No te confundas.

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—¡Lily! — siento que me llama, pero trato de apresurarme lo más que puedo

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—¡Lily! — siento que me llama, pero trato de apresurarme lo más que puedo. No puedo soportar que vea el tormento del que soy presa. Sin embargo, me alcanza y me voltea frente a él — Ey... — sus grandes manos ahuecan mi rostro mientras intenta que lo vea a los ojos — no te ocultes de mi. No soporto verte sufrir.

Trato de alejarme, pero él me retiene con fuerza de los hombros.

—Necesito que me dejes sola — consigo decir entre sollozos — por favor.

—No — susurra. Sube sus manos por mis brazos hasta mi rostro de nuevo — no puedo dejarte sola.

—Solo lo haces por Tracy. Solo te preocupas por mi porque ella te lo pidió. Yo no necesito que me cuiden... no lo necesito.

—Lily, por favor. Yo solo... me preocupo por ti. — mueve mi rostro y me hace verlo. Desliza sus dedos por mis mejillas mojadas y suspira. Luce lleno de contradicciones pero parece como si algo le estuviera molestando mucho. Así que cierra los ojos y junta su frente con la mía. Nuestras narices se rozan — Por favor.

Mis manos están sobre sus brazos. Siento su aliento en mi rostro. Sobre mis labios. Su cuerpo tenso.

—Déjame...

—No puedo — dice otra vez. Y entonces sus labios se posan en los míos. Despacio. Muy suave. Casi con dolor. Eso hace que yo abra los ojos y lo mire verme lleno de conflicto. Se aparta un poco para verme, desliza el pulgar sobre mi labio inferior — Es... — titubea un poco, se acerca a mis labios de nuevo y se aleja — no sé que... Lily yo solo...

Mi pecho jadea, no sé porque lo hace. Porque me besa de esta forma, porque luce tan perturbado. Pero de pronto lo entiendo. Yo tengo 21 años, él tiene 40. Podría ser mi padre. Su conflicto cala en mi interior. Yo lo amo, pero no soy quien para empujarlo a este tipo de tensión. Es un hombre, después de todo.

—¿Te gusta besarme? — digo de pronto, sin pensar. Debería irme... necesitaba una razón. Pero no podía pensar en ninguna en ese momento.

—Pero no está bien — mira mis labios — tengo 40 años, me estoy divorciando — dice, como si estuviera repitiéndoselo a él mismo, entrecierra los ojos — quizás nunca debí haberme ofrecido para cuidarte. Estar cerca de ti... es peligroso.

Mis cejas se juntan y el corazón me da un vuelco con una mala sensación. Mi agarre en sus brazos se suelta y le pongo las manos en el pecho para apartarlo.

—Entonces no nos volvamos a acercar — se queda quieto y se pasa una mano por el rostro — no tengo que seguir quedándome contigo si no quieres, tampoco.

—Lily... — intenta agarrarme otra vez — No es lo que... — suspira — dios mío, eres una niña ¿No entiendes? Y yo... Esto jamás debió pasar. No quiero que te confundas.

Parpadeo para evitar el picor en los ojos. Pero el dolor en el corazón es imprudente.

Levanto el mentón luciendo vestida de dignidad falsa.

Gentleman  ━  Benedict Cumberbatch.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora