Capítulo 9

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Marcela se ha quedado una pequeña temporada conmigo, y yo no hago otra cosa que complacerla en todo. Hemos salido a todas partes, al cine, a la playa; a veces solos y otras con nuestros amigos. Algunas veces ella prefiere quedarse en casa. Sé que cuando lo hace es inevitable que piense en Rubén, lo sé porque lo veo en su rostro a veces distraído, aunque la mayoría del tiempo se mantiene ocupada para evitar pensar.

Ahora ha salido a trabajar y estoy en casa. Ella se ha instalado en mi cuarto mientras yo duermo en la otra habitación. Ella no quería que yo durmiera ahí, pero debido a que mi cuarto está en mejores condiciones, era lógico que yo se lo cediera.

Yo por los momentos estoy de vacaciones en el trabajo y disfruto teniendo todo en orden en la casa para ella. Aunque por supuesto que Marcela también me ayuda cocinando cuando llega temprano y lavando la ropa los fines de semana.

Ella es algo desordenada, a pesar de todo, y muchas veces me causa gracia entrar al cuarto y ver la cama desarreglada y algunos de sus zapatos regados por el piso; pero pienso que eso la hace más humana y a la vez tan perfecta, creo que si fuera demasiado metódica seria terriblemente enloquecedor.

Alguien está tocando la puerta. Voy y abro. Es Pablo.

-Marcos ¿como estas? —dice entrando y estrechándome la mano.

-Pablo, te esperaba.

-Marcela trabaja hoy ¿no?

-Sí, ha salido hace un buen rato.

-Genial, así podemos hablar mejor.

Nos hemos puesto cómodos en la sala. He servido café y unos biscochos pues se que a Pablo le encantan.

-Gracias, amigo... para serte sincero, estaba muerto de hambre.

-¿Vienes del trabajo?

-¿Trabajo? —pregunta con cierto sarcasmo.- ¡No! De mi casa que es peor... mi madre dejó de cocinarme cuando tenía quince ¿recuerdas? ¡y yo odio cocinar!

Yo sonrío.

-Deberías buscarte una esposa, ya estás en edad...

Pablo se carcajeó.

-Bueno, pienso que no estoy tan lejos de eso como pensaba... -dijo y tomó un sorbo de café.- tengo a alguien.

-¡Genial! No lo sabía.

Pablo hizo una mueca.

-Pero no me pidas que te cuente ahora —dijo-. He venido porque quería hablar contigo de mi prima.

-¿Qué pasa con ella? —pregunto.

-¿Cuándo vas a decirle, Marcos? —pregunta con cierta picardía.

-¿Decirle que?

-¡Lo que sientes por ella!

-No sé de que hablas...

-¡No me vengas con esas! Yo te conozco y tu a mi... -dice con plena seguridad.- Yo se que estas enamorado de ella desde hace mucho. Quizás los demás no se den cuenta, pero conmigo es diferente.

Me he quedado mudo. Si había alguien a quien no podía engañar, ese sin duda era Pablo, pero me resultaba terrible admitir lo que yo sentía por Marcela.

-¿Te vas a quedar callado? —inquiere. Yo suspiro.

-Es cierto, no puedo engañarte... -digo mirándole.- La amo, Pablo.

-¡¿Y por qué no se lo dices?! —exclama.

-¿Estás loco? —le reprocho.

-¿Y por qué no? ya lleva casi un mes aquí, y has evitado que vea a Rubén...

-¡Yo no he evitado nada! —exclamo.- Ella lo ha visto...

-¿Cómo? —pregunta Pablo sorprendido.- ¿te lo ha dicho?

-No necesito que me lo diga para saberlo... trabajan en la editora ¿recuerdas?

-Ella lo ha podido evitar...

-¿Y cuanta es la probabilidad de que no se encuentren? ¿o de que lo evite por siempre?

Pablo calló; parecía preocupado.

-Ella lo está manejando bien, Pablo... -le dije-, pero no creo que lo haya olvidado del todo, es imposible y muy pronto también.

Pablo asintió.

-Es cierto, pero tú también podrías ayudarle.

-¿Mas de lo que lo he hecho? He evitado que estuviera sola, por eso está aquí...

Pablo hace una mueca para que haga silencio.

-Se bien lo que has hecho... -dijo acomodándose en la silla.- solo digo que piensas demasiado en los demás y no te das una oportunidad a ti mismo.

Se puso de pie.

-Ya debo irme, Marcos, pero piensa en lo que te estoy diciendo. Yo sé cuanto quieres a Marcela, solo vine hoy aquí porque quería escucharlo y ahora me voy más tranquilo; pero más tranquilo estaré cuando ella ya no tenga nada que ver con Rubén y esté contigo, como ambos lomerecen. —dijo, haciendo hincapié en esto.- Considéralo ¿está bien? Gracias por la merienda...

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