Remordimiento

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Normalmente ninguno de ellos creería lo que esa mujer decía, pero por alguna razón Doflamingo no pudo evitar sentirse curioso. Miro una última vez la casa donde la vieja entraba y luego siguió caminando junto a los demás.

Durante todo el día no pudo dejar de pensar en las palabras de aquella señora.

"Debe ser difícil cargar con ese remordimiento" había dicho cuando les vio pasar a un lado de ella. Su cabello grisáceo estaba amarrado en un moño y sobre el cubría con un trapo toda su cabeza. Vestía una larga falda y cargaba una canasta. Su rostro arrugado por el tiempo y la edad, pero con una mirada que transmitía una extraña confianza.

"Sé que tienes problemas para dormir, y es por él"

La imagen de cierta persona de su pasado apareció en su mente, fue justo en ese momento cuando volteo a verla.

"Puedo atender cualquier problema en mi local. Si quieres también puedo ver tu futuro"

Dijo al usar un tono de voz diferente. Uno más comercial que hizo desparecer cualquier aire misterioso.

Trébol no pudo evitar reír cuando vio el cartel pegado en el local. Lectura de cartas, decía.

Doflamingo fingió cero interés en todo lo que pasaba a su alrededor, pero fue durante la noche cuando salió sin decir nada.

Anduvo por las calles de Dressrosa hasta alcanzar a ver a lo lejos la vieja casa de la mujer. Se detuvo vacilante cuando al pensarlo de nuevo, le pareció ridículo la idea de pagar por un servicio tan poco creíble como conocer el futuro por unas cartas. Guardo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón decidido a regresar al castillo.

Sabía que darías vuelta

La mujer apareció frente a él, como si hubiera estado esperando o siguiéndole.

¿Acaso me vio venir? — pregunto con cierta burla refiriéndose a las habilidades que ella juraba tener.

Las personas tienden a ser muy curiosas, por eso supuse que vendrías, pero lo que más me convenció fue que la culpa te haría venir tarde o temprano

Con pasos lentos se fue acercando hasta pasar junto a él y luego seguir adelante hasta llegar a las puertas de su casa.

Entra

Dijo al dejar la puerta abierta tras ella.

Doflamingo hizo caso, le siguió. Al entrar a la casa, está se encontraba a oscuras, pero poco a poco empezó a tomar luz cuando la anciana encendió una a una las velas que rodeaban la sala. La última vela que encendió fue una que se encontraba en medio de una mesa circular.

Toma asiento

Señalo la silla frente a la mesa.

Esta vez no siguió la orden, sino que se mantuvo con la mirada a todo lo que hacía. Primero la vio quitar las cartas que tenía extendidas en la mesa, trajo en cambio una bola de cristal y un cenicero grande que todavia se hallaba sucio por ser usado hace poco. Los puso en la mesa, pero más cerca de su lugar donde ella tomo asiento.

Siguió sin moverse de la puerta aún cuando la mujer empezó a murmurar una clase de rezo o cántico. No estaba seguro de como llamar aquellas palabras que se recitaban en un desconocido idioma. Encendió un pequeño ramillo de yerbas y el humo que este liberaba rodeo la bola de cristal.

¿Quieres que te relate parte de tu vida para que me creas? ¿O saltamos a lo que tú quieres saber?

Sonrió la mujer. Era normal que las personas fuera escepticas con respecto a sus habilidades, por ello siempre decía la misma pregunta.

No lo tome a mal, pero tengo mis dudas sobre su poder

Lo imaginé

No se sintió ofendida, al contrario asintió amable para extender las manos hacia la bola de cristal.

Veo una gran casa... Una ciudad muy lujosa y algo excéntrica... Dragones celestiales

Murmuró con cierta sorpresa para levantar la mirada por unos segundos. Parecía no creer que aquella persona frente a ella fuera uno de esas personas que se catalogaban como dioses.

Hay una pareja con una sonrisa amable... Tienen dos hijos... Sorprendente, han dejado aquella ciudad

Puede saltar eso

Interrumpió. Tenia una mueca en el rostro.

Está bien. Avanzare un poco más

El humo que desprendía el ramillete se intensificó. La bola de cristal reflejo el gris del humo.

Veo miseria

Le dije que se saltará-

— Tú remordimiento viene desde niño. No quieras evitar aceptarlo —

Esta vez se deshizo del tono amable para hacerle ver el problema claramente.

Sientes culpabilidad por la muerte de tu padre

Parecía que en el cristal imágenes pasaban. Ella miraba con sorpresa y algo de horror el pasado de aquel hombre que gobernaba Dressrosa, pero aún cuando creyó ver el problema principal guardo silencio repentinamente.

No —

Doflamingo estaba por abrir la puerta tras él.

No fue eso —

Un par de velas se apagaron.

Tiempo despues... Años después.... Una pistola. Nieve...

Solo basto escuchar aquellas dos palabras para que volviera su atención a la mujer.

El humo gris había tomado un extraño brillo amarillo para dejar a la vista la bola de cristal.

Rosinante.

Doflamingo estaba viendo la imagen de un joven Rosinante. Lo veía andar de espaldas por un camino.

Te sentiste traicionado. Tu hermano a quien más amabas. Tal vez al único que en verdad llegaste amar. Decidió a alguien más sobre ti

La imagen se volvía borrosa. Doflamingo se acercó hasta tomar asiento en la incómoda silla de madera.

Se supone que ambos querían lo mismo. Habían planeado que todo el dolor recibido lo regresarían. Serían felices juntos, pero acabaste con aquella sonrisa —

Cuando la imagen se hizo más clara vio la espalda de un niño. Los cabellos rubios y el cuerpo delgado, una complexión que recordaba frágil, pero que había aguantado tanto dolor. Y cuando el joven Rosinante volteo, le mostró la sonrisa más brillante que recordaba.

No pudo más que romper a llorar. Su mano fue directo a su rostro queriendo detener la explosión de emociones. Con sus dedos levanto un poco sus lentes para ocultar toda la tristeza, odio y nostalgia que sentía.

 Con sus dedos levanto un poco sus lentes para ocultar toda la tristeza, odio y nostalgia que sentía

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Euforia  (Donquixote)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora