Capítulo 11 𝄞 Mentiras

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No podía más, corrí tras ella, aunque Miranda me hubiera amenazado con dejar el escenario. Corrí, corrí y corrí tras ella. Me dolió como me hablaba, ya había firmado, ya había hecho el trato. ¿Qué tal que hice todo mal? Pudo haber una solución diferente. Una donde nada de esto hubiera pasado.

Su madre apareció y ella me miraba, amenazándome. No tenía que decir nada, su mirada me advertía de todo.

—No. —respondí su pregunta. No podía creer que estaba rompiendo dos corazones a causa de mi cobardía, ¿por qué eran así las cosas? No entendía como era que había caído en este asunto. Mire como su dulce mirada se hacía dura, como si no sintiera nada por mí.

—¿Sabes algo? No me importa, no quiero nada, yo de verdad te amé más que a mi familia. Por ti renunciará. Iba a hacerlo. Y te sigo amando… ámame, dime que me amas. Aunque me mientas, aunque sea una fantasía. Dime solo lo que yo quiero escuchar. —ella me abrazó, con mucha fuerza. No pude abrazarla de nuevo, algo en mi mente me hacía pensar que sí era un cobarde. Quería levantar su mirada y decirle que todo era falso, que la amaba y que escaparnos de una vez por todas y que no volviéramos a ver a su familia. Pero nada de eso podía ser, no con su madre mirándose, amenazándome.

Me dolía ver como lloraba, no podía más tenía muchas ganas de decirle todo, me encantaría huir con ella y dejar todo. Pero no, la alejé de mí. Limpie sus lágrimas. No me gustaba como me miraba, me dolía poder pensar que era lo que pensaba ahora de mí.

—Adina, por favor no llores. Vuelve a tu casa. Estás mejor con tu familia que aquí. —levanto su rostro hacia mí, su mirada cambió, se veía ahora que me odiaba con toda el alma. No me importaba, ódiame, despréciame, pero sigue sintiendo algo por mí. Solo no olvides quien soy. No dejes de sentir algo por mí.

—Eres un cobarde.  —me dijo empujando me  —. Tanto me has querido fuera de tu vida. Te lo voy a cumplir, te Odio Zayran. Nunca me vas a volver a ver. Y de paso te digo una cosa. Espero que seas feliz con Miranda.

No digas eso, quería gritar la verdad, pero no podía mi boca se quedó entre abierta sin que alguna palabra escapara de mi boca. Yo estaba perdiendo algo que jamás iba a recuperar muy fácilmente. No lo iba a ser, ahora solo sería infeliz a tu lado quería gritar que te amaba. Que dejáramos todo. Pero lo único que hice fue verla, sin sentimiento alguno. El cielo trono y comenzó a chispear, y pronto comenzó a llover.

—Perdóname Adina — grité, ella me miró. No me miró con amor, ni con dulzura. Me miraba con odio. Ella solo volvió a mirar hacia su madre. Su madre abrió la puerta del auto y Adina subió antes de que su madre subiera ella me miró sonriendo como si todo hubiera salido justo como ella había planeado. Esa fue la última vez que la vi. Una noche que me iría a lamentar por toda mi vida. En el último momento, mis piernas reaccionaron y corrí tras del carro que ya estaba arrancando, intente alcanzarlo, corrí incluso más que lo que normalmente podía. Tenía lágrimas en los ojos, grite su nombre, le pedí que se detuviera, pero el auto no se detuvo. Me detuve sabiendo que no la volvería a ver. Tenía un enorme nudo en la garganta. Las lágrimas las podía sentir en cayendo en mis labios por el sabor salado que tenían.

Sentí de un momento a otro como el agua de la lluvia paraba de tocarme, observe al cielo y vi un paraguas borroso por las lágrimas que aún tenía en mis ojos. Mire hacia atrás y vi a Miranda. Ella estaba sonriendo. Era realmente una sin vergüenza, sonriendo de las desgracias que solo le favoreciendo a ella un dolor de cabeza me invadió cuando la vio me levanté, intente alejarme, pero ella no se despegaba de mí.

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