02:40 Am
Esta nevando.
Los copos se posan sobre el rubio cabello de Elliot, haciendo que este sea más claro de lo habitual. Está en el tejado de la torre de la anunciación, dicha torre la utilizó Anthek 200 años atrás para proclamar su reinado, reinado que acabó destruyendo el mundo conocido para transfórmalo en lo que era ahora, destrucción. Elliot se recoloca su capa negra sobre los hombros, en otras circunstancias le permite camuflarse entre las sombras, pero hoy simplemente le sirve para protegerse del frío.
Un movimiento a sus espaldas, llama la atención de Elliot, con movimientos rápidos, pero sutiles se gira, y se lleva la mano derecha a su cinturón de armas, donde guarda una de sus dagas.
- Mismo lado. ¿Recuerdas? - dice la voz de Aiden.
Elliot agudiza la vista para buscar la procedencia de la voz, la delgada figura de Aiden aparece a unos metros de distancia de él, Elliot relaja la expresión, y camina hacia su compañero.
- Vía libre, y noble en posición perfecta para morir – dice Aiden chocando su mano con la de Elliot en modo de saludo.
- No necesito vía libre, si tengo a un compañero que puede congelar el tiempo – responde Elliot mirándolo.
Sus ojos heterocromáticos expresan confianza, esto hace sonreír a Aiden.
- Entonces no hagamos esperar a ese noble – Dice Aiden
Cruza la mirada con Elliot, este último toma su mano. El viento empieza a ondear a su alrededor, envolviéndolos en un huracán. El viento hace que el cabello platinado de Elliot se disperse, en cambio el oscuro cabello de Aiden forma un oscuro manto alrededor de su cabeza. A diferencia de Elliot, Aiden tiene los ojos abiertos, observando como el viento se hace cada vez más fuerte, aunque lleve años sintiendo la misma sensación, Aiden sigue asustándose cuando el viento los eleva, desplazándolos en el aire. Elliot sujeta más fuerte la mano de Aiden, cuando siente como este se tensa.
La nieve se mueve al compás de la danza que baila el huracán creado por Elliot. El poder de Salimad de Elliot, consiste controlar el viento, puede manejarlo a su parecer. Al crear el huracán, Elliot tiene el control pleno de el, aunque son prácticos para desplazarse, Elliot prefiere transformase en el viento, para aumentar sus capacidades y permitirle una vista panorámica de todo su alrededor, además de que cuando esto ocurre, Elliot queda invisible para el ojo humano, exceptuando al de Aiden, que con el paso de tiempo puede distinguir a Elliot hasta dentro de un huracán. Al viajar con Aiden, no le queda más remedio que crear un huracán.
En menos de 10 segundos el huracán se está disolviendo, la nieve cae sobre los chicos, tiñéndolos de un perfecto color blanco, que tampoco se diferencia mucho de la pálida piel de Aiden.
- El viaje más corto hasta la fecha – Dice Aiden, se sacude la nieve del pelo, y camina hacia la gran mansión que se alza ante ellos.
- Demasiado poder y dinero para una mente tan pequeña - Dice Elliot colocándose al lado de Aiden.
Elliot levanta la cabeza, en su ojo derecho, se puede ver su marca de Salimad, ya que este es de un color rojizo, y brilla cada vez que utiliza su poder.
La mansión es completamente blanca, en estos tiempos de enfermedad, hambre y sobre todo una gran diferencia económica entre nobles y la clase baja, donde pertenece la mayor parte de la población, el blanco significa riqueza, además de que los nobles dejan saber la gran riqueza que tienen, decorando con oro las ventanas y puertas. El marco de las ventanas era de oro, y en algunas se podía diferenciar el lema de la familia. La luz salía de las ventanas, y sonaba una suave melodía. El lord Yabail estaba celebrando uno de sus múltiples bailes, este tipo de eventos era muy común entre la clase alta, no hace falta celebrar nada, simplemente era una demostración de poder, cosa que Elliot odia.
- Vamos a celebrar nuestra propia fiesta – Dice Elliot.
A paso calmado, avanzan hasta la entrada de la mansión, unos ladrones normales, entraría por alguna ventana o forzarían la puerta por la que entraban los sirvientes de Yabail, pero para unos Salimad, las segundas opciones no existen.
Elliot empuja las grandes puertas de oro, los nobles que estaban bailando, se detienen para mirar a los intrusos, todos ellos llevan trajes caros y vestidos ajustados con largas faldas que rozaban el suelo. Presidiendo la estancia, se encuentra Yabail, sentado en un trono de terciopelo rojo, decorado con detalles de oro incrustados en las almohadas, los reposabrazos son de madera bañada en oro, una muestra de sus riquezas. La expresión de Yabail pasa a ser una de incredulidad a una de furia, se podía notar que los dos intrusos, no pertenecían a la clase alta, vestían viejas ropas deshilachadas, con manos callosas y era evidente de que necesitaban un corte de pelo. Yabail hace un movimiento con la mano indicando a los guardias que los apresen, pero Yabail, no cuenta con Aiden. Él chasquea los dedos, y todo el salón a excepción de Eliot, Yabail, y el mismo Aiden, quedan paralizados.
- Mestizos – Chilla Yabail.
Se levanta de su asiento, y saca una espada enjoyada de su cinturón, interponiéndola entre él y los intrusos, la sujeta con manos temblorosas, y Elliot aprecia que la postura no es la adecuada para blandir una espada. Elliot suelta una risa, utiliza su poder, para trasformase en viento, y desaparecer de los ojos de Yabail, este abre los ojos y empieza a buscarlo por el salón, sin éxito alguno, Aiden aprovecha el momento, para subir las escaleras y dirigirse a la habitación de Yabail, para robar el oro.
Elliot se aparece detrás de Yabail, suelta una risa, que hace congelar a Yabail. Siente la respiración de Elliot en la nuca, cae de rodillas al suelo, la espada se rompe cuando Yabail la deja caer, dejándola inservible.
- Clemencia, por favor, llevaros el oro, pero no me mates – Suplica Yabail.
- Clemencia – repite Elliot arrodillándose delante de él. – La misma clemencia que tienes tú con el pueblo, una clemencia que hace que más de cientos de personas mueran cada día en el campo, recolectando y plantando la comida que tú comes y sirves en tu mesa de oro – escupe Elliot con odio.
Aiden recorre los pasillos decorados con una alfombra de terciopelo rojo, las paredes son blanca, y en ellas hay colgados cuadros de Yabail, y por supuesto los marcos son de oro. Gira el pomo dorado de los aposentos del Lord, encontrándose con una escena un tanto extraña, en la entrada está el cadáver de unos de los guardias de Yabail, Aiden se arrodilla, y observa como la sangre brota de un corte en el cuello, levanta la cabeza, y se encuentra con un guardia.
Parece no haberle afectado el poder de Aiden, porque camina hacia él con decisión, lleva la espada desenvainada, y una expresión de furia en la cara. Aiden se pone de pie, y desenvaina una daga de cristal. A diferencia del guardia, Aiden tiene experiencia luchando, no necesita más de una par de movimientos para arrebatarle la espada al guardia y tirarla a algún lugar de la habitación.
- Lo siento amigo, pero no tengo tiempo – Dice Aiden clavándole la daga en el pecho, matándolo en el acto.
Retira la daga del cuerpo inerte del guardia, y limpia la hoja manchada de sangre con su chaqueta, después se la desabrocha, y se la coloca al guardia en los ojos. Al quitarse la chaqueta, Aiden deja al desnudo su marca de Salimad, extrañas líneas negras le recorren los brazos hasta la altura de los codos.
Aiden recoge algunas joyas, y varios sacos llenos de monedas de oro, antes de volver al salón, para encontrase una escena un tanto perturbadora.
Elliot se encontraba de rodillas en un charco de sangre, el cuerpo sin cabeza de Yabail desangrándose en el suelo, la cabeza se encontraba a los pies de una pareja, el vestido celeste de la chica estaba cubierto de sangre. Elliot se encontraba mirando la escena de Yabail sin cabeza, aunque Aiden pensaba que en realidad está en estado de shock, no era la primera vez que Elliot mataba, pero siempre acababa en el mismo estado.
Aiden corre hacia Elliot, el efecto del tiempo no durará mucho más, Aiden agarra el brazo de Elliot, y lo levanta de un tirón, haciendo que Elliot vuelva en sí.
- Elliot, el huracán, rápido –
- ¿A dónde vamos? – pregunta Elliot cerrando los ojos con fuerza y sosteniendo la mano de Aiden.
- A la taberna infierno, Lenz tiene un trabajo para nosotros –
El tiempo se descongela, y el huracán los eleva en el aire, rompiendo el techo de la mansión con la fuerza generada por el viento.
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El último reino
FantasyDurante 200 años el mundo cambió con la llegada de Anthek al trono. Los humanos desparecierón, formando dos razas los Salimad y los Malfas. Dos razas sometidas ante el poder, miles de Salimad perseguidos hasta la muerte, miles de Malfas muertos baj...