XXVI. El cumpleaños de mamá

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26 de enero

Hoy es una fecha señalada para mí, el cumpleaños de mi santa madre. Si estuviera en Valencia es probable que hubiese ido a llevarle flores, comeríamos su comida favorita y saldríamos a pasear o al cine como a ella siempre le gustaba. En cambio, estoy sentada en mi mesa de Gaia dispuesta a trabajar unas horas más antes de irme definitivamente al piso. Ese finde volvería a Valencia y aún no me había atrevido a decírselo a Pablo. Tenía miedo de que las cosas que ahora iban tan bien, conocer a su hermana Aurora, pasarme prácticamente todo el finde en su apartamento, todo, todo indicaba a que estábamos formalizando la relación.

Una parte de mí me gritaba que estábamos precipitándonos y la otra se dejaba llevar por lo que empezaba a sentir por él. Son solo 17 años, pero ¿de verdad un número tiene que limitar nuestra vida? Es cierto que Pablo no llevaba una vida ordinaria de un chico de su edad y tenía que haber aprendido desde joven el sentido de la responsabilidad. Intenté centrarme en el trabajo y dejar de pensar en cómo le diría que no estaría durante el finde y cómo se lo tomaría. Sé que juega el domingo por la tarde así que podría llegar para verle incluso.

Alguien comentó que Gaia volvería de forma definitiva en febrero y todos respiraron aliviados, la echábamos tanto de menos. Mis localizaciones estaban casi finiquitadas y condensadas con el resto del equipo, solo me quedaba seleccionar un lugar donde celebrar la fiesta privada de la marca posterior al evento y eso se estaba convirtiendo en un problema.

Una voz me despertó de mis pensamientos:

—Blanca, tienes una caja en recepción.

Me levanté y fui a por ella. Era pequeña. Cuando la abrí, vi que era de Gaia, un vestido de nuestra marca.

Querida Blanca: Sé que estoy de vacaciones, pero una parte de mi mente está también trabajando. Quería incluir este vestido en la colección que estáis preparando para el evento, pero imagino que tendrás ya todas las localizaciones. ¿Por qué no te lo pruebas? El viernes por la mañana Rosa pasará por la oficina por si necesitas algún retoque. He pensado que podías hacerte unas fotos con Gavi en algún sitio que te guste. Él me ha dado su ok, pero le dije que no lo compartiese contigo. Piénsatelo. Nos vemos pronto.

Gaia.

El vestido era precioso y la idea de aparecer juntos para la marca me encantaba, pero enseguida caí que yo viajaba el viernes por la tarde y que sería imposible hacerlo ese finde. Le escribí a Pablo para cenar juntos, él aceptó enseguida y volví a mis tareas. Sobre las 20 subí hasta el tercer piso y Pablo se había duchado, llevaba el pelo aún mojado.

-Vaya, no he llegado a tiempo para la ducha.

-¿Quieres...?

-Estaba de broma. ¿Qué tal el día?

-Bien, ya te he contado antes.

-Cansado y con ganas de verme, entonces.

-¿Y tú Blanquita?

-Bien, tengo que comentarte una cosa.

-Dime.

Nos sentamos ambos en el sofá.

-Me estás asustando.

-No es nada, solo que este finde es el cumple de mi madre y voy a viajar a Valencia unos días.

-¿Y...?

-No me había atrevido a decírtelo porque las cosas estaban yendo bien y...

-¿Pensabas que me enfadaría?

-No, no creo que lo hicieses, pero no sé...

-Claro que me gustaría pasar el finde contigo, pero es tu familia. Es importante que vayas.

-Gracias.

-¿De verdad no querías decirlo por eso?

-No sé...

-Anda, ven aquí.

Abrió sus brazos para rodearme con ellos.

-Blanquita, que antes tuvieras un novio gilipollas, no significa que yo lo vaya a ser. Creo que nos parecemos en bien poco.

-Ya lo sé, gracias Pablito.

-¿Me pasarás fotos?

-Muchas.

-Así me gusta. ¿Llegarás al partido del domingo?

-Estaré de vuelta sobre las 20:30.

-Pues ven a mi casa directamente y luego cenamos juntos ¿qué te parece?

-Buena idea, Pablito.

Él sonrió y yo me derretía al ver su reacción.

-También quería comentarte otra cosa.

-Lo de Gaia ¿verdad?

-Sí, lo he recibido hoy.

-Yo he pensado ya el sitio donde hacernos las fotos.

-¿Sí, dónde?

-Es secreto, pero te gustará. La semana que viene vamos.

-Hoy es el cumple de mi madre.

-¿La has felicitado de mi parte?

-Creo que aún no están preparados para eso, pero le hablaré de ti.

-¿Le vas a decir quién soy?

-No, voy a decirle que he conocido a un chico, con eso ya será suficiente revuelo para ella. Lo de que eres jugador profesional ya para otro día.

Él volvió a reírse. Acurruqué mi cabeza en su pecho y respiré tranquila. Ahí entendí la frase de que el amor no tiene porque ser difícil ni complicado. Recordé cuando llorando le dije a Sara que no encontraría a nadie con quien conectar. En cambio, la vida me había regalado conocer a Pablo y entre sus brazos las dudas se esfumaban. 

El tercer piso (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora