Fragmento 26

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UN PAR DE DÍAS DESPUÉS

-- Bienvenido a nuestra sucursal señor...

-- Ronald, Ronald Knox -- Dice con coquetería el chico a la cajera mientras desliza un papel por la ventanilla -- Vengo a cobrar un cheque, no sé si aquí pueda hacerlo.

-- A ver déjeme revisar -- La encargada revisó su base de datos en la computadora y después sonrío -- Sí, la cuenta esta registrada en nuestros bancos. Pero solo el dueño del cheque puede retirar el dinero...

-- Para eso traigo esto -- Ronald sacó de un pequeño maletín otro papel que deslizó con cuidado por la ventanilla -- Es una carta poder firmada por William T Spears que me autoriza a cobrar su dinero.

-- Vaya. Entonces en un momento le entregaré el dinero. ¿Lo quiere todo en efectivo?

-- Sí por favor

Ronald sonrío al decir eso, la verdad ya le urgía irse de ahí no solo porque se sentía ridículo con el disfraz que estaba usando. Sino porque ya se había dado cuenta de un par de tipos que no le quitaban los ojos de encima desde que entró.

-- Aquí tiene -- La chica le regresó a Ronald el mismo maletín en el que había llevado la carta poder, pero ahora pesaba tanto como la bolsa que le dio Grell en nochebuena.

-- Gracias.

Salió del banco lo más rápido pero tranquilo que pudo, conforme más se alejaba del banco más aliviado se sentía. Iba ya para el punto dónde el auto lo estaba esperando cuando se le resbaló el maletín de las manos, cuando lo recogió se dio cuenta de algo: Los dos sujetos del banco estaban un par de metros atrás de él.

Sabía que no era coincidencia y mucho menos una casualidad, maldiciendo internamente su suerte tomó el maletín y empezó a caminar en una dirección contraria a la que tenía que ir.

-- Knox aquí -- Dijo al audífono que tenía escondido en una de las solapas de su abrigo -- Me vienen siguiendo, les daré mi ubicación final en unos minutos.

La ciudad de Londres a veces tenía días muy ocupados, Ronald agradecía que este fuera uno de esos, se mezcló entre una multitud que esperaba el semáforo rojo para cruzar la calle para perder a sus perseguidores, por unos minutos creyó que los había perdido pero no, todavía lo seguían.

Entonces apretó ligeramente su paso y llegó hasta un supermercado que estaba atascado de gente haciendo compras para la cena de fin de año, era perfecto, para causar todavía más caos tiró a discreción una cesta de manzanas sobre la cual la gente se fue.

Esos sujetos eran resistentes, después de haber pasado todos esos obstáculos a Ronald se le acababan las opciones para distraerlos. No tenía de otra más que hacerles frente.

Los hombres se detuvieron abruptamente en un callejón sin salida en el Ronald se había metido, pero de él no había rastro alguno, era como si el callejón se lo hubiera tragado.

-- Mira esto -- Dijo uno de ellos mientras recogía del suelo una peluca negra y unos pupilentes azules -- ¡No debe estar lejos!

-- De hecho... -- Lo último que vio ese sujeto fue a Ronald caerle desde un peldaño de una pequeña escalera de emergencia que estaba a lado de uno de los edificios -- Jamás estuve tan cerca.

El otro ni siquiera tuvo tiempo de sacar su arma, un golpe con el maletín a media cabeza fue suficiente para dejarlo inconsciente. Ronald sonrío aliviado, por fin se había librado de esos sujetos y de ese incómodo disfraz.

-- Aquí Knox -- Vuelve a hablar por su micrófono -- Me he encargado de los sujetos, ya puedo volver a la agencia.

-- ¿Los mataste? -- Es lo que la voz de Eric le pregunta.

Under The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora