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●17 de mayo 1988●

Marlena se encontraba sentada en su comedor, aquel gigantesco comedor de 12 sillas, las cuales nunca se habían llenado en su totalidad, tomaba una taza de té mientras hacía una lista de todas las cosas que se llevaría la mudanza. Trastes, muebles, instrumentos, lámparas, ropa, blancos, etc. Nikki había decidido dejarle esa tarea, ya que no quería que pensará más el asunto. Y mantenerla distraída era lo mejor.

El pelinegro se encontraba dándose una ducha en el baño que se encontraba en la habitación principal. Tenía el cabello totalmente húmedo y trataba de encontrar con que lavarlo. Pero vaya su querida esposa ya había cambiado de lugar las cosas. Cerró la llave y se dispuso a buscar por todo el baño aquel producto higiénico que le ayudaría a quitar la suciedad de su cabello.

Salió totalmente desnudo de la ducha, causando que todo el piso se mojara. Al no tener éxito se dispuso a poner su bata y hacer una búsqueda intensa para descubrir dónde es que estaba el shampoo. Bajó las escaleras y ahí pudo verla.

Llevaba el camisón gris de la noche pasada y su bata de flores color moradas que él le había regalado hace años. Porque le había parecido bonita y que esas flores le parecerían bonitas a ella. La vio concentrada en la mesa con aquella libreta y el lápiz entre sus dientes, pensativa.
Sabía que estaba haciendo la lista de la casa pues en unos días se irían. Dónde todo podría ser cómo la vida que soñaban.

— ¿Necesitas algo? — Lenny había preguntado sin siquiera verlo—.

— Estaba bañándome y no hay shampoo en la ducha. Y bajé a buscarlo. — Nikki buscaba en los muebles de la sala y el comedor —.

— Ahí nunca lo encontrarás Frankie.

— ¿Dónde se guarda entonces?

— Verás... tú específicamente mandaste a hacer esa cocina, con muchos estantes y gabinetes. Con una estufa enorme y un refrigerador gigante. Y bien recuerdo que dijiste "¡Deben dejar una pequeña habitación a un costado de la cocina para organizar todo ahí!". —. Marlena imitaba la voz de Nikki —. ¡Por Dios, tú hiciste literalmente todo y no sabes dónde están las cosas!, pareciera que no vives aquí. — Había mencionado con cierta burla a la cuál Nikki hizo una mueca —. Lo siento, no fue mi intención.

— No te preocupes, lo comprendo. — Se acerco y tomó lugar a lado de su silla, puso su brazo alrededor de sus hombros y depositó un beso en su mejilla —. Desperté está mañana y no estabas a mi lado, ¿Por qué?.

— Por... ciertas razones, fue un accidente. — Marlena seguía con su vista en la libreta —.

— ¿Un accidente? — Su voz ya no sonaba suave y relajada cómo hace unos momentos —. ¿En serio?

— Nikki, estabas tomado y molestó. Te pedí que prometieras que no lo haríamos un tiempo y media hora después subes y murmuras cosas y cuando despierto estamos sin ropa, en la cama y... — Nikki la interrumpió separándose de ella y poniéndose de pie con las manos en su cara, junto con un bufido de su parte —. ¿Ahora que?

— ¡Ya no sé qué hacer Marlena!, ¡Te he pedido de rodillas que me perdones y sólo me hechas en cara mis putos errores! Trato de arreglar la situación... Sólo olvida lo que paso anoche, respetaré tus reglas y si quieres no volveré a dormir en la misma habitación que tú.

— No me refiero a eso... Sólo que, aún no proceso la idea de que tendrás una familia sin mí. Qué me engañaste y que tratas de hacer cómo que nada ha pasado. — También se había puesto de pie, mientras llevaba su taza a la cocina —. Necesito tiempo Nikki.

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