Capítulo 36: El portarretratos

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El mensaje que Sasha me dejó sonaba bastante definitivo, pero no abandoné la esperanza durante los días siguientes a eso. De verdad creía que se iba a dar cuenta del error que cometió, se arrepentiría y volvería a mis brazos. Me aferré tanto a ese pensamiento que cada vez que tenía la oportunidad, marcaba su número esperando que atendiera. El resultado siempre era el mismo: la contestadora automática seguida por un frío silencio que encogía mi corazón.

Marcy intentó animarme de todas las maneras posibles. Me invitaba a comer helado con la excusa de que "nunca había probado aquellos sabores y que no quería hacerlo sola", se ofrecía a hacer cosas por mí, me contaba sobre sus desventuras con Andrias, me contaba sobre la serie que estaba viendo e, incluso, me obligaba a estudiar con ella para que no me bajara el promedio académico. Entre nosotras nunca hubo momentos silenciosos, siempre hablábamos de algo, pero Sasha nunca salió a flote como tema. Suponía que ella pensaba que, si no la mencionábamos, me sentiría mejor. La verdad es que era lo contrario. Sentía que estaba obligada a seguir con mi vida como si nada.

Cuando se hizo martes de nuevo, me armé con la escasa fuerza que me quedaba y me preparé para ir a clase de Ética. Aquel salón estaba impregnado de ella y sus recuerdos: allí la conocí, allí empezamos a hablar, allí se me insinuó en varias ocasiones, allí la veía dos veces a la semana y, poco a poco, allí me fui enamorando de ella. Tener una silla vacía a mi lado nunca antes me había pesado tanto.

-Anne -la profesora me llamó-, ¿puedo hablar contigo?

Me puse de pie y me aproximé a su escritorio.

-Dígame, profesora.

-Tu compañera, Sasha, no vendrá más a clases.

-¿Por qué? -fingí que no estaba al tanto con intención de ver si arrojaba información sobre su actual paradero.

-Fue decisión de los directivos. Tuve que realizarle un examen; al aprobarlo, homologó las horas que faltan.

-¿Y qué pasa con el trabajo final? No puedo hacerlo sola. Tal vez en vez de haber formulado un examen, debió pedirle que se reuniera conmigo para terminar el trabajo -reclamé.

-Estoy de acuerdo contigo, pero el protocolo me ataba de manos. Entiendo si sientes que el proyecto es demasiado extenso para que lo realices sola; por eso que te propongo que elijas un grupo y te unas a ellos. Ni tu calificación ni la de tus compañeros se verá afectada.

Suspiré ya que eso no me servía de mucho.

-Está bien -dije de mala gana-. Gracias.

Fui a donde se encontraban Marcy y Gabby. Agarré una silla y me senté junto a ellas. Gabby me miró confundida mientras que, a juzgar por la cara de mi amiga, sabía lo que estaba pasando.

-Buenas noticias -intenté sonar animada-. Parece que de ahora en adelante seremos un trío.

-¡Qué bien! -exclamó Marcy.

-¿Qué pasó con Sasha?

Me quedé en silencio pensando qué decir.

-Nos viene muy bien tu ayuda -mi amiga cambió de tema-. ¿Te mostramos cómo vamos?

-Perfecto. Manos a la obra -forcé una sonrisa.

Delante de Gabby, no podía mostrarme vulnerable. Eso implicaría contarle todo lo que había pasado, es decir, revivir la historia una vez más y enfrentar el desenlace. Tuve que fingir que estaba de maravilla. Intercambié chismes, hice bromas, hablé sobre celebridades y me reí cuando por dentro estaba rota en mil y un pedazos. Marcy, quien lo sabía, en ocasiones me miraba con gestos de preocupación, como si en cualquier instante pudiera derrumbarme.

-Chicas, debo irme. Mi grupo de danza tiene una presentación y debemos ensayar -Gabby nos contó-. ¿Pueden seguir solas?

Marcy y yo asentimos.

-No te preocupes por nosotras.

-Muchos éxitos con la presentación -le deseé.

-¡Gracias! -se despidió de ambas con un beso de mejilla-. Nos vemos el viernes.

La chica cogió su bolso y se fue.

-¿Estás bien? -Marcy me preguntó apenas quedamos solas.

Negué con la cabeza.

-¿Puedo mostrarte algo?

-Por supuesto.

Agarré mi maletín y lo coloqué sobre mis piernas. Ante su mirada expectante, saqué el mismo portarretratos que encontramos en la casa de Sasha. Sus ojos se abrieron sorprendidos.

-¿Por qué conservaste eso?

-Lee lo que dice aquí -le di la vuelta y señalé una firma, a duras penas perceptible, que estaba en la parte inferior del marco.

-Marquetería A&A -leyó en voz alta.

-Ese es el nombre de quienes lo diseñaron.

-¿Y qué hay con eso?

-Ayer cuando estábamos en la biblioteca, utilicé un computador para buscar ese nombre en el buscador. Resulta que esa marquetería es una de las más famosas del país y sólo hacen trabajos personalizados bajo encargo. Se me ocurrió que tal vez podríamos ir allá.

-¿Estás loca? -me reclamó.

-Es una buena idea -defendí.

-Deberías olvidarte de ella de una vez por todas. Y enfocarte en hacer el ensayo para irnos a Australia.

-¿Crees que no lo he intentado? Marcy, necesito atar los cabos sueltos y entender ciertas cosas -por primera vez fu sincera-. Hasta que no lo haga, no podré olvidarme de Sasha.

Soltó un largo y profundo suspiro.

-¿Si vamos, harás el ensayo?

-Lo prometo.

-Así que... ¿dónde queda esa marquetería?

Sonreí de oreja a oreja.

-En una ciudad a dos horas de distancia.

-¡A dos horas de distancia! -exclamó-. ¿Ya pensaste qué vas a hacer para que tu mamá te deje ir? Porque en definitiva no vamos a perder más horas de clases.

-Ya me adelanté. Le pedí permiso para pasar la tarde en tu casa haciendo un trabajo. No me creyó, pero mañana cumple meses con su novio y me imagino que no me quiere cerca.

-¿Entonces iremos mañana?

-Así es -dije con firmeza-. Salimos de clase a las diez. Eso nos da tiempo suficiente para ir y regresar.

Mi Mundo // SashanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora