Abro los ojos

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Abro los ojos... Mi garganta, siento como si me hubiera ahogado, tengo cristales clavados en ella, intento quitarlos pero... no, no tengo nada; toso y sangre es expulsada... Espera un momento, ¿es esta mi primera sensación en la vida? Sólo intenté pensar pero no logré recordar nada, alzando la mirada, para ver que estaba en un callejón. Llovía, hacía frío y añadiendo el hecho de que estaba desnudo, el frío me llegaba a los huesos, haciendo que estos se agrietasen.

Me levanté y comencé a caminar pero..., maldita sea, me dolía todo. Escuchaba a personas hablar, fuera, gente, supongo que estaban con sus asuntos cotidianos, pero esto... esto no me resultaba normal, ¿qué demonios sabía del mundo si me siento nuevo en él? Todas estas palabras, sensaciones, conocimientos instantáneos, ¿de dónde provienen?
Vale, quitando todos estos pensamientos, oía nombres de diferentes personas, yo ni siquiera sabía el mío o si tenía uno, pero me disponía a caminar a través del callejón, pasando de una pelea entre varios vagabundos; supongo que sería por algo de alcohol, o eso oía en sus tartamudeos. Me largué de ahí y me adentré en otro callejón. Este tenía un techo, por lo que no sentía más la fría lluvia impactar contra mi piel, y, sin pensarlo, me adentré en una casa que parecía vacía a través de la ventana. La rompí sin darle importancia al estruendo de los cristales, el barullo de la calle encubría este acto...

Entré con varios cortes en la mano. Este acto, ¿delincuencia? No, supervivencia, pensé al instante, olvidándome al momento de lo malo que podría ser. Busqué ropa y la encontré: calcetines, zapatos, unos vaqueros que abrigasen, camisa y una buena chaqueta de cuero. La escogí yo de entre una gran variedad de ropa. No sé cómo pero me llamó la atención este estilo. A continuación, me sequé con las sábanas de la cama y me vestí. En efecto, no había nadie en casa y me miré el nudillo -¡Maldita sea, esto escuece!- exclamé. Vaya, mis primeras palabras, mi voz suena grave, y algo desesperada por la situación. Me adentré en el baño y abrí los mueblecitos que había en un estante, agua con etanol... Betadine... vendas, sí, lo necesario para tratar las heridas y tapiar mi hemorragia, dirigiendo mi pensamiento al hecho de dónde he sacado este saber.

-Luz, necesito luz...- pensaba mientras terminaba de vendarme y la encendía con el codo, cabizbajo. -Bien, esto ya está hecho...- Me decía mientras alzaba la mirada, un momento, ¿quién demonios...? -¿¡Quién eres!? ¡Quieto, ni un paso más!-

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