Extra -1

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Esa tarde Emma y Kiara me habían dicho de quedar en el parque a las siete de la tarde

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Esa tarde Emma y Kiara me habían dicho de quedar en el parque a las siete de la tarde. Mi madre no estaba, pero Jaxon se había quedado con mi padre. Empecé a buscar por todo mi cuarto alguna prenda de ropa que estuviese al menos presentable. Estuve alrededor de una hora buscando algo que ponerme, al final solo encontré unos pantalones vaqueros viejos y desgastados y una camiseta de deporte.

Eran las seis y media cuando miré el reloj, decidí ir yendo, seguro que cuando llegara ellas ya estarían esperándome. Mi sorpresa fue que cuando llegué no había nadie en el parque. Miré mi reloj, eran las seis y cincuenta y cinco, seguro que llegarían enseguida. Me senté en un banco a esperar mientras le pegaba patadas al suelo de arena.
No sabía cuánto tiempo había estado allí sentada esperando hasta que miré el reloj y vi que eran las seis y media pasadas. Seguro que habían tenido algún problema, ¿verdad?

Volví a esperar otra media hora mientras andaba de un lado a otro desesperada. Había pasado una hora y allí no había venido nadie. Sin poder evitarlo los ojos se me llenaron de la lágrimas. No iban a venir. Me habían dejado plantada. Me volví a sentar en el banco subiendo las piernas para rodearlas con mis brazos mientras sollozaba.

Después de un largo rato levanté la mirada al notar un golpe al lado mío. Un balón había chocado con la pared de al lado hasta posicionarse a mi lado. Volví la mirada intentando buscar a la persona a la que le correspondía para ver a Steve Harrington parado justo allí.
¿En serio? ¿De todas las personas del colegio tenía que ser él? Era un tonto y ahora me había visto llorando.
Cuando se acercó pensé que iba a venir a burlarse de mí, pero en vez de eso me dedicó una sonrisa mientras cogía el balón.

- ¿Quieres jugar un rato? Estás sola - me dijo.

- Ya sé que estoy sola, la vista no me falla, por suerte - le respondí de malas maneras a lo que él simplemente se río.

- ¿Quieres jugar conmigo, Irina? - volvió a repetir.

Después de estar meditándolo un buen rato acepté, al fin y al cabo era o estar sola llorando por dos chicas que no valían la pena, o pasar un rato con el tonto de Steve. Me costó elegir entre una de ellas, pero al final me levanté del banco, cogí el balón de sus manos y empecé a darle patadas.

- ¿Cuál es tu color favorito? - preguntó Steve después de un buen rato haciéndome sonreír ante la absurda pregunta.

- El negro - dije levantando los hombros.

- ¿Por qué? - dijo con el ceño fruncido.

- No sé, me gusta - dije esta vez levantando los hombros igual que había hecho antes -. ¿Y el tuyo?

- No sé, me gustan todos. Si elijo uno, estaría diciendo que los demás son más feos - aquello me hizo reír, era absurdo, los colores no tenían sentimientos.

- ¿Qué te gusta hacer? - pregunté al rato.

- Emmm, me gusta el baloncesto - respondió sonrojándose.

- Se te da bien - dije sonriendo -. Te he visto jugar algunas veces, y no se te da del todo mal.

- Algún día me gustaría ser el mejor del mundo - al ver mi ceja enarcada añadió -, o al menos del colegio.

Me quedé mirándolo un momento, este Steve no era el mismo que veía cada día en el colegio. El Steve que yo conocía no hablaría con una persona de un año inferior, el Steve que yo conocía no estaría compartiendo su vida como si tal cosa, y desde luego el Steve que yo conocía no estaría pasando el rato conmigo.

- ¿Y a ti que te gusta hacer? - dijo haciéndome despertar de mi pequeño trance.

- Dormir - respondí sin pensarlo.

- ¿Dormir? - se extraño.

- Sí - afirmé en un susurro agachando la cabeza.

- ¿Por eso siempre corres para llegar a la primera clase? ¿Por qué te has quedado dormida como un koala? - se burló.

- Yo.. No... Es que... - intenté excusarme pero tenía razón. Siempre me quedaba dormida.

La tarde pasó rápida, y la verdad no fue tan mala como me había imaginado. Al final Steve resultó ser un chico simpático y gracioso. Creo que no me había reído tanto desde hacía mucho tiempo.
Aquella tarde con Steve me lo había pasado en grande, ojalá siempre fuese así.
Me acompañó hasta mi casa donde ya estaba mi madre esperándome para cenar.

- Buenas noches, Steve - dije dándole una sonrisa -. Y que sepas, que creo que lo conseguirás.

- ¿El qué? - preguntó con el celo fruncido.

- Lo de ser el mejor en el baloncesto, no del mundo - dije riendo -, pero sí del colegio.

Aquello hizo que Steve bajara la cabeza avergonzado, y cuando la levantó me dedicó una gran sonrisa.

- Buenas noches, espero que mañana no te duermas, koala - dijo antes de darme una última sonrisa e irse a su casa.








Estaba andando por los pasillos del colegio intentando llegar hasta mi aula, me tocaba ciencias naturales. Que mal se me daba. Daba igual cuanto estudiara siempre suspendía. Me encontré a Emma y Kiara por el camino, las dos se acercaron a darme algunas de sus estúpidas excusas pero no quería escuchar ninguna de ellas, así que simplemente las ignoré y seguí mi camino.
Estaba tan centrada en llegar a tiempo a clase que sin querer choqué con alguien. Cuando levanté mi mirada me encontré con la de Steve. Sin pensarlo le sonreí recordando nuestra tarde en el parque de ayer, pero sin embargo él se limitó a pasar por mi lado sin decirme nada, ni siquiera un movimiento de cabeza como saludo. Aquello me hizo fruncir el ceño y darme cuenta de lo imbécil que era la gente a veces. De lo imbécil que era Steve Harrington.

The way I love you [ Steve Harrington ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora