Amistad

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Alec se sintió afortunado de que Hodge estuviera de guardia en la estación de bomberos, volvió a casa en un conjunto de tortuosos movimientos de pies, uno a uno y un paso más doloroso que el anterior, entro por la ventana de su habitación y se dejó caer al suelo con los brazos extendidos, se quejó libremente una vez que había dejado de moverse, maldijo después ya que tendría que soportar el dolor hasta que este pasara solo, como sería normalmente, quizás ahora tendría que sufrir en silencio su duras recuperaciones ya que no tenía más una estela para curarse. Cerro los ojos y en el suelo de su habitación pensó en quedarse ahí hasta que moverse fuera mucho más soportable.

Pero su suerte siempre se burlaba de él, el timbre sonó, se quejó feroz y firmemente, se llevó ambas manos a su rostro.

―Odio mi vida ―dijo antes de tomar un fuerte respire y levantarse de un salto, un muy doloroso salto.

Llego a la puerta y antes de abrir pregunto con su frente pegada a la puerta. Una voz familiar le respondió.

Alec oculto su daga, pero no la alejo ya que pensó que la necesitaba cerca. Abrió la puerta a Susan, su compañera de clases.

― ¡Dios mío! ―exclamo al ver a Alec―. ¿Qué te paso?

Alec la miro sin hablar.

―Parece que te haz echado a un camión de basura –explico Susan.

Ella estaba de un excelente humor, se miraba deslumbrante con su vestido rojo y chaqueta de mezclilla, llevaba mucha joyería y una pañoleta al cuello que hacia juego con sus botas negras. Ella estaba recargada en el marco de la puerta mirándose despreocupada y bella, Alec supuso que ella era bella.

― ¿Qué...? ―inicio Alec sin estar seguro de que preguntar, ciertamente tenia demasiadas preguntas para ella. Sacudió la cabeza e inicio de nuevo ― ¿Qué haces aquí?

Susan sonrió aún más.

―Vine a verte, me gusta compartir contigo, Alec.

La expresión del chico fue de molestia.

―Acaban de morderte ¿cierto?

Susan soltó una carcajada ruidosa.

―Eres muy listo.

Alec no tenía ni la fuerza ni la paciencia para lidiar con ella.

―Vete a casa, Susan, ―le dijo al intentar cerrar la puerta.

Susan movió su mano y la detuvo, Alec insistió, pero la chica logro mantenerla abierta, Alec odio a esta chica, su fuerza y lo inoportuna que era.

― Increíble ¿cierto? ―explico la chica―. Me encanta la fuerza que me dan, la forma en la que veo el mundo después de que me muerden, es un mundo maravilloso después de eso.

―Es falso, cuando el efecto se pasa las cosas se ven mil veces más horribles, lo sabes.

Susan levanto su mano y toco el labio de Alec.

―Qué suerte que no sea necesario que termine.

Alec aparto la mano de la chica bruscamente, no tenía paciencia para contemplaciones.

― ¿Qué quieres? ―le pregunto con cansancio.

―Que me invites a pasar ―contesto.

Alec la miro con sospecha.

―Te acabo de pedir que vuelvas a casa, ¿Por qué te invitaría a pasar?

La sonrisa de Susan se amplió, Alec cada vez detestaba más a esta chica.

El Ultimo Cazador de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora