Fue horrible.
Había deseado en muchas ocasiones tener la oportunidad de viajar a través de un portal, su padre le había hablado de ellos, incluso Hodge le habló de ellos, le habían contado que solo los brujos eran capaces de hacer portales. Alec tenía un viejo diario, una reliquia que su padre había guardado y en donde se narraba la historia de la creación de los portales, el diario era de Henry Branwel, un Cazador de Sombras y según su diario, un brujo al que a través de sus letras, pudo saber que estimo mucho, ese brujo se llamaba Magnus Bane y de él, no sabía nada. Henry no había escrito en su diario la advertencia sobre tu primer viaje en portal, debió haber escrito: "Asegúrate de no haber ingerido alimento alguno antes de adentrarte en la luz brillante".
Alec cayó sobre el piso mojado de un callejón oscuro y desconocido, se quejó y agradeció el hecho de que hubiera terminado el viaje, sin importar que ahora estaba cubierto de lodo.
Alice se acercó para ayudarle.
—Tomate tu tiempo, es la primera vez que atraviesas un portal, debes de estar desorientado.
—Yo diría que algo más que eso, pero lo dejaremos en desorientado si quieres.
Le ayudó a levantarse y caminaron juntos hacia la esquina del callejón, Alice se había encargado de colocar en ambos un glamour, entonces y aun con la ayuda del hada, Alec estuvo a punto de caer.
—Suerte que no estamos lejos, es este edificio.
—¿Quien vive aquí? ¿En dónde estamos?
—Pronto lo sabrás, pero necesito que me des unos minutos primero, estas personas se sorprenderán mucho al verte así que necesito explicarles antes, o por lo menos intentarlo.
—¿Ellos me conocen? —preguntó el chico recargándose en la pared de ladrillo rojo.
Alice le miró fijamente y su expresión parecía divertida, Alec no creía que hubiera dicho nada remotamente divertido.
—Sí, sí, ellos te conocen bien. Vamos.
Se apoyó en el hada, Alec pudo leer el nombre de la calle a lo lejos cuando giraron en la acera, era Greenpoint, pero no se veía como cada noche, las aceras estaban llenas, había aparadores de tiendas lujosas, museos y gente, mucha gente, estaba seguro de que el toque de queda debió haber empezado hace horas y que las calles nunca se habían visto tan vivas como ahora, incluso las luces de la ciudad parecían brillar con mayor intensidad.
Ellos entraron a un edificio, le ayudó a sentarse en las escaleras.
—Espera aquí, te prometo que seré breve y que ellos te ayudaran a sentirte mejor.
Alec movió su mano para no tener que hablar, incluso eso le dolía, ciertamente Alice podía hacer lo que quisiera siempre y cuando le dejare descansar en esa escalera un par de minutos.
—Bien, —dijo la chica apresuradamente cuando subió de igual manera las escaleras dejándole abajo.
Alec pegó la frente a la pared, el dolor era insoportable, sabía que estaba herido, pero no lo había resentido tanto hasta que atravesó ese portal. Había demasiado ruido afuera como para que su curiosidad no se despertara. Lenta y dolorosamente se levantó ayudándose de la pared, de la misma manera salió, pudo ver la escalinata y a los costados de ella las flores que estaban delicadamente cuidadas, no recordaba haber visto flores desde hace mucho tiempo, las seguía observando cuando un grupo de chicos paso frente a él, claro que no lo veían, pero él a ellos sí, y se sorprendió al ver lo jubilosos que estaban, y lo poco cuidadosos que eran al caminar, como si la noche no fuera más que eso, una noche normal y sin amenazas.
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El Ultimo Cazador de Sombras
أدب الهواةAlec Lightwood, es un joven adolescente de la ciudad de Nueva York. El único Cazador de Sombras, una raza guerrera que desapareció después de la batalla del Círculo en la que Valentine Morgenstern cumpliese su cometido de sublevarse e intentar extin...