Pasaron los días, siguieron pasando los meses...
Y comenzó el miedo.
Mi miedo.
El que me hacía preguntarme cada noche qué haría cuando me fuera de tu vida, quién ocuparía tu lugar, cómo aprendería a olvidarte.
Intentaba ignorar ese sentimiento, disfrutaba cada maldito segundo con una sonrisa sin pensar en nada que no fuera mi propia felicidad, contigo o sin ti.
Y, algo que puedo asegurarte, es que nunca había tenido tanto miedo por perder a nadie.
Absolutamente a nadie.
Hasta que me crucé con tus hoyuelos, maldito Jaden.
ESTÁS LEYENDO
Todo lo que ya no te diré
NouvellesEmma y Jaden. Sí, esos eran sus nombres. ¿Su historia? Un nudo. Un hilo enredado con muchos intentos de ser cortado para siempre. Un hilo probablemente destinado en convertirse otra cosa más dentro de un cajón con llave. Pero algunos aún dicen que e...