Preguntas

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―Cla... ¿Clary? ―repitió Alec con voz baja.

La chica de ojos verde y cabello revuelto de un color rojo intenso le sonrió con mayor énfasis.

―Sí, ¡Sí! Así puedes llamarme y él es...

―Simon ―le interrumpió Alec.

Eso le dio el valor al niño para acercarse.

―Esa es una muy buena habilidad de detener información, por lo general las personas tardan dos o tres menciones en aprenderse un nombre y...

Clary le golpeo una costilla para detenerlo.

―Lo siento ―se disculpó Simon―. Tiendo a hablar mucho cuando estoy nervioso.

El chico extendió su mano.

―Es un verdadero placer conocerte.

Alec miro la mano, perplejo, se quedó quieto unos segundos antes de sostenerla y darse cuenta de que todo aquello estaba sucediendo.

Maia, que aun permanecía a lado de Alec fue la única que se dio cuenta de su forma de actuar tan extraña.

― ¿Todo está bien, Alec?

Esa pregunta hizo que Alec despertara.

―Amm, sí, sí, todo bien.

Clary miro a Maia.

―Sé que no es normal que alguien te aborde así en la calle, pero en verdad necesitaba hablar con él ―después miro a Alec―. Quisiera poder hablar contigo.

Alec asintió sin poder decir más.

― ¡Excelente! ―exclamo la niña― No queremos molestarlos, podemos acompañarlos y así hablar en un lugar más tranquilo.

―Podemos volver en taxi a casa ―agrego Simon―. No deben preocuparse por nosotros.

Eso encendió una alarma en Alec.

―No, no puedes andar por ahí sola, es peligroso. Es peligroso para los dos.

Simon conocía a su amiga incluso más de lo que se conocía a sí mismo, pudo ver como su rostro se ilumino e incluso el brillo de sus ojos tomo un nuevo color y la forma inconfundible en la que Clary acomodaba un mechón rebelde de su cabello por detrás de su oreja para verse perfecta frente a alguien a quien quería parecerle perfecta.

―Es muy amable de tu parte, sé que es peligroso para todos y, de hecho ―Clary miro en todas direcciones y se acercó a Alec como si fuera a contarle un secreto―. Es de eso de lo que queremos hablarte, te hemos visto, esos videos lo han confirmado, pero nosotros... yo te mire desde mucho tiempo antes.

Maia no podía entender porque Alec le estaba sonriendo a esa niña desconocida aun después de que parecía conocer lo que sería el más grande y peligroso secreto de Alec. Porque a pesar de eso, Alec parecía tan feliz.

El Cazador le sonrió a la niña.

―Pero por supuesto que me miraste.

Y el mundo cobro más color para Clary, su pecho salto de emoción con su corazón dentro, corazón que ahora le pertenecía a este chico, y el que nunca le pertenecería a nadie más.

* * *

Micah se había preparado.

Había buscado en un largo catalogo una película indicada, nada serio, pero tampoco ridículo, nada demasiado violento, algo que les dejara pasar por un buen momento. Había pedido una pizza y abierto una bolsa con las frituras favoritas de Alec, mirando a la mesita frente al televisor con todo dispuesto en ella se sintió un poco preocupado, quizás estaba poniendo demasiada atención a las palabras de Alec. Le había prometido que se mirarían al terminar la escuela, había pasado ya esa hora, seguramente estaba a punto de aparecer, y quizás Maia estaría ocupada con Raphael o con algún otro amigo lobo como para poder venir a acompañarlos.

El Ultimo Cazador de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora