Capítulo 10 𝄞 Baile

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Jamás había esperado un día con emoción. Había salido a buscar un hermoso vestido con Tyrone. Encontré un vestido azul cielo con colores tornasol, que me encantaba… El día del baile estaba a la vuelta y no estaba tan contenta. Zayran estaba un tanto distante. Y lo que más me enfadaba era ver que Miranda revoloteara a su lado. Aunque él la ignoraba. Cuando lo miraba o incluso le hablaba, podía sentir que algo pasaba y me daba miedo. ¿Habrá pasado algo? ¿Ya no me quiere? Tenía que arreglar todas esas dudas que me carcomían todos los días antes de irme a la cama. Un día antes del baile me detuve y hablé con él en el pasillo. 
 
—Zayran, te he sentido distante, sabes que para cualquier cosa estoy para ti. Me preocupaba mucho, o tal vez me preocupaba por nada. 
 
—Adina… No pasa nada, solo es que mi madre ha perdido el trabajo y le he estado ayudando a juntar dinero. Pero de ti jamás me cansaría. — Él llevó un mechón mío tras la oreja y me dio un beso. 
 
—Mañana es el baile, ¿estás listo? Pregunté tomando su mano.
 
—Estoy preparado para todo, menos para verte más preciosa que todos los días. 
 
Es todo un amor. Me dejo en el departamento. Y subí para dejar todo arreglado. Las cosas las dejé cerca y juntas para poder estar lista rápidamente. Mire todo ahí, y me imaginaba utilizándolo. Y miré mi ropa. Me preocupaba que mi madre llegara; estaba cansada de que me controlara, y pensé mucho en romper el trato y escapar. Lo había pensado muchas veces ese día desde que pasó por mi mente. Y caí en cuenta que sí lo haría. Tomé una maleta y comencé a guardar todo. Llamé a Tyrone y pedí asilo unos días mientras encontraba donde quedarme. Él accedió y todo estaba listo. Solo tenía que escapar mañana. Tras el baile. 
 
Me fui durmiendo pensando en que sería un ave libre de la jaula con muchos sueños y esperanzas libres. 
 
Cuando desperté, el tour comenzaba. Me arreglé el cabello con unos caireles y un tocado simple de trenzas. El día estaba nublado; parecía que iba a llover. Esperaba que no lloviera mientras iba de camino. Continúe cambiándome y cuando estuve lista me mire al espejo. Me encantaba como me veía. 
 
Recibí un mensaje de Zayran; me decía que sí pasaba por mí, pero tenía los planes de subir mis maletas al carro de Tyrone. Le dije que iría con un amigo y que lo vería en el baile. Estaba emocionada. Cuando Tyrone llegó bajó cuidadosamente las maletas. Él me vio y de inmediato corrió a ayudarme. 
 
—¡Qué guapa, Adina! Me encanta verte como princesa. 
 
—Y ni hablar de ti. Muy elegante. — Tyrone llevaba un hermoso traje color vino que él hacía brillar. Desafortunadamente él iría solo. Nadie le llamaba la atención o alguien se le acercó. Pero iría como acompañante extra por si algo pasaba. Subimos a su auto y él condujo directo hacia el baile. Al llegar se podía oír la música; la gente iba con sus vestidos elegantes y muy brillantes o incluso algunos eran simples y entraban al salón donde era el baile. Al estacionar el auto bajamos y sonreímos. Entramos al salón y él me ayudó a buscar a Zayran. Él estaba en la mesa de bebidas; me despedí de Tyrone, quien se encontró con unos amigos suyos y me acerqué a Zay. Él me miró, pero había algo en su mirada que no me gustaba. 
 
—¿Estuviste bebiendo? —dije tomando su caso. Lo olí, pero sonreí al deducir qué no había nada. 
 
—Solo es soda. No bebería en un día tan importante. — Tomó el vaso, que le quité. Pero mira qué hermosa te ves. Me dan ganas de comerte. 
 
Él me acercó y me dio un abrazo, me dio un beso en el cuello y se alejó. Lo sentía distante. 
 
—Me encantas, ven, vamos a bailar. 
 
Lo tomé de la mano y comenzamos a bailar. La música es una hermosa melodía; desconocía la canción pero me gustaba. Su aroma a pinos me encantaba. Me acercaba cada vez más a él. Pude escuchar su corazón. Estaba agitado. Era extraño. No quería darle más vueltas al asunto, pero me obligaba a pensar su situación. 
 
La música paró, pero no me soltaba. Podía sentir su cabeza encima de la mía. La diferencia de altura se había reducido gracias a mis zapatos con tacón. Ahora, gracias a los votos de todos ustedes, durante este mes hemos decidido quienes son los mejores alumnos que se llevarán un reconocimiento y un regalo por el día del baile. El director principal subió, y hablaba con un micrófono en la mano. No recordaba haber votado, pero me hubiera gustado que él ganara todo. 
 
Sentí que alzaba su cabeza; su respiración se acercaba a mi oído y en un susurro mencionó: —Adina, ¿me harías un favor? —lo miré y asentí confundida. 
 
—Dependen del favor, pero sí. Cualquier cosa puedo hacerla. 
 
—Vete a casa, no mires atrás, yo te amo. Y haría lo que fuera por ti y también por la gente que amo. 
 
—Eso lo sé, me lo has demostrado. 
 
—No lo entiendes. Si pudiera pelear más, lo haría por ti. — Acarició mi mejilla mientras me miraba; en sus ojos se notaban tristeza y arrepentimiento. 
 
—Por voto a la mejor alumna, ¡Miranda! Vamos, sube y di unas palabras. — Era increíble que ella saliera ganadora por voto. 
 
—Adina, vete, por favor. Ve a tu casa. No mires atrás. — Él comenzaba a empujarme hacia la salida. La multitud chocaba contra nosotros y evitaba que avanzáramos rápido. Él me sostuvo la mano con fuerza. 
 
—Zayran ¡Zayran! — Grité, él se detuvo y yo lo miré. Me sorprendí al ver su expresión. Estaba a punto de llorar. Él tomó mi rostro entre sus manos. 
 
—Perdóname Adina. —Dijo entre cortado. 
 
—Ahora, por voto unánime, nuestro mejor alumno, ¡Zayran! Pasa arriba. — El director comenzó a aplaudir. 
 
—¡Ganaste! Ve. — Zayran miraba el escenario como si fuera su juicio de muerte. Pero no solo miraba el escenario. Miraba a Miranda. 
 
Me soltó, pero antes de irse me dio un beso. Vi como su espalda se alejaba de donde estábamos. Yo lo miraba sonriendo; me acercaba cada vez al escenario. Yo miraba cómo subía y le daba las gracias al director. Miranda se acercó y entrelazó su brazo con el de él. Estaba enojada que ella hiciera eso, y más en público. 
 
—Ahora unas palabras. El director pasó el micrófono a Zayran. Él dudaba en agarrarlo. Miranda lo arrebató y comenzó a hablar. 
 
—Debo decirles que oficialmente somos una pareja. ¿Qué? No podía entender lo que estaba pasando. Todos murmuraban a mi alrededor. Escuchaba como dudaban o incluso hablaban mal de Zayran. 
 
Zayran tomó el micrófono; estaba temblando. ¿De esto se estaba disculpando? Estaba deseando conocer su respuesta. Me humillaba el simple hecho que no rechazaría la afirmación. 
 
—Yo… —Miranda comenzó a susurrar en su espalada. ¿De qué se trataba todo? — Hay muchas cosas que debo decir acerca de una persona mediocre que ha ocultado su identidad. 
 
Mi corazón se detuvo, mi estómago se estrujó y ya no podía más. Abrí bien los ojos y tapé mi boca con las manos. No podía creer lo que estaba hablando, no solo porque desde que inició sabía qué hablaba sobre mí. 
 
—Estoy hablando de Adina Leon, hija de un hombre millonario, y nos ha estado viendo la cara. ¿Por qué ocultar tu identidad? ¿Crees que no somos lo suficientemente dignos de hablar con una chica millonaria? ¿Crees que de verdad salí contigo por amor? Solo estaba utilizándote.
 
Todos me miraban, todos susurraban sobre mí; no me gustaba, no lo quería, odiaba lo que salía de su boca. No pude quedarme más; sentí que mi corazón se rompía en miles de pedazos pequeños. Salí con los ojos llenos de lágrimas; mientras me hacía paso entre la multitud, cada vez se me hacía más borrosa mi vista. Llegue a la entrada. Tyrone me detuvo; le pedí amablemente que se quitara. No me detuvo más y salí de aquel horrible lugar. 
 
Los tacones me lastimaba y realmente no los soportaba, me los quité y los aventé. Bajé las escaleras limpiando las lágrimas que salían de mis ojos. 
 
—¡Adina! — La voz de Zayran gritó mi nombre. Era agitada y triste. No me detuve y seguí caminando; él me detuvo sosteniendo mi brazo. Lo miré y golpeé su mano. 
 
—¡Eres un odioso! ¿Cómo pusiste hacerme esto? ¿Crees que ganaste algo con humillarme públicamente? — Le grite, seguía golpeando sus intentos por tomarme. 
 
—Adina… —Me dijo volviendo a tomarme por los brazos. 
 
—No, no, ¿todo lo que dijiste es verdad? ¿Me utilizaste? ¿Te repudio tanto por ser de buena familia? 
 
—No es nada de eso, déjame explicarte. Su voz estaba ansiosa. 
 
—¡Adina! — Alguien gritó a mis espaldas; miré y era mi madre. Estaba sorprendida. ¿Todo estaba planeado? Miré nuevamente a Zayran. Él la miró sorprendido, no sabía, pero tenía que preguntar algo que me rondaba la cabeza. 
 
—Zayran, dime la verdad. ¿Mi madre te ha amenazado? — Él abrió los ojos. 
 


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