El Ultimo Cazador de Sombras

Mátalo

La conversación que había tenido con Clary lo había dejado muy inquieto, sabía que no era justo que le dejará a la pequeña la responsabilidad de mantenerle al tanto de la voluntad del ángel, pero también sabía que el intentar detenerlo era imposible.

Pensar en que ese mensaje olvidado podría llegar a ser una advertencia, le martilleaba la cabeza.

No sabía si se encontraba preparado para lo que posiblemente se venía. Odiaba esto, odiaba sentirse tan solo.

Había escuchado a Raphael pidiéndole que dejará ser ayudado, sin embargo, el aceptar algo así significaba estar dispuesto a perder a cualquiera de ellos.

―No ―le dijo a nadie―. Seguir solo es lo mejor. Esta es mi guerra.

En muchas ocasiones dejaba a su mente regresar a lo que llamaba la dimensión de Cuento de Hada, el hecho de recordar ese otro mundo en donde, aun si había problemas, su vida parecía absolutamente perfecta. Le ayudaba a calmar, no solo su ansiedad, también el corazón. Cerro los ojos para pensar en Isabelle, Jace, miro su propia sonrisa, como si mirará la de su padre mismo, a Clary, una Clary mucho mayor a la que existía en esta dimensión, y ojos de gato verde dorado.

Abrió los ojos rápidamente.

―No, no, no. Olvídate de él, olvídalo.

Se escucho un ruido viscoso detrás de él, al girarse pudo ver al demonio tipo lagarto que se acercaba por su espalda.

Alec suspiro.

―Así es, solo somos tú y yo.

Alec tomo su espada y el demonio no hizo ruido alguno cuando se convirtió en ceniza y abandono esta dimensión.

*****

Al volver a casa y a pesar de que el sol había salido apena unos minutos antes, Alec no se sentía con deseos de dormir, había pasado la noche en una nube de melancolía que no podía apartar de su mente, el desear estar en otro lugar, con otras personas y haciendo cosas diferentes le provocaba una culpa infinita. El chico se encerró en el cuarto de armas para leer un poco y lograr tranquilizar su mente y así, poder ir a la cama, había sido un fracaso, después de haber leído la misma página por quinta vez termino rindiéndose y cerro el enorme volumen que había estado intentando leer.

Se llevo una mano hacia su frente.

—Basta —se dijo a si mismo—. Este es tu mundo, regresa aquí, regresa.

La melancolía y desesperación le había alcanzado a tal grado que podía sentir como estas le jalaban hacia un abismo del cual temía no poder salir.

Su teléfono sonó con una notificación de mensaje. Entonces algo le tomo del cuello de su camisa metafórica para sacarlo agresivamente del agujero metafórico que era ahora su mente.

Sonrió a la pantalla.

Micah: La próxima vez que me abandones de la forma en la que lo hiciste anoche... le diré a tu padre lo que guardas debajo de tu colchón.

Y sonrió.

La idea de que quizás su propio mundo no era tan terrible comenzó a llegar como diminutas gotas de agua, el hecho de que Mag... de que esa persona especial a la que temía si quiera mencionar su nombre no existiera en su mundo podría, quizás, no ser tan terrible. Tenía a personas sumamente importantes con él, podía lograr que funcionará, podía lograrlo sin duda.

Esa mañana finalmente se fue a dormir y el ángel le compenso con un sueño en donde un chico con ojos de gato le sonreía.

***