Marine

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Rosinante leía la información de los piratas que debían detener. Hace poco la central recibió un reporte de que estos estaban ocasionando disturbios en una isla donde varios civiles fueron víctimas de amenazas y robos. La situación empeoró cuando comenzaron a quemar casas y herir a las personas.

La información detallaba a los miembros más fuertes de la tripulación. Piratas no tan conocidos en el medio, pero que aún así resultaban un riesgo. Mencionaba información base así como los estilos de pelea que usaban y las armas que llevaban.

Eran como cinco hojas las que integraban el reporte. Las dejo de lado cuando llego al puerto. El barco estaba listo para zarpar, solo esperando por ellos dos.

Es cansado escuchar siempre los sermones del viejo Sengoku —

Doflamingo viene a paso lento con las manos dentro de los bolsillos. La tela del saco, que era parte del uniforme como oficial de marine, se mece a causa del viento. Su lentes ocultando parte de su expresión que pasa de cansancio a una corta sonrisa.

Te dije que debías evitar el exceso de fuerza —

Le contesta al tenerle a un costado.

El mayor suelta un bufido. Pocas veces podía conseguir un buen rival que le diera batalla. Tal vez si pudiera encontrarse con alguno de esos que llamaban Super Novas podría encontrar buena diversión.

Piratas son piratas

Fue el comentario para seguir avanzando hacia el barco.

Rosinante observo la espalda de su hermano que poco a poco se alejaba. Recuerdos lo invaden sin poder resistir; y es que esa gran espalda que alguna vez fue pequeña nunca se ha alejado mas alla de su alcance. Sus días de infancia son una mezcla de recuerdos amargos y felices, pero mayormente difíciles. Las decisiones tomadas por sus progenitores los llevaron a un destino completamente diferente al que una vez tuvieron planeado. Sus vidas dieron un vuelco que hizo llevarlos al punto de quiebre donde su hermandad estuvo a poco de desaparecer. Doflamingo quién cegado por el sufrimiento y el dolor tomo decisiones precipitadas que estuvieron a poco de separarlos. Sus lágrimas y lamentos buscaron detener la única familia que le quedaba, pero poco funcionaba. Fue la voz de un joven Sengoku el que hizo detener a Doflamingo. Quién temiendo porque alguien volviera a herir a su hermano regreso con velocidad sobre sus pasos e hizo frente al Marine.

Doflamingo pudo haber tomado otra decisión. Pudo haberlo dejado a su suerte, pero no lo hizo. Él estaba ahí.

Con la certeza de que nadie les observaba avanzo veloz hasta chocar con la espalda del mayor. Le abrazo con fuerza hundiendo su rostro en él disfrutando de esa realidad.

¿Qué pasa?

Pregunto con confusión el contrario al verse atrapado de forma repentina y sin aviso, aunque no haciendo nada por alejarse. Los dedos se aferreban con fuerza a su ropa asi que solo se dejaba hacer.

No te irás, ¿verdad? —

— Si sabes que estamos por salir del puerto —

— Eso no es-

Aflojo su agarre cuando las manos de Doflamingo se acercaron a las suyas. El cuerpo que hace poco estaba entre sus brazos se giraba para quedar frente a frente.

No me digas que te estás poniendo depresivo —

Soltó en broma al verlo con una expresión al borde de las lágrimas. Paso su mano sobre su cabeza hasta llegar a su nuca donde se detuvo.

Me pregunto que estará pasando por esa cabecita tuya —

No hubo respuesta. 

Le observo con atencion siguiendo el corto recorrido de sus ojos a sus labios y volviendo a subir a los primeros.

— No pienses en tonterias 

Dijo al soltarle. 

— Estoy aqui, ¿no? 

Euforia  (Donquixote)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora