Capítulo 3: Escapada a media noche

1K 105 176
                                    


No sé si fueron las ganas de llevar a cabo mi primera escapada o si fue la curiosidad que sentía sobre Sasha y su historia lo que me impulso a considerarlo. Quizá fue un poco de ambas, porque era un sábado a las once de la noche y yo estaba usando un short de jean, una blusa negra con rayas blancas y unos converse negros en lugar de estar en pijamas viendo Pequeñas Mentirosas bajo las sábanas.

Me estaba mirando al espejo y cuestionando mi vestimenta cuando una piedrecita golpeó la ventana. Con algo de nervios, corrí la cortina para ver hacia el exterior. Ella estaba a unos cuantos metros de mí mirándome fijamente y con una sonrisa de medio lado. Usaba su chaqueta de cuero, una camisa gris, un jean claro y las mismas botas negras de en la tarde. Yo estaba paralizada. Por mi cabeza sólo pasaba un pensamiento y ese era el de abortar la misión, pero pronto me llegó un mensaje de texto que decía: Si Mahoma no va a la montaña...

-La montaña va a Mahoma -completé la frase. Para entonces, ella ya se había acercado lo suficiente.

-Vaya -me miró de arriba a abajo-, pensé que dirías que no.

-Que esté vestida no significa nada. Podría retractarme y quitarme la ropa en menos de diez segundos.

-Dejemos eso para después -estiró su mano.

No entendía a qué se refería, pero tomé su mano y dejé que me ayudara a salir por la ventana asegurándome de no pisar las plantas favoritas de mi madre. Mi corazón latía con fuerza. Una vez estuve afuera, la saludé con beso de mejilla.

-Sasha, no estoy segura de que esto sea lo correcto -susurré aterrorizada mientras caminábamos hacia su automóvil.

-No lo es. De otra forma, ¿se sentiría igual?

Tragué saliva.

-¿Y si me atrapan?

-No te preocupes por eso. Yo sé lo que hago.

-Puede que tu pasatiempo sea sacar a niñas buenas de sus casas, pero esta es la primera vez que yo hago algo así.
Ella se echó a reír.

-Vamos, Anne -se alejó un poco-. ¿Vienes o no?

-Dime a dónde me llevarás.

-Por allí -evadió la respuesta.

-¿Y si alguien nos ve?

-Sé de lugares donde jamás nos reconocerían.

Me abrió la puerta para que entrara, le dio la vuelta al automóvil, ocupó el asiento de conductor y empezó a manejar. Condujo durante casi media hora. Con frecuencia despegaba sus ojos de la vía sólo para verme; cuando eso sucedía, yo evadía su mirada. Mantuve mis ojos en las calles y vi partes de la ciudad que nunca antes había visto. No tenía ni idea de a dónde nos estábamos dirigiendo. Antes de que ella pasara por mí, imaginé que iríamos a un lugar que estuviese activo de noche; sin embargo, por donde transitábamos todo estaba oscuro, solitario y silencioso. Empecé a preocuparme.

-¿Ya llegamos? -pregunté al ver que reducía la velocidad.

-Sí, aquí es.

Me asomé por la ventana. El lugar donde nos habíamos detenido parecía una bodega abandonada, y daba muy mal rollo.

-¿Qué es esto?

-Una especie de bar -apagó el motor y salió del auto.

Yo, alarmada, la seguí.

-¿Bar? Esto no parece un bar.

-Es porque no está abierto para todo público. ¿Entramos?

-No traje mi cédula. Pensé que iríamos a comer o...

Mi Mundo // SashanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora