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Max y yo estábamos acomodadas en el sofá mientras yo leía un libro, y ella escuchaba música

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Max y yo estábamos acomodadas en el sofá mientras yo leía un libro, y ella escuchaba música. Llevábamos así cuarenta y cinco minutos, sabía que tenía que tener paciencia en aquel caso, pero estaba empezando a angustiarme la idea de que estuviésemos una al lado de la otra sin decir siquiera una sola palabra.
Max giró la cara hacía mi, cuando la música en sus oídos dejó de sonar.

- ¿Por qué la apagas? - dijo con el ceño fruncido.

- Porque llevamos casi una hora en el mismo sitio sin dirigirnos la palabra - dije tendiendo la mano para que me diese los auriculares-. Max no quiero forzarte a hacer algo que no quieras, solo quiero hablar contigo, de lo que sea, aunque sea una chorrada.

Max pareció pensarlo unos momentos, pero luego puso sus auriculares en mi mano, para que yo los dejase encima de la mesa que teníamos delante.
El comedor volvió a quedarse en completo silencio, hasta que oí como ella soltaba un suspiro para decir algo.

- Tu novio es un capullo - soltó haciéndome fruncir el ceño.

- ¿Qué ha hecho ahora? - dije enarcando una ceja.

- No ha cogido Grease, si no Los goonies - dijo con rencor.

Aquello me hizo sonreír, había visto como Steve sacaba de la mochila la cinta de Grease y la dejaba en nuestro cuarto. Le estaba haciendo la puñeta a Max, como siempre.

- ¿Qué le vamos a hacer? - dije encogiéndome de hombros.

Ella simplemente se cruzó de brazos. Parecía mentira que no conociese a Steve, siempre estaba haciendo este tipo de cosas. Me acerqué a ella para pasarle un brazo por los hombros.

- ¿Qué escuchabas? - dije interesándome por lo que últimamente era su único hobbie.

- Running Up That Hill de Kate Bush - dijo ella encogiéndose de hombros -. ¿Quieres escucharla?

- Claro - asentí sin pensarlo dos veces.

Ella me colocó sus auriculares y segundos después la música empezó a sonar. Tenía un buen ritmo, y la voz de la chica era muy buena. La verdad es que Max tenía muy buenos gustos. Todo iba bien hasta que empecé, no solo a oír la canción, si no a escucharla atentamente, y la letra de la canción me hizo que ese dolor en el pecho apareciese otra vez. Ahora entendía porque no paraba de escucharla, era prácticamente todo lo que estaba sintiendo ahora mismo, y ella lo sabía por eso me había dejado escucharla.
Sin pensarlo, le pase el otro brazo por encima para atraerla hacia mí en una abrazo que ella aceptó de inmediato. Segundos después empecé a escuchar leves sollozos y a notar como su respiración era más agitada.

- Ey, tranquila, estoy aquí, contigo, ¿vale? - dije acariciando su cabeza.

- Lo siento, lo siento mucho, os estoy haciendo sufrir a todos - dijo ella sin parar de llorar.

The way I love you [ Steve Harrington ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora