Mentirosos

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A Alec Lightwood no le gustaban los mundanos. No le gustaba leer cada mañana en los titulares cosas como: "Intentan cacería contra criaturas desconocidas, cinco muertos", "Decía tener la respuesta, muere intentando probarlo" y no podía faltar algo como "Joven asesinada por bestia desconocido al desobedecer toque de queda". Esta vez y acompañando su desayuno estaba: "Décima desaparición en Green Point".

Una desaparición no era exactamente una muerte, en ese titular había un toque de esperanza y por supuesto, debía investigar y solucionarlo.

―Eres bastante curioso. ―Le dijo Hodge al entrar a la cocina y verlo sentado tomando el desayuno―. Tomando café, leyendo el periódico ¿Qué eres? ¿Un anciano?

En ocasiones me siento como un anciano. Pensó.

―Se terminó la leche con chocolate. ―Le dijo a cambio.

Hodge hizo un gesto de decepción.

―Eso es mi culpa, pasará al supermercado esta noche antes de ir a la estación ―Suspiro y sonrió―. Ocho años y aún no puedo ser un buen padre.

Alec sonrió en respuesta a ese comentario.

―No seas dramático. ―Le aconsejo―. Es solo leche.

―No te quiero tomando café cada mañana, sería un desastre.

― ¿Quieres un consejo? ―Preguntó Alec levantándose―. No le digas a un hijo que es un desastre.

Hodge rechinó sus dientes.

―Lo tomare en cuenta, ¿A dónde vas?

― ¿A la escuela? ―Preguntó Alec haciéndole notar que la pregunta era absurda.

Hodge se inclinó hacia atrás en su silla y cruzó los brazos en su pecho.

― ¿Una hora antes?

Y ahora eres un buen padre. Pensó lamentándose por la atención que ponía Hodge y que le dificultaba ciertas cosas.

―Micah y yo iremos a la tienda de comics.

Eso no pareció calmar a Hodge.

― ¿Antes de la escuela? – Insistió.

―Nos reuniremos en casa de Maia después para terminar el proyecto de ciencias, y no queremos que el toque de queda nos tome en la calle.

Hodge pasó una mano por su cabello.

―Claro, eso tiene mucho sentido ―Miró a Alec tomando su chaqueta y su mochila―. Se cuidadoso, por favor.

―Siempre. Dijo, ―sonriendo.

―Alec ―Le llamo deteniéndolo en la puerta.

― ¿Si?

―Vuelve a casa antes del toque de queda ―Le pidió su padre adoptivo seriamente.

El Toque de Queda era algo que los mundanos había implementado hacia un par de años, la ciudad, el mundo entero se había envuelto en una ola de asesinatos, desapariciones y sucesos inexplicables que les hacían tomar medidas como esta. El toque de queda no detenía a los demonios, pero por lo menos no ponía a los estúpidos mundanos en bandeja de plata mientras caminaban torpemente por la calle, solos y a oscuras. Agradecerles por eso era un tanto sínico de su parte, al enterarse de la medida lo primero que cruzo su cabeza fue que se habían tardado demasiado en darse cuenta de que los estaban exterminando visitantes del mismo infierno. Los mundanos lo estaban intentando, no como lo quisiera, pero lo hacían.

―Claro. ―Le dio la razón Alec como siempre lo hacía y salió de su casa.

* * *

El Ultimo Cazador de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora