Maquillaje

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Era una rutina de todos los días, o por lo menos los días que estaba con la familia Donquixote.

Corazón despertaba desde muy temprano para estar listo. Se bañaba de primeras y buscaba algún conjunto limpio en toda la montaña de ropa desorganizada que tenía sobre un sofá. Y una vez estuviera limpio y vestido se sentaba en la cama con un espejo en una mano y en la otra el maquillaje.

Antes de trazar o pintar algo visualizaba cada detalle sobre su rostro. Justo como ese día. Tenía el labial rojo a un lado de su pierna y junto al mismo estaba la pintura azul. Destapo primero la pintura y con la mejor estabilidad posible hizo el contorno de la figura bajo su ojo para luego rellenarlo. Todo eso lo hizo mientras recordaba la razón de su maquillaje, y es que era tan fácil como obvio.

Era la representación del seudónimo de Doffy.

Joker.

Una sonrisa muy marcada junto al decorado bajo su ojo mostrando al personaje bufón de una baraja de cartas.

Con pensamientos llenos de su hermano paso de pintar su ojo a su boca. Ya tenia el labial en mano pintando su labio inferior de rojo cuando vio pasar el reflejo de Doflamingo. Tal y como si lo hubiera llamado con el pensamiento su hermano estaba en la habitación.

Intento evitar cualquier movimiento brusco como si esto pudiera desaparecer su presencia.

Doflamingo abrió el clóset y revoloteo un par de cosas ante de voltear — Olvide don-

No acaba la frase cuando le ve. Y es que nunca le había permitido observar cuando se maquillaba. Siempre lo evadia o se escondía para que no lo hiciera.

 Vamos, no te detengas por mi — sonrie Doflamingo con diversión. Su mirada expresando fascinación. Tan atento que resulta incómodo.

Siente de pronto una mano sobre la suya. Sus dedos se rozan apenas unos segundos cuando deja de sentirlos al igual que el labial.

Doflamingo se para frente a él. Le mira tan atento que lo pone más nervioso de lo que ya está. Extiende su mano libre y le sostiene por debajo de la barbilla; con un poco de fuerza le hace levantar la cara. El labial rojo se desliza por su labio superior con algo de torpeza. El toque es cuidadoso y al mismo tiempo impulsivo.

— Listo — dice al alejarse un poco para admirar el resultado final. Su mano sigue puesta en el mismo lugar.

Rocinante se aguanta la vergüenza, que se hace más obvia con el sonrojo que desea sea solo pintura. 

Euforia  (Donquixote)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora