Capítulo 17: De vuelta a la realidad

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Cuando llegamos al baño, me quedé asombrada de lo pulcro, lujoso y espacioso que era. El resto del penthouse pasaba a ser historia en comparación con lo que mis ojos estaban viendo: aquel lugar parecía sacado de una película.

-El jacuzzi no está lleno, pero puedes meterte -me ofreció su mano, yo la tomé y me ayudó entrar.

-Oh -dije tras sentarme-, el agua está perfecta.

Ella se sentó en el borde de la bañera.

-No sabía si preferías frío o caliente, así que lo puse intermedio.

-Acertaste -sonreí a la vez que examinaba su rostro. Con menos calentura, pude detallarla mejor-. Tus golpes ya casi no se notan.

-Me puse hielo durante horas, aunque el maquillaje ayudó.

Se levantó y cerró la llave. Entonces se fue a una esquina del baño para buscar algo en las gavetas. Aproveché para observarla a detalle. Seguía desnuda y estaba concentrada en lo suyo, así que pude apreciar todos sus tatuajes.

En el hombro derecho, tenía un velero. Diagonal a eso, había unas rosas que me gustaban mucho. Más abajo, en la parte inferior de su espalda, tenía un árbol cuyas ramas no tenían hojas; por su ubicación, supuse que ese fue el que vi a medias el día que la conocí. A esos tres, les sumé otros que descubrí mucho antes. Por fin había conocido sus tatuajes. Cada uno de ellos contribuía a que se viera más sexy.

-Al fin lo encontré -dijo victoriosa.

-¿El qué? -disimulé antes de que se diera la vuelta.

-Las instrucciones -me mostró un manual de usuario-. ¿Qué aroma prefieres: canela, menta, naranja o lavanda?

-Canela, supongo.

-Buena elección -oprimió un botón.

Un sutil olor a canela empezó a esparcirse en el baño. Continuó leyendo el manual y jugando con los botones durante un buen rato. Consiguió que las luces se atenuaran y activó la opción de hidromasaje en velocidad dinámica intermitente, lo que sea que eso significara. Finalmente, se metió al jacuzzi para hacerme compañía.

-Sasha -dije tras haberlo meditado-, ¿esto qué me hace ser?

-¿A qué te refieres?

-Me gustas, hemos tenido sexo... ¿Eso me convierte en lesbiana? ¿O quizás bisexual?

-La sexualidad es algo abstracto y fluido. No creo que debas sentir la presión de colocarte una etiqueta de un momento a otro. Ahora mismo, sólo eres una chica a la que le gusta otra chica.

-Vaya... No esperaba esa respuesta de ti.

-¿Por qué no?

-No lo sé, tal vez porque te pavoneas por allí diciendo que eres lesbiana y que te gusta voltear heterosexuales.

Se echó a reír.

-El hecho de que pueda hacer que una chica hetero guste de mí quiere decir que estoy probando mi teoría, ¿no? -sonrió-. Todos tenemos la capacidad de sentir erotismo hacia cualquier sexo o género, en cualquier momento de nuestras vidas. Sin embargo, a veces las represiones son tan fuertes que ocurre en un plano inconsciente. Así puede surgir la homofobia, la masculinidad tóxica y otros males.

-Interesante, aunque si lo entendiendo bien, eso quiere decir que incluso tú puedes llegar a gustar de un chico.

-Podría, quién sabe. ¿Pero qué diversión habría en eso?

Me encogí de hombros.

-Tal vez en cinco años estés casada con el pastor de una iglesia cristiana -bromeé-. Quizá seas una feliz ama de casa que cuida a sus gemelos y tiene a niña en camino.

Mi Mundo // SashanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora