En Tierra

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Sengoku no sabia la historia de como esos dos entes se conocieron, pero en el momento que su amigo desapareció la calamidad golpeo la isla donde vivía. 

Aun recuerda como fue verlo por primera vez. Rosinante no era ni mas joven ni más viejo de como seria ahora. Se había mantenido con la misma apariencia después de 65 años.  Llegando a su vida una tarde de otoño.

Sengoku acababa de cumplir siete años cuando lo vio por primera vez. Le vio como un hombre alto de cabello rubio vistiendo un traje blanco con zapatos oscuros. Estaba de pie frente al rio. Su completa atención en la corriente de agua que seguía una sola dirección sin importar los choques que tuviera con las rocas y troncos de árbol.

El alrededor del extraño desprendía una sensación que te hacía creer que un halo de luz lo rodeaba. Su sola presencia tenía un peso tan profundo, como algo cálido que se centraba en el pecho para buscar un lugar y quedarse alli. 

Se atrevio a acercarse. Fue casi al instante que quedó perplejo ante su descubrimiento. Aquello que había confundido como una larga bata en realidad eran unas sorprendentes alas blancas.

¿Eres un ángel! — soltó sin pensar. Su emoción había sido tal que no controlo su boca.

El hombre volteo sorprendido.

¿Puedes verme? —

El niño asintió. Estaba emocionado. Lo que siempre pensó que eran simples historias terminaron siendo ciertas.  Más Sengoku ignoraba lo más importante, que el encuentro con un ángel era el claro mensaje de una muerte cercana.

¿Las alas son reales? — pregunto al mismo tiempo que acortaba la distancia que quedaba.

Las dos se movieron mostrando lo reales que eran y volvieron a su lugar una vez lograron su cometido.

Los ojos del chico se iluminaron completamente en maravillados —Entonces si eres un ángel vienes del cielo, ¿no es así? — 

Si, asi es, de ahí vengo —

Sengoku no tardó en presentarse ante el celestial ser. Y el contrario igualmente lo hizo; diciendo que su nombre era Rosinante. Le conto que habia pedido permiso para bajar a la tierra y conocer la creacion de Dios en persona.

Las palabras no son suficientes para describir todo esto —

Señalo con gusto al rio, los animales y todo lo que alli habia. Conversaron por varios minutos que luego se transformaron en horas.
Que si ¿el cielo era completamente blanco? ¿Todo estaba hecho de nubes? ¿Tocaban el arpa? ¿Habia musica? ¿Los humanos eran libres? ¿Habia mas criaturas aparte de los conejos, ardillas y aves que ahi habitaban?

Preguntaban todas sus dudas y curiosidades. Que cuando el sol comenzo a ocultarse Sengoku tuvo que despedirse prometiendo que vendría al dia siguiente para verle de nuevo y seguir conociendo más del cielo y los ángeles. Rosinante acepto diciendo que volvería al rio para conversar una vez mas. Ocultando con una sonrisa su temor y culpa de que la muerte del pequeño Sengoku llegara durante su camino a casa o cuando durmiera.




Al dia siguiente, Rosinante llego al rio como una muestra de respeto y aprecio en recuerdo de aquel pequeño chico que conoció la tarde anterior. Acerco sus pies a la orilla juntando sus manos palma con palma pidiendo por la vida perdida.

¿Qué haces? — 

Abrió los ojos de golpe. Sengoku estaba ahi. Tenia un cambio de ropa diferente y traía está vez un bolso cruzado sobre su pecho.

Traje unos panes. Mamá los hizo hoy en la mañana y te he traído unos cuantos para que los pruebes — 

Esta situación se repitió. Al sexto día comprendió que el nombre de Sengoku no era llamado para dejar el mundo terrenal, lo que significaba que aun no estaba destinado a morir. Pudo sentir suspirar tranquilo después de ello; la idea de que un niño perdiera la vida nunca le parecía agradable y justo.

¿Entonces los ángeles tienen tareas especificas? — 

Sengoku disfrutaba pasar tiempo con Rosinante. Dedicaban el tiempo para hacer diferentes cosas porque cuando eres un angel solo personas de buen corazon con un alma inocente pueden verte, aunque tambien hay excepciones, como por ejemplo si eres mensajero el destinatario podra verte o cuando se es tan sensible pueden percibir todo su alrededor notando entonces su presencia.

Despues de un mes Rosinante le confeso a Sengoku que realmente pasaba todos los días en la tierra y que muy rara vez subía al cielo, por lo cual su única compañía era la suya.
El menor no pudo más que sentirse especial. Rosinante era amable, disfrutaba jugar con el agua del rio y ayudar a las personas y animales heridos. Su rostro que aun teniendo facciones serias y cansadas podían mostrar una gran sonrisa que contagiaban a sus ojos que se cerraban tal cual medias lunas.

El ángel se había convertido en un guardián para él. Siempre que podía y se lo permitía se mantenía cerca cuidando y velando siempre por su bienestar.

Así eran sus dias. Hasta que conocio a Doflamingo.

Él apareció un frio invierno. Casi un año después de ver por primera vez a Rosinante. Era un poco mas alto. Tenia tambien unas alas a su espalda, pero estas eran diferentes: una de ellas cubierta por plumas negras mientras que la otra de escamas oscuras. 

Sengoku lo señalo llamándolo por lo que parecía. Un demonio.

Doflamingo solto una carcajada.

Eres muy listo — dijo cuando contuvo su risa. Sus facciones eran mas duras que las del ángel y su personalidad tambien hacia un contraste con la de este.

Había aparecido frente a Sengoku mientras esperaba a Rosinante llegar.

No te asustes. No tengo interes en ti —

Le detuvo cuando intento huir. Volando frente a él para interponerse en su camino.

Si los angeles tenian un brillo unico que daba una sensacion calida como pura este ser tenia un aura pesada que parecía dar una advertencia de peligro.

¿Haz estado conviviendo con un angel, no es asi? —

Era claro que sabía de lo que hablaba y a quien se refería, pero nego con temor de que este quisiera hacer algo contra Rosinante. No era extraño el que lo pensara. Las historias siempre decían que los demonios no hacian nada mas que ocasionar caos a donde fueran y que disfrutaban desplumar a los angeles para luego arrancarles sus alas.

Doflamingo — 

La voz de Rosinante se escuchó.

Sengoku sintió temor cuando la atención del demonio fue hacia él.

Los pasos del hombre fueron hacia el recién llegado quien mantenía una expresión neutra.

Doflamingo habia visto muchos angeles durante toda su existencia, pero aquel era el mas hermoso.

¿Esperaste mucho?















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Esta historia tendra una segunda parte y posiblemente una tercera.

Euforia  (Donquixote)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora