XXIII. El verdadero paraíso

2.7K 114 2
                                    

21 de enero

POV Blanca

Lo siguiente que recuerdo a sus palabras son sus manos en mi cara y unas toallas que ponían en mi frente y en el cuello. Intenté abrir los ojos, pero la luz roja me deslumbraba. Escuché una voz que le decía a Gavi que podíamos salir.

Seguía con los ojos cerrados y noté como me levantaba en brazos, al salir a la calle una gran ráfaga de viento nos sacudió y ahí empecé a ser más consciente de todo. Le pedí a Gavi que me bajase.

-¿Qué ha pasado?

-Te has mareado, Blanca. ¿Habías comido algo durante el día?

-No mucho, pero he cenado bien.

-¿No te ha gustado el plan?

-Lo último que me esperaba de un chico de 17 años es que me llevase a un sitio así, siendo sincera.

-Casi 18

-Yo con más de 18 no sabía ni que estos sitios existían.

-Me hablaron de él y quería probar, pero quizá debía haberte avisado antes.

-Sí, era un pequeño detalle que era necesario no pasar por alto, Pablito.

-Lo siento. ¿Estás bien?

-Parece ser que sí.

-¿Has pagado la cuenta?

-No, luego escribiré al restaurante y haré una transferencia.

-Vaya, igual que el resto de mortales.

-¿Qué te apetece hacer?

-Tomar el aire.

-Se me ha ocurrido algo.

Pillamos el primer taxi que pasó por allí y nos llevó hasta su casa. En vez de entrar al portal, rodeamos varias manzanas y llegamos hasta un parque.

-Cuando era un poco más pequeño y mis padres venían a Barcelona, se alojaban cerca de aquí y siempre nos sentábamos juntos. Me acuerdo como le decía a mi madre que de mayor me compraría un piso y se vendría a vivir.

-¿Lo compraste cerca por eso?

-Podría parecerlo, pero no. Dejé que se encargase la inmobiliaria y yo solo vi el apartamento cuando fuimos a firmar, fue más tarde cuando me di cuenta. Supongo que es una señal de buena suerte.

-Qué bonito.

-¿Nos sentamos?

Acepté. No pasaba mucha gente por la calle.

-¿He sido muy impulsivo hoy, verdad?

-Solo un poco...no pasa nada, de verdad. Es que estoy muy agobiada con el tema del trabajo, de pensar que en febrero voy a tener que volver a compaginar las clases. Se nota tanto que Gaia no está con nosotros.

-Volverá pronto, o eso creo. La veo mejor en las fotos y parece más animada.

Apoyé mi cabeza en su hombro y él me besó la cabeza.

-¿Te apetece dormir en mi casa hoy?

-Claro que sí, Pablito.

Estaba con los ojos cerrados, podía sentir su respiración tranquila a mi lado y eso me relajaba. Escuché un trueno a lo lejos.

-Será mejor que vayamos yendo hacia mi casa.

Nos levantamos y me abrazó. Caminamos y la lluvia nos pilló en la misma calle de su portal, corrimos un poco y llegamos.

-¿Palomitas?

-Sí a todo.

Él se rio y yo fui a su habitación a cambiarme de ropa. Escogí una sudadera blanca y volví al comedor.

-¿Sabes? Quería contarte algo cuando estábamos en el parque.

-Adelante, Pablito, ya sabes que puedes contármelo.

-Antes de conocerte, me gustaba la novia de un amigo. No tiene importancia que sepas quien es, pero lo pasé un poco mal, me encariñé. El día del cumpleaños de él no fui a la fiesta por razones obvias y me pillé un buen ciego. Acabé en aquel banco en el que acabamos de estar y deseé poder encontrar a alguien como tú.

Me quedé tan sorprendida que no supe qué decir. Solo me salió besarle y él sonrió ante mi reacción.

-Mi historia ya la sabes y juré que nunca volvería a creer a un chico y aquí me tienes.

El resto de la noche la pasamos entre besos y confesiones acerca de nuestras vidas. Nos dormimos abrazados y me desperté en mitad de la noche. Pablo seguía durmiendo y fui a beber agua. Y ahí me di cuenta, el verdadero paraíso era esto. La intimidad que había compartido aquella noche era lo más importante y en el fondo lo que tanto miedo me daba perder. 

El tercer piso (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora