Capítulo 1 𝄞 Falsedades

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Cuando uno empieza una nueva etapa de la vida, no se puede contener la emoción; ese era mi caso. Quería expresar todo lo que sentía. La ansiedad no me dejaba concentrarme en el ritmo de la música. Salía de mis audífonos y era simplemente un ruido constante entre mí cabeza y el ritmo. Hasta que sonó el teléfono, interrumpiendo la música.

Me levanté de la cama y miré la pantalla. Sonreí.

 Estaba a punto de responder, pero el claxon de un automóvil sonó fuertemente por todo el lugar

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Estaba a punto de responder, pero el claxon de un automóvil sonó fuertemente por todo el lugar. Miré mi apariencia en el espejo redondo que tenía colgado de la pared y acomodé mi cabello. Salí de la habitación camino a la puerta principal. Salí sonriendo de ver a Nais; lo curioso de su nombre es que ambos nos hablábamos con el nombre al revés. Era algo que decidimos hacer desde niños. Y se ha quedado por toda nuestra amistad.

-Diecisiete años de amistad no quiere decir que estaré esperando fuera de casa esa misma cantidad. Mencionó de brazos cruzados fuera del auto, viéndome avanzar.

-Puedes esperar cinco minutos, no hace falta que desesperes. Me subí al auto; él se rió y subió al auto encendiéndolo.

-Yo te podré esperar cinco minutos, pero Miranda no, en el mundo de Mirandalandia, cinco minutos son cinco años.

-Ja, no sería malo que no llegara dos horas antes.

-Mira, la invitaste a salir, así que lo mínimo es que llegues temprano.

Lo miré con los ojos abiertos de sorpresa —¿Yo? ¿Invitarla? Ella escuchó tus planes de salir con tu cuchurru y de la nada propuso que ella y yo los acompañaríamos.

-Mirandalandia, haciendo de lo suyo, créeme que no sería la primera chica que está tras ti.

-Pero sí es la primera que me acosa en cierto sentido.

El rio mientras daba la vuelta; estábamos a pocos kilómetros de llegar. Mire por la ventana, había poca gente, pero de alguna manera me sentía mal, no quería salir. Y mucho menos con ella. Pero nadie le dice que no a Miranda. Y aquí yo he sido el primero en ignorarla; soy el primero en tener el chicle pegado sin sacarlo.

-Mejor olvida todo, y piensa que solo es una salida entre amigos. Su voz se forzaba al tratar de agarrar el ticket del estacionamiento.

-Prometo, como el buen amigo que soy, que te ayudaré a que tengas una mejor salida que yo. - No, no estaba nervioso. Estaba presionado.

Al bajar la verdad me abrumaba. Realmente me quería ir, simplemente, y escuchar música. Ella era una artista común que subía canciones y pistas a una página llamada Sound donde muchos artistas se encontraban para seguir esa pasión o incluso un hobby. Y yo no me quedaba atrás, desde que supe que Skylirc buscaba artistas nuevos, especialmente en sound. Subía pocas canciones. Aquellas que me daban tiempo de grabar y crear. No era famoso, pero no iba a rendirme.

La plaza era una nueva que habían inaugurado recientemente; sería la segunda vez que la visitaría. Esperaba que hubiera más cosas que la primera vez que había ido; era grande, muy grande como para pasar un día completo viendo todo lo que había ahí. Pensaba en algunas excusas para salir rápido de ahí, o mínimo de sacar a Miranda y regresarla a su casa. Pero ninguna se me ocurría que fuera buena. No podía mentirle. Pero tampoco quería estar ahí.

La realidad me golpeó, sacándome de mis pensamientos cuando escuché mi nombre ser gritado agudamente. Levanté mi vista y ahí vi a Miranda; ella corría hacia mí con los brazos abiertos. Creo que ella esperaba que abriera los míos y la alzara como una típica película de amor. Pero no, extendí mi mano y cuando tomé la suya le di una vuelta, dejándola viendo hacia donde ella venía; luego le di otra y ella me estaba murando; no se lo esperaba.

-¡Qué linda pareja hacen! -una chica se acercó caminando a Nais, ella pasó su brazo tras su espalda y Nais le dio un beso.

-Es porque somos la mejor pareja de la ciudad.

-Solo en tu mundo, Miranda, Yez y tú aún no son nada. Se quejó del golpe que su novia le había dado con el codo.

Ahí vamos, ahora Miranda estaba conmocionada por lo que acababa de oír. Ella me miró, furiosa, como si hubiera roto una regla de oro. Cosa que no había pasado. Era la verdad y solo la verdad.

-¿Por qué le dices que no somos pareja? Su tono de víctima y ojos cristalinos a punto de llorar no me iban a manipular.

-Es porque no lo somos, es solo la verdad. —Apreté mi labio inferior, esperando que algún milagro sucediera y me dejara en paz, pero no existen los milagros.

-Bien, entonces a partir de ahora tú y yo somos pareja.

-Uh, que vivan los novios. —Nais no me ayudaba. Lo miré enojado. Si no me iba a apoyar entonces era mejor que no hablara.

-Miranda, por favor, entiende, yo no quiero nada.

-No quieres nada, pero bien que miras a las otras chicas. Suspire, estaba cansado. Ya no podía salir de esto. Estaba realmente cansado. Y la novia de Nais lo había notado.

-Miranda, me acabo de acordar que nos faltan las libretas para la clase de biología y economía. Vamos a comprarlas -estaba agradecido con ella. Miranda aceptó y se fueron. Al fin puede respirar bien tras tanta presión.

-Tú novia es un ángel.

-Sí que lo es. Agradezco que no me tocara alguien de Mirandalandia.

Caminamos hasta una fuente cercana y nos sentamos. Estaba realmente en el punto de que ya no sabía que tenía que hacer. Y ahí vi que había una tienda de Yummy Drinks, sonreí y me levanté.

-Creo que lo único que no puede salir más es un yummy drink. Voy por unos. ¿Quieres algo?

-Sofía y yo vamos a pedir la explosión de Guayaba. -mencionó mientras sacaba un billete de su bolsillo.

-¿Y tú cartera? - Me sorprendió que no la trajera consigo; es su posesión más valiosa de toda la vida.

-Se la di a Sofía; le dije que le iba a comprar hoy lo que le faltará.

-Quien te viera, Sian, el caballero de brillante armadura. Levantó su pierna intentando golpearme, pero me alejé a tiempo.

-Sí soy un caballero, y lo hago también porque ella invitó la cena el otro día. No puedo dejar que page ella; o somos los dos o

-Bien -interrumpí- me agrada que no seas tan codo con el dinero. Pero ya me voy que se hace más larga la fila.

Me alejé de ahí y continué caminando hacia la tienda. Y como pude haber imaginado, había mucha gente. Relameme era una tienda con mucho potencial. Había muchos locales por la ciudad y por el país, me imaginaba. Y agradecía el tiempo que tenía que esperar ahí, así me libraría un tiempo de Miranda y escogería del menú la bebida que me gustaba.

Había muchos nuevos sabores de la temporada y la novedad eran los postres y frutas que tenían. Me gustaba. Este sería mi nuevo lugar favorito. La fila avanzaba y ya era mi turno.

-Buen día, me gustaría...

-Perdone, pero mi turno acaba y tengo prisa. Mi compañera estará atendiendo en breve, de verdad perdóneme. —La chica salió de mi vista, sin siquiera dejarme decir alguna palabra. Yo entendía, no tenía problema. Y me quedé ahí. Pude ver que ocupaban personal y era entendible.

No había pasado mucho tiempo cuando llegó una chica -Perdone la tardanza, ¿qué le gustaría ordenar? -cuando la miré me quedé hipnotizado. Sus labios marcados, sus pecas y sus ojos no eran oscuros: eran verdes. Era muy hermosa.

-Ah sí, disculpé, me gustaría una explosión de guayaba y una sencilla de mango con chamoy.

 Está tan inmerso en mis pensamientos y preocupado, que puede que de tanto mirarla la haya hecho incomodar. Pero ella sonrió. Tenía una muy linda sonrisa. Le sonreí de vuelta.


-Anotados serían $59; del lado izquierdo de la barda le entregaremos su pedido. —Su voz era melodiosa, y de alguna manera me parecía conocida. Tomé el dinero y se lo di. Caminé a la otra parte del mostrador y me quedé mirando. Llego un joven quien le ayudó a atender a las demás personas.

Y yo estaba hipnotizado con ella. Mi mirada no se podía salir; ella comenzó a preparar las bebidas y lo hacía como una profesional. Me preguntaba si era ella la encargada del lugar. Cuando ella llegó me miró y sonrió.

-Aquí le dejo sus yummy drinks, y le dejo un cupón de 2x1 en su próxima compra por haber sido la apertura del local. Tomé las bebidas y el cupón lo guardé en mi bolsillo derecho del pantalón. Antes de retirarme ella me habló -: Disculpe, me podría ayudar con una encuesta sobre mi servicio al cliente.

-Sí, con gusto.

Ella tomó un papel de bajo al mostrador y lo sacó, tomó una pluma que tenía en su cabello y me la dio.

-Son preguntas sencillas, y me ayudaría mucho si hubo algún inconveniente; lo anotaría para poder mejorar mi atención.

Asentí, ella me agradeció y se retiró para continuar haciendo las bebidas de la gente. El papel era normal, muy normal, a lo que me hubiera imaginado que tendría un lugar tan colorido como aquí. Respondí todas las preguntas; la atención me había gustado; el tiempo, aunque había sido tardado, no era por la misma persona aquí que simplemente respondí de buena manera a todo. Cuando terminé de hablarle para darle el papel, ella se acercó para tomarlo y cuando lo hizo, nuestros dedos se tocaron y no había expresión para describir lo que había sentido con su roce. Era una sensación eléctrica llena de un cosquilleo que me invadió hasta la nuca.

Salí del local flechado, sí; había pasado algo que no podía explicar. Y lo que sabía era que no iba a perder a esa chica. Tenía que conocerla y acercarme a ella de alguna manera. Pero antes de poder regresar, Miranda llegó sin darme cuenta. Ella tomó la bebida de Nais de mis manos sin más.

-¡Ya tenía mucha sed! -ella estaba a punto de beber de ahí.

-Miranda querida, esa bebida no es tuya.

Tome nuevamente la bebida y suspire aliviado. Caminamos hacia Sofía, quien estaba acurrucada con Nais. Ellos se acomodaron al vernos y les entregué la bebida y sonrieron.

-¿Esa es la mía? -preguntó Miranda. Yo sentí.

-Es tuya si la quieres -rápidamente la bebida escapó de mis manos y Miranda la estaba bebiendo. Hizo un gesto de asco y alejó la bebida.

-Es de mango, odio el mango. Ella estaba a punto de tirarla. Pero yo intervino.

-¡Ey! Espera, si no te gusta, dámela, no tienes por qué tirarla. Ella negaba con la cabeza; yo tomé la botella, pero ella de alguna manera se resistía a dármela.

-¿Cómo crees que vas a tomar esta asquerosidad? -ahora estábamos forcejeando. Y de alguna manera la bebida terminó sobre mí. Ella me miró preocupada. Algo que pocas veces se veía en su rostro.

Suspiré -. Lo siento, pero debiste haberme dejado.

La miré: -Era una bebida, yo pude habérmela tomado.

-Nadie puede ver que mi novio bebe algo que no me gusta. -Ella estaba mal...

-Sabes, creo que me retiro antes. Tengo que sacar el mango de mi playera. Nos vemos luego.

-¡Ey! ¿No quieres que te lleve?

-No, de verdad te agradezco, pero mejor me voy solo. Disfruten. - Estaba a punto de olvidarme, saqué la promoción y se la di a Nais.

-Gracias, hermano -mencionó mientras caminaba en otra dirección, directo a la salida.

-Te veo mañana, cariño.

Y ahí iba, no se rendía y no lo haría jamás. Era realmente molesto. Salí del centro comercial y pedí un taxi. Podía ver cómo la gente que me había visto o estaba realmente sorprendida o se reía de mí. Solo esperaba que llegara a mi casa y olvidara todo. Me sentía más seguro. El taxi llegó a su destino; le pagé y bajé, caminé a la entrada y subí a mi habitación. Mis padres habían salido y la casa estaba sola. Así que solo subí y cambié la playera.


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