Hunter

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●1988●

Llevaban un tiempo en aquella nueva casa. Bien se dice, nueva casa, nueva vida. O eso quería creer Nikki.

Se habían ido a una zona algo retirada a las afueras de la ciudad. Era una casa preciosa pero muy grande. El joven matrimonio, trataba de sobrellevar lo que sucedía. Cerca del lago y mucha naturaleza en los suburbios. Con ahora tres perros, cinco habitaciones vacías y un bebé. No sabían cómo superar lo que había pasado.

Los gustos de Nikki cada vez eran más extravagantes y Marlena no sabía cómo ponerle un alto. En fin, era su dinero. Y él podía gastarlo como quisiera.

Ambos estaban acostados en aquella gran cama, algo desvelados por los llantos de aquel pequeño bebé que sufría de cólicos. Marlena estaba recargada en el pecho desnudo de su esposo y éste sólo acariciaba su espalda. Tratando de que pudiera conciliar el sueño.

— ¿En serio quieres 5 hijos? — Murmuró adormilada la castaña —.

— Sería lindo, podríamos caber todos en está cama para ver películas. — Sonrió y beso su cabeza —. La única parte que no me gusta es susurrar para no despertar a este pequeño ser llorón.

— Es igual que su papá. — Ambos rieron —.

— Buenos días, señora Sixx. — Plantó un beso en los labios de su esposa —. ¿Cómo durmió anoche?

— ¡Fantástico! No dormí, no me pude bañar, no comí tranquila y me vomitaron leche. ¿Y usted Sr. Sixx?

— ¡Excelente!, casi igual, no dormí, cambie cómo 20 pañales, me levanté a hacer biberones cómo 100 veces y me hicieron pipí encima por tercera vez. Creo que fue de nuestras mejores noches linda. — Volvieron a reír. — ¿Desayunamos antes de que despierte?.

— ¿Me traerás el desayuno a la cama cómo buen esposo?

— ¡No!, ambos bajaremos debemos de hablar sin miedo a que la calabaza despierte.

— Perfecto, vamos. ¡Te toca cargar al bebé! — Marlena salió corriendo de la habitación dejando a Nikki con aquel ser regordete y suave. Optó por cargarlo con cuidado y bajar hacía la cocina —.

— Esto no es justo, fui el último en cargarlo anoche. — Lo había recostado en aquella silla mecedora —.

— Estoy preparando el desayuno. Así que calla. — Lena preparaba aquellos panqueques que tanto amaban desayunar los fines de semana.

Nikki observaba a Lenny, claramente sus facciones no eran las mismas que las de una niña de 17 años. Su chica tenía casi 26 años. El cabello algo corto, un poco más delgada. Y él consideraba que seguía siendo preciosa. En cambio, Nikki a sus 30 seguía siendo cómo un Dios griego para ella. Ambos habían trabajado en reconstruir su matrimonio. Y quizá quién los viera no sospecharía de lo sucedido.

— ¿Y cómo va el disco?

— ¡Genial!, siento que será el mejor de todos.

— Está vez no me haz traído cassettes de contrabando con las canciones. — Lenny se había sentado en el regazo de Nikki —. ¿Hay canciones para mí?

— Tendrás que adivinar.

— ¿No me harás una broma, verdad?

— ¡Hay una para ti, sólo debes de adivinar!

— ¡Sólo dilo y ya! — Lena reía—.

— Será sorpresa. — Nikki la besaba entre risas —.

THE SIXXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora