Mensaje Del Ángel

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Hacía mucho tiempo que Alec no se sentía tan tranquilo, a pesar de ver los rasguños en el rostro de Micah y los moretones en sus brazos, esa tarde la pasaron como en mucho tiempo no lo habían hecho, jugaron varias partidas en línea, e incluso se dieron el tiempo de ver una película, lograron conversar como siempre, como el par de amigos que siempre fueron.

―Solo es que creo que se preocupa mucho por ti ―le decía Alec mientras echaba un puñado de palomitas a su boca―. Fue obvio esta tarde.

― Creo que miramos a dos personas diferentes esta tarde ¿Acaso no escuchaste lo que me dijo antes de irse?

―Después de lo que hiciste cualquiera estaría enojado ―Alec levanto las manos rápidamente―. Yo no, no me enoje, solo me preocupe.

Micah le golpeo el hombro.

―Como sea, Kairi no quiere nada conmigo, excepto quizás asesinarme.

Alec estaba sonriendo, no se había dado cuenta de cómo las horas habían pasado, esa tarde se había sentido como un adolescente normal, le gustaba mucho el efecto que Micah podía lograr en él.

Miro por la ventana y se percató de lo oscura que era ya la noche.

Alec no dijo nada, solo se levantó del sillón y tomo su mochila.

Micah noto esto y al ver por la ventana pudo leer las intenciones de Alec. El chico se levantó de igual manera y se dirigió a su cuarto para alistarse.

― ¿Qué crees que haces?

Micah se asomó por la puerta hacia la sala.

―Lo mismo que tú, es hora de ir a patrullar.

Patrullar, pensó Alec, un término que solo había escuchado con esa normalidad en la dimensión de cuento de hada.

―No puedes ir ―le dijo Alec―. Aun no te has recuperado.

Micah hizo un ruido extraño con su boca.

―Estoy perfectamente, deja de intentarlo, Lightwood. A donde vayas yo iré.

Alec que ya estaba prácticamente en la salida del apartamento se giró rápidamente.

― ¿Qué fue lo que dijiste?

― Que no te desharás de mí. Voy contigo.

Micah ya estaba vestido con lo que parecía ser un traje táctico militar, si prestaba atención, Alec podía ver las similitudes que tenía con su propio equipo de caza. También noto otra cosa, esto sin duda era algo que compartían; Micah llevaba consigo una estela.

Lo noto mirándola fijamente, Micah tomo la estela del bolsillo lateral de su pierna y jugo con ella entre sus manos.

―Sé que no hay forma de que la haga funcionar, pero me salvo una vez y siento que me da suerte, espero que no sea un insulto para tu gente o algo así.

Quizás lo sea, Alec no estaba seguro de eso, no sabía cuál era la norma en el asunto de que un mundano portara una estela, no sabía mucho de eso, así como no sabía mucho de Micah en realidad, en la otra dimensión, en donde había adquirido los conocimientos para luchar, no había un Micah, se sintió raramente feliz por ello, tener a Micah le hacía sentir algo especial.

Alec le sonrió, tomo la estela para observarla por unos segundos y la volvió a meter en el bolsillo del pantalón de Micah.

―No lo creo, no me molesta que la lleves, y por favor no dudes en usarla de nuevo si eso te salva la vida.

Micah tomo un casco junto con un arma.

―Lo tendré en mente, ahora ponte tu disfraz y matemos algo allá afuera.

El Ultimo Cazador de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora