Entre sueños y realidades

315 47 6
                                    

Capítulo 8: Entre sueños y realidades

POV Clarke Griffin

Los vampiros eran seres complejos. Como todos los seres en la tierra, seguían un orden, uno que les ayudaba a sobrevivir. Los vampiros de El Legado valoraban tres cosas sobre todas las demás. El sexo. La tortura. La venganza. No necesariamente en ese orden.

Aquellos que no eran capaces de ser fuertes, de encajar en el clásico vampiro, eran perseguidos y en la mayoría de los casos...asesinados. Clarke había sufrido, y luchado para demostrar  que su familia vivía bajo las reglas de El Legado. Eran depredadores. Eran la familia Fairmont.

-¿Cómo está ella?- preguntó Juliette ubicándose a su lado, apoyada del umbral de la puerta en un intento de imitar la posición de Clarke.

-Inconsciente...en coma...ya no se cual de las dos...- admitió cruzándose de brazos sin desplegar sus ojos del cuerpo que descansaba sobre su cama, cubierto con sus sábanas blancas mientras la tormenta se desataba afuera.

-Preparé otro cuarto para que duermas. No hay nada de polvo.- le dijo Jules acariciándole el hombro.

-Creo que, me quedaré aquí...un rato...- susurró la mayor.

Llevaba de pie bajo aquella puerta más de dos horas. Lena había abandonado la habitación luego de limpiar las heridas de Lexa. La pelinegra había bajado a revisar a Kate, quien aunque había sobrevivido los choques eléctricos había ganado una migraña.

Clarke simplemente no podía moverse de aquel cuarto. La última vez que lo hizo...Lexa había sido secuestrada por Nia del clan Azgeda.

Por alguna razón, la cual no deseaba a comprender, se había sentido responsable de las heridas que la ojiverde había sufrido. Casi como si fuese su mano la que hubiese sostenido los instrumentos que le hicieron aquellos daños. Clarke no estaba acostumbrada a sentir culpa...le estaba carcomiendo por dentro.

-Esta bien, pero recuerda descansar...- le pidió Juliette colocando un beso en su mejilla.

-Buenas noches, palomita...- susurró ella besando la frente de la castaña, quien sonrió antes de alejarse.

Cuando estuvo sola, Clarke apareció junto a la cama. Se sentó en el borde, tomando delicadamente la mano derecha de Lexa. No era su mano herida, pero igual ella necesitaba ser cuidadosa. Su mirada se deslizó por la piel lastimada, recorriendo cada corte en silencio.

Bajó la vista, levantando su propia camisa y trazando con su otra mano los cinco cortes en forma de media luna que adornaban su costado izquierdo. Para ser aprobado, un vampiro debía pasar por las torturas mas horribles. De esa manera, el honor de tu familia se mantenía en estima.

Los cortes de media luna no eran enormes, pero eran profundos y quemaban como si te estuviesen poniendo lava en las venas. Con cuidado deslizó la yema de sus dedos por el brazo de Lexa.

30 cortes por brazo.

Eso era lo requerido de un regalo que simbolizaba tortura...

Durante las ceremonias dedicadas al emperador de presentaban regalos que simbolizasen uno de los tres pilares en la vida de un vampiro: sexo, tortura y venganza. Clarke había presenciado cosas horribles durante aquellas ceremonias.

La ojiazul cerró los ojos recordando como la encontró...recordando como la vengó...recordando como se sintió al acabar con Nia del clan Azgeda con sus propias manos.

(...)

Nia no poseía un bar común. El bar en realidad era una pequeña parte de aquel edificio, el resto eran habitaciones que rentaba a los brujos de paso. El lugar tenía estilo medieval, como la mayoría de las casas en aquel pueblo hechizado. Reinaba los tonos marrones, desde el tono más claro hasta el más oscuro.

El Legado (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora