Decidí llevarlo a una zona de estudio que quedaba cerca a nuestro salón y que, en el horario de la mañana, solía estar vacía. Así que allí estábamos: sentados frente a frente. Él me observaba en un sepulcral silencio y yo mantenía mi mirada clavada en la mesa.-Sprig...
-Vas a terminar conmigo, ¿cierto?
Tomé aire.
-Tú eres un chico maravilloso, de verdad, no hay nada malo en ti. Y te has portado increíble conmigo en el poco tiempo que llevamos juntos. Es sólo que...
-¿Me vas a dejar por ella? -me interrumpió. Ante la ausencia de respuesta, fue más explícito-. ¿Me vas a dejar por Sasha?
Negué con la cabeza.
-Ella no tiene nada que ver en mi decisión.
-¿Pero ha estado follándote a ti también?
Me sorprendí al escuchar esa palabra tan fuerte en su boca.
-Repito: ella no tiene nada que ver con lo que estoy haciendo.
-¡Demonios! -golpeó la mesa-. Respóndeme, es lo menos que puedes hacer. ¿Has estado follando con ella, sí o no?
-Sí. Lo hicimos un par de veces.
Pude ver cómo sus ojos empezaron a humedecerse. Cuando él se percató de que lo estaba viendo, apartó la mirada.
-Nunca quise que las cosas fuesen así. Debes creerme, yo no lo planeé de esta forma. Lo siento mucho, Sprig.
-Puedo perdonarte.
-Gracias -sonreí con suavidad-. No sabes lo importante que es para mí escuchar eso.
-Podemos salvar esto.
-¿Salvar qué? -pregunté confundida.
Él me tomó de las manos.
-Los dos hemos cometido errores. Te descuidé y por eso buscaste afecto en otro lado -tragó saliva-. No lo sé, pero creo que podemos seguir adelante si lo intentamos.
-No me estoy haciendo entender -me zafé de sus manos-. Lo que pasó con Sasha no es la razón por la que debemos romper. Soy yo, Sprig. No estoy sintiendo lo mismo por ti.
Se quedó en silencio y un par de lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Busqué el anillo que me dio, lo coloqué sobre la mesa y me retiré para darle privacidad. Nunca antes me había sentido tan mala persona como en ese momento. Intenté aguantar las lágrimas.
-Anne -Marcy me llamó; estaba saliendo del salón junto a unas cuantas personas más-. ¿Dónde has estado metida? Hicieron un quiz sorpresa para subir la nota.
Corrí en su dirección y la abracé, entonces me eché a llorar.
-¿Estás bien?
Negué con la cabeza porque ni siquiera podía hablar.
-Tranquila -me llevó a otro lado para que nadie nos viera. Allí, acarició mi cabello hasta hacerme calmar-. Ya, ya.
-Soy la peor persona del mundo.
-No digas eso. No lo eres.
-Acabo de terminar con Sprig. Descubrió mi infidelidad con Sasha y aun así quería seguir conmigo -le expliqué-. Tuve que insistirle. Lo vi llorar, Marcy, lo vi llorar.
Me obligó a mirarla a los ojos.
-Tenías que hacerlo, ¿me oyes? No podías seguir en una relación donde no sentías nada. Lo mejor que pudiste haber hecho fue ser honesta y no dejar que la burbuja siguiera creciendo. En un tiempo él estará bien, y tú también.
***
Tres semanas después.
En la primera semana, Sprig volvió a hablarme. Al principio nuestras conversaciones eran triviales, pero a veces me decía cumplidos o me lanzaba indirectas sobre volver a salir alguna vez. Tuve que empezar ser cortante y dejarle en claro que sólo podía ofrecerle mi amistad. A partir de allí, dejó de hablarme. Al parecer, su interés en mí sólo era de índole romántico.
Respecto a Sasha, a veces cruzábamos palabras, pero siempre era durante la clase de Ética y sobre asuntos académicos. Del resto, no volvimos a hablar ni vernos por fuera de la universidad. Sin embargo, tomar distancia no hizo que la extrañara menos. Estar cerca de ella, aunque fuese durante tres horas semanales, me estaba matando. Moría por hablarle, por tocar su piel, por sentir sus labios contra los míos y, demonios, por tener sexo con ella.
Mis ganas eran tantas que incluso llegué a tocarme mientras recreaba en mi mente cada una de las veces que habíamos tenido relaciones. Y aunque ya sabía cómo llevarme al orgasmo, definitivamente no era lo mismo; no se sentía como estar con ella. Un día, me cansé de estar al margen y esperar a que hiciera un movimiento. Nos veríamos en clases, así que me vestí y me maquillé justo como el día que estuvimos en el penthouse. Apenas entré al salón, levanté varias miradas, entre esas la de ella quien sonrió a medio lado.
-Vaya, el vestido te quedó como nuevo -murmuró apenas tomé asiento a su lado.
-Así es -sonreí.
La profesora llegó.
-Buenos días, chicos. Decidí hacer algo diferente para hoy -nos comentó mientras tecleaba en el computador-. Les traje una película que presenta un problema moral. Quiero que la vean con atención para que realicen un ensayo analítico al respecto.
Un chico apagó las luces y la profesora proyectó la película. En la penumbra, me armé de valor para seducirla. Corrí mi trenza hacia un lado y acosté mi cabeza sobre el pupitre de Sasha, exponiendo a propósito mi cuello descubierto. Intentó concentrarse en la película, pero varias veces bajaba la mirada. De un momento a otro, se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi oreja.
-¿Cansada? -me susurró en el oído.
Yo me contuve un gemido.
-Algo. He estado durmiendo mal.
-Tal vez pueda ayudar en eso.
Posó sus manos sobre mis hombros y me realizó un masaje. Oculté la cara entre mis brazos para que no viera los gestos de placer que me estaba provocando. Después de un rato, subió sus uñas por mi cuello y metió sus dedos en mi cuero cabelludo expandiendo y contrayendo su mano. Mi piel se erizó en el acto de tal forma que era imposible que no se diera cuenta de ello.
Me dejé llevar por el frenesí del momento y coloqué mi mano sobre su entrepierna. Ella se estremeció en silencio y se acercó a mi cuello de nuevo; sus resistencias cayeron y acabó dándome un beso. Me retorcí; para disimularlo, tuve que alzarme y erguir la espalda. Entonces nos miramos a los ojos. Sasha llevó su mirada a mis labios y la mantuvo allí durante varios segundos. Hice lo mismo y me crucé de piernas para comprobar lo mojada que estaba.
-Vámonos de aquí -le propuse-. Te espero en diez minutos en el parqueadero.
No le di tiempo de responder. Agarré mis cosas, me levanté y caminé con sigilo a donde estaba la profesora. Inventé que tenía una cita médica para que me colocara la asistencia y salvar mi pellejo en caso de que tomara alguna calificación durante la clase. Finalmente, salí del salón y me dirigí al parqueadero. Tras haber pasado varios minutos esperando, me senté en un pequeño muro. En mi cabeza, empecé a rogar porque ella aceptara mi propuesta y apareciese pronto.
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Mi Mundo // Sashanne
RomanceAnne Savisa Boonchuy es una adolescente obediente, sumisa y callada. Durante sus veinte años, ha estado acostumbrada a complacer a las demás personas llegando incluso a dejar en segundo plano su propia voluntad. Sin embargo, cuando conoce a Sasha Wa...