Capítulo 10

2 0 0
                                    

Me he quedado pensando en todo lo que ha dicho Pablo. No puedo admitir que tenga razón en todo. Se me hace tan difícil siquiera imaginarme diciéndole a Marcela lo que siento por ella. Pero en algo tenía razón Pablo, yo jamás pensaba en mí mismo y por eso me conformaba teniendo solo su amistad. Pensé si no sería solo cobardía de mi parte, pero me era tan difícil pensar o, mejor dicho, buscar una solución para todo esto.

En esos instantes llega Marcela. Ha sido uno de esos días en los que sale temprano del trabajo.

-Hola, Marcos —dice al entrar. Pone las llaves en la mesa y se quita la chaqueta-. Vengo de paso porque tengo que volver a salir...

-¿Si? ¿A dónde vas? —pregunto.

-Ah, voy a salir con Noemí —dice, mientras revisa los sobres de su correspondencia-, me pidió que la acompañara de compras...

-Oh, claro... -digo haciendo una mueca y riendo. Ella me mira.

-Lo sé, es una tortura, pero me pidió que la acompañara y ya no puedo retractarme...

-Está bien... ¿vas a almorzar?

-No creo, voy a darme un baño.

-Pero después puedes comer... no te vayas así. —insisto.

-Bien, bien... -dice contrariada dirigiéndose a la habitación.

Yo me quedo en el mismo lugar, pensando.

«¿Decirle a Marcela lo que siento?» ella era libre de salir y dejarme. ¿Podía yo soportar eso o estar siempre a su lado y no tenerla? Hasta ahora lo hacía bien, pero ¿y si decidía marcharse? Algún día podía hacerlo.

-Dios Santo ¿Qué puedo hacer?

Otra Ridícula Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora