Como patada en el hígado

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"Brida"

-Buenos días...

-Buenas tardes querrás decir, Brida.

-Tengo solo una clase hoy, y será por la tarde así que no hay problema. Sin embargo, ¿tú no tienes que estar trabajando?

Señalo con burla recogiendo mi cabello en una coleta alta, tomo asiento al otro lado del mesón.

-Hoy trabajaré desde casa.

-Ummmmm... -murmuro no muy convencida- ¿Preparas tú el desayuno o lo hago yo?

Él se toma unos minutos para responder casi dudando de su respuesta.

-¿Te molesta si ambos trabajamos en ello?

Su voz aterciopelada me pone la piel de gallina y esa mirada fija en mí no hace más que disparar mis muy ya locos nervios, sin importar que se dé cuenta lo escaneo con la mirada; viste unos pantalones oscuros y una camisa blanca de manga larga, cuyas mangas están dobladas hacia arriba, su cabello desordenado y una jodida barba de tres días que le hace ver más apuesto de lo que ya es.

"esto no es bueno"

Se me es imposible no verle la cara y sentir un extraño nudo en el estómago...

-¿Brida?

Sus labios se mueven, pero mis oídos parecen a ver perdido la audición.

¿Por qué tiene que ser guapo?

"es tú tío"

"el tío, Sebastián"

"tas enferma"

Mis sermones mentales quedan en un segundo plano cuando siento un suave toque en mi hombro.

-¡¿QUÉ?!

Grito bajándome rápidamente del taburete alejándome al otro lado de la cocina.

-¿Te sientes bien, por qué gritas?

Él me observa desconcertado ante mi reacción.

-Me siento de maravilla, no te preocupes. -replicó con rapidez abriendo el refrigerador y ocultándome entre la puerta de este.

Una exhalación cansina se escucha cerca, por lo que me acerco más al refrigerador.

-Brida eso de levantarte tarde te hace actuar muy extraño...

Mi respiración se detiene al sentir su cuerpo detrás de mí. Ya no hay espacio donde esconderme... por unos segundos siento el roce de sus brazos en mis hombros y cabello para después sentir el frío que sale del refrigerador de lleno en mi cuerpo.

¿Qué diablos fue eso?

Con la respiración agitada y mis nervios recorriendo cada fibra de mi cuerpo doy la vuelta para toparme con un Sebastián muy relajado sirviendo zumo de manzana en un vaso...

¡Señoras y señores! ¡Damas y caballeros! Ante ustedes ¡La vergüenza del siglo! ¡Nuevamente!

-Si, quizás me dé por volverme loca y tirarte por las escaleras...

Rechisto fulminándolo con la mirada, cerrando el refrigerador, del cual no iba a sacar nada más que intentar ocultar mi vergüenza dentro de él.

-Vaya. Ya sé para no estar desprevenido y terminar con el cuello roto, solo porque la señorita amanece de un extraño humor cuando se despierta tarde. -sus diabólicos labios se curvan en una sonrisa divertida mientras rasca su barba-. Que te quede rico el desayuno, Brida...

Mariposas En Plena Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora