Capítulo 7: La caja de Pandora

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Días después.

Tenía muchas ganas de faltar a la clase para no verle la cara a Sasha, pero hacerlo habría significado darle importancia a lo que ocurrió entre nosotras. Lo que debía hacer era olvidarme de todo y continuar con mi vida como si nada hubiese pasado. Por eso, a pesar de mis verdaderos deseos, me dirigí al salón.

-¡Anne! -escuché a alguien llamarme.

Identifiqué la voz de Marcy y me volteé para saludarla. Ella, en vez de corresponderme, me miró de arriba abajo, me tomó del brazo y, sin decir nada, me llevó hasta el baño más cercano.

-¿Qué pasa? -le pregunté confundida.

-Sabía que vendrías así.

Me miré en el espejo tratando de entender a qué se refería.

-¿De qué hablas? Así vengo siempre.

-Exacto. Ponte esto -sacó un jean de tiro alto y una blusa verde olivo muy femenina.

-¿Al menos podrías explicarme?

-Eres mi mejor amiga y te amo, precisamente por eso debo decirlo... Siento que ocultas tu belleza a propósito. Esas camisas tipo polo y esos pantalones anchos no son... tú. Annabanana, eres hermosa, más que cualquier otra chica. Y sin duda, más que esa rubia.

- Dios, ¿por qué tenías que mencionar eso?

-Estuviste callada como una tumba, pero tu cara decía mucho. Ahora entra allí y cámbiate. Vamos a llamar la atención de Sprig y hacer que Sasha se lamente.

Esbocé una pequeña sonrisa.

-Oye, gracias -le di un abrazo.

Entré a un cubículo con la ropa en las manos y, cinco minutos después, salí con ella puesta. Marcy me llevó hasta el espejo, soltó mi cabello y se colocó detrás de mí.

-Mucho mejor, ¿ves?

-No lo sé -me analicé en el espejo: la blusa mostraba mi escote y el jean acentuaba mis caderas-. Nunca había usado algo así en la universidad. Allá hay treinta y siete personas además de Sprig y Sasha, entre esas, la profesora.

-Estás perfecta. Confía en mí.

Le eché un vistazo a mi reloj: eran las 10:12 a.m. La profesora acostumbraba a poner falta a quienes llegaban con quince minutos de retraso, por lo que Marcy y yo corrimos hacia el salón para evitar la inasistencia. Apenas entramos, todo el mundo nos miró. Pude notar como algunos chicos se quedaban viendo mi cuerpo y algunas chicas murmuraban entre sí sorprendidas.

Avergonzada, me dirigí a mi puesto sin mirar a nadie, ni siquiera a Sprig o Sasha; aunque sabía muy bien que ellos me estaban observando. Marcy, al darse cuenta, se giró hacia mí y me guiñó el ojo. Le respondí con una mueca apenas perceptible y nos sentamos en las primeras sillas vacías que encontramos. La profesora nos tomó la asistencia y continuó dando la clase.

-Me siento extraña -le susurré.

Cinco segundos después, sentí la vibración en mi bolso. Saqué mi celular y me encontré con un mensaje de Sasha que decía: Vaya... Parece que mis besos te sientan bien. Expulsé una gran bocanada de aire al terminar de leer aquellas palabras.

-¿Es de quién tengo en mente?

-Sí -respondí sin despegar mis ojos del celular. Le tomé una captura al mensaje y se la mandé.

-Ni se te ocurra responderle.

-No lo haré. De todas formas, ¿qué le diría?

La profesora nos observó. Marcy y yo guardamos los celulares y empezamos a prestarle atención. La clase parecía ser sólo expositiva; Camps pasaba diapositiva tras diapositiva mientras explicaba el contenido de ellas. Alcancé a tomar un par de notas. Así transcurrió la primera hora. Pensé que me iba a salvar de tener que trabajar con Sasha, pero, faltando cuarenta minutos, la profesora pidió que nos reuniéramos con nuestras parejas. La chica de tatuajes no tardó en acercarse a donde yo estaba. Marcy notó su presencia, se levantó de la silla en mala gana y se fue, pero no sin antes lanzarme una mirada amenazadora de recuerda-lo-que-hablamos.

Mi Mundo // SashanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora