rubia toma unos lazos que sacó de alguna parte y empezó a cortarlos. -... Hay algo que puedo hacer por tí, Sebastián. A ella le va a encantar.

Sabe mi nombre. Lo ha de haber visto en la tarjeta de identificación o algo. La amable chica toma el libro y lo envuelve en papel y le coloca un lazo, al igual que al pastel en una caja de corazones y rosas. Perfecto.

Rebecca, o así lo dice su uniforme. Me entrega la compra, la factura y me sonríe abiertamente. Sé que tengo la cara de un muerto o yo qué sé, pero de verdad que estoy muy agradecido. No debió molestarse tanto, pero le ha quedado bonito el regalo. Agradezco con todas las buenas energías, le doy la mano y le deseo unas buenas noches. Ella solo asiente con una sonrisa. Salgo del sitio, subo al auto y rápidamente tomo la autopista para ir a casa.

Al llegar a casa, todo está ordenado y limpio, huele bien y Brida no está por ningún lado. Tenía esperanza de entregarle el regalo en sus propias manos a penas llegar a casa. Pero sigue sin aparecer, aunque grité anunciando mi llegada. Voy a la cocina, tomo un vaso de agua y bebo el analgésico. Subo a la habitación y voy a la de Brida. La puerta está abierta, pero ella no se ve en su interior.