Un beso, uno significativo, tiene el poder de desdibujar la realidad. Los sentidos se vuelcan en ese contacto íntimo, las reacciones que importan son aquellas que horadan el estómago, esas mariposas traviesas que se incendian, suben la temperatura y aceleran el corazón. Inmersos en ese primer beso, Steve y Tony perdieron la noción del tiempo, aferrados uno al otro no sintieron el frío ni el viento ni la nieve que comenzaba a acumularse en torno suyo. Fueron envueltos por una magia poderosa. No querían que terminara.
―Tony... ―pronunció Steve a media voz entre un beso y otro.
Tony no quería escuchar, no importaba cuanto le gustaba su nombre en esa voz. Se aferró más a las solapas del abrigo de Steve para impedirle moverse y también pegó más sus labios a los de este, dejando poco espacio para el sonido. Pero Steve se removió un poco, aunque no con ello rompió ese beso hambriento.
―Tony... ―volvió a decir.
"No hables" pensó Tony, "no digas nada, solo bésame". Steve lo abrazó contra sí con más determinación y fuerza. Le dio lo quiso por unos segundos. Lo besó como sí nada en el mundo valiera más la pena que eso. Excepto, quizás, por una cosa. Por ello volvió a intentar hablar con Tony. Le sujetó el rostro y tras morder su labio inferior suavemente y atraerlo hacía sí, se separó de él.
A Tony le gustó y no aquello. Tomó un momento necesario para respirar, pero no se atrevió a abrir los ojos. Se dio cuenta de que su calor se disipaba en el aire frío sin la contención que le brindaba el cuerpo de Steve. Sintió un beso breve y suave contra sus labios; a este siguió otro y otro. Y entre cada uno le alcanzó la pregunta de Steve.
―Tony... ¿crees... que... sea... muy pronto...?
Una pregunta incompleta, pero que él entendió perfectamente. Volvió a sumergirse entre sus brazos.
―No... no lo creo... ―respondió poco antes de prendarse a sus labios.
A regañadientes, pero riendo como niños traviesos, se separaron finalmente. Dieron cuenta entonces de la nieve que caía en torno suyo, y aunque el frío no era demasiado, sí había pintado sus mejillas y nariz de un tono rojizo.
―¿A dónde vamos? ―preguntó Tony al tiempo que entrelazaba sus dedos helados con los de Steve.
―Podemos ir al departamento. No hay nadie y mis amigos llegarán tarde.
Tony sonrió y apresuró el paso para seguir la zancada de Steve, por el parque.
―¿Y si regresan?
―No te preocupes por eso.
Cruzaron el parque y se encaminaron al departamento donde se hospedaba Steve. La nieve se volvió cada vez más copiosa a medida que avanzaban, como si toda la que debió haber caído antes se derramara en ese momento. Cuando llegaron al departamento, el Jaguar del padre de Tony ya tenía una capa de nieve sobre el cofre, techo y cajuela. Probablemente, aunque quisieran, los amigos de Steve no podrían regresar esa noche.
Subieron al departamento a trompicones, riendo por cada tropiezo, por cada pequeño beso y caricia que compartían en los descansos de las escaleras. Entraron al departamento y nada más cerrar la puerta, volvieron a abrazarse y dejar que sus labios intentaran comerse a los contrarios.
Sus cuerpos chocaron uno con el otro, sus ropas húmedas por la nieve cayeron pesadamente sobre el piso y dejaron un camino revelador hasta la puerta de la habitación. Podía ser muy pronto, quizás, pero no había dudas ahí, de ninguno de los dos hombres que se abrazaban estrechamente sobre el edredón rojo de la cama. Ninguno se detuvo a racionalizar lo que estaban haciendo. Simplemente, dejaron que sus ateridas pieles entraran en calor lentamente bajo la fricción de los dedos ajenos, bajo los besos y las sutiles mordidas. Había un tinte irreal en el encuentro, como si estuviera sacado de un sueño erótico, demasiado coordinado, demasiado perfecto para ser real. Pero aquello no los perturbo tampoco. Se rindieron ante la perspectiva de vivir eternamente en el ensueño.
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El Deseo
FanficSteve y Tony están tan cerca uno del otro que podrían tocarse, pero para poder encontrarse necesitarán más que solo desearlo. STONY Basado en la película In my dreams